"Son ingeniosas de verdad, las cosas que inventan los muggles para arreglárselas sin magia", exclamó Arthur Weasley en Harry Potter y La Cámara Secreta cuando el protagonista le explicaba sobre la vida de los muggles -personas sin habilidades mágicas, para los no entendidos- y, específicamente, cómo se usaba un teléfono. Y a la tardecita del jueves 9 de febrero, entre el típico atardecer y la noche de verano, esta frase cobró más significado que nunca.
Eran ya las 18, y la Residencia del embajador británico se encontraba irreconocible. Cerca de 1.000 fanáticos de la saga del niño mago creada por JK Rowling se congregaron para celebrar la Harry Potter Book Night, una iniciativa mundial de Bloomsbury que busca promover el placer por la lectura. En Argentina, junto con FanCon y la Embajada Británica, se invitó a que chicos y jóvenes puedan expresar su amor por los libros disfrazándose y divirtiéndose con una serie de actividades increíbles.
Son una comunidad. Lo único que quieren es compartir su pasión con otros que también la sientan tanto como ellos. La primera generación que creció con los libros de Harry Potter se está acercando a los 30 años, pero nuevas se unen año tras año para sumarse a un fenómeno que no es pasajero, y que muchos lo toman como un estilo de vida y lo incorporan en un rincón fundamental de su personalidad.
Y en la Harry Potter Book Night, esto es evidente. A las 17.30 horas comenzaron a ingresar los primeros asistentes, entusiasmados, con atuendos que dejaban relucir su fanatismo -aunque la cola se comenzó a formar horas antes-. Símbolos de las Reliquias de la Muerte, capas, lentes, y atuendos con los colores de Gryffindor, Ravenclaw, Slytherin y Hufflepuff, las míticas Casas de Hogwarts.
Algunos afortunados que se habían anotado con anterioridad pudieron pasar por el Sombrero Seleccionador para conocer su Casa, otros aprendieron a preparar misteriosas pociones con el profesor Snape y participar o simplemente observar una demostración de Quidditch, el deporte de los magos, pero en versión muggle -las escobas mágicas en el mundo real sólo vuelan en nuestra imaginación, lamentablemente-.
Mark Kent, embajador británico en la Argentina, posa con Dumbledore sonriente: "Es muy divertido", afirma en diálogo con Infobae sobre el evento. "Este lugar funciona muy bien y le da ambience y un contexto al evento. Es una gran oportunidad también para nosotros para interactuar con la gente local, porque la diplomacia no se trata sólo de eventos oficiales, sino más bien de intercambiar y conectar con las personas de la ciudad en la que vivís".
"Además Harry Potter es un símbolo para nosotros", asegura. "Es icónico. Si uno lo nombra, el 99 por ciento de las personas sabe quién es. Y formar parte de algo así y poder incentivar el amor por la lectura para nosotros es un placer".
Juegos de preguntas y respuestas pusieron a los fanáticos en un estado de frenesí, que contestan con seguridad preguntas de Pociones y Defensa Contra las Artes Oscuras. El aprendizaje, la lectura, la pasión, y la innovación fueron protagonistas; tan protagonistas como los mismos personajes que rondan los jardines: Newt Scamander, Hagrid, Dumbledore, Tonks y Lupin, entre otro grupo de caras conocidas, y un par de lechuzas y fénix de peluche, por cierto.
Ávidos del cosplay formaron parte de un concurso de disfraces donde se premió a los más alusivos a la saga, los más creativos y los mejor logrados. Padres con sus hijos, niños correteando disfrazados de sus personajes preferidos. Adolescentes vestidos de colegiales pero con los colores distintivos que remiten al mundo mágico. Pelos de colores: azul eléctrico, rubio platinado y violeta. Bufandas de Gryffindor a pesar del calor. "¡Vamos al Bosque Prohibido!", gritan unas nenas de unos 10 años señalando los jardines de la Residencia que sí, es sin dudas un gran escenario para este "mini Hogwarts" argentino.
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