Son fruto de otra era. Tiempos pasados que, aunque no tan lejanos, se ven a la distancia. Las estampillas no van de la mano con la modernidad. Las cartas que se abrían con tanta ansiedad hoy son notificaciones en el celular de mensajes de WhatsApp o "Me gusta" en Facebook e Instagram.
La filatelia -la pasión por clasificar y atesorar estampillas- busca readaptarse para que el oficio no caduque. De hecho, en Granada, España, en los últimos días lanzaron una estampilla junto a un snapcode de Snapchat que ya viaja por el país ibérico. Sin embargo, las piezas filatélicas más preciadas poco tiene que ver con la modernidad. Más bien, sus valores -insólitos para los desconocedores- provienen de sus ricas historias.
Magenta de un penique de Guayana Británica
En junio de 2014, "Magenta de un penique de Guayana Británica" se convirtió en la estampilla más cara de la historia. En una subasta con cita en Nueva York alcanzó la increíble cifra de 9 millones de dólares. Como único superviviente de una serie emitida en 1856 en la entonces colonia británica, su valía se explica, además de por su unicidad, por un severo inconveniente en los envíos de los sellos.
Una entrega de estampillas debía arribar desde Gran Bretaña, pero tras semanas el envío nunca se hizo presente. Ante la inminente amenaza de bloqueo de envíos postales, una imprenta de un periódico local -la Gaceta Oficial de Georgetown- resultó ser la solución. Realizó una impresión de emergencia de tres tipos de estampillas para sustituir las faltantes.
El único remanente, firmado por el escribano E. D. Wight, fue hallado por casualidad por parte un niño de 12 años. El joven encontró la que luego se convertirá en la estampilla más cara del mundo por casualidad, entre unos papeles familiares, sin siquiera sospechar su exorbitante valor posterior.
Jenny invertido
Es quizás la estampilla más famosa del mundo y su insólito prestigio se lo debe a un error grosero. La serie se emitió el 10 de mayo de 1918 por parte del correo de Estados Unidos. Luego, un aficionado compró una hoja de 100 de la primera entrega a solo 24 dólares y notó que algo raro había en ella. El avión Curtiss JN-4 estaba invertido.
Se convirtió en la equivocación más emblemática de la filatelia. Su adquisidor jamás imaginó que ese puñado de dólares, producto del desliz, se transformarían en 15 mil cuando la vendió. Sin embargo, en 1990 la pieza se dividió en grupos. Tras la separación, 4 de esos sellos fueron vendidos por un millón de dólares.
Mauricio naranja y azul
La Isla Mauricio era, en 1847, parte de Gran Bretaña, una de sus tantas colonias. La esposa del entonces gobernador de la isla pidió las estampillas a modo de invitación para un evento social que se celebraría a la brevedad. Hubo dos modelos: el naranja y el azul. En la estampilla se debía consignar "Post Paid" (Importe Pagado), pero por un error de imprenta figuró "Post Office" (Oficina postal).
Las estampillas de la isla ganaron valor con el correr de los años y se posicionaron como una de las más requeridas por los coleccionistas. El único sobre que contenía ambos modelos de colores se vendió en 1993 en un valor superior a los 3.8 millones de dólares. Se estima que solo existen 26 piezas de la prestigiosa colección. Todos ellas en manos de los coleccionistas más renombrados.
Z grill
Del Z-Grill tan solo quedan 2 ejemplares en el mundo. Uno de ellos reposa en la Biblioteca Pública de Nueva York; la otra en manos del financista Bill Groos. La estampa clásica de 1 centro de dólar fue impresa en 1868 con la figura de Benjamin Franklin. Su rareza parte de la plancha que utilizaron para su concreción, de estilo "Z", que ya cayó en desuso, pero que marcó un hito en la filatelia. Su valor se estima que es de 3 millones de dólares.
La estampilla proviene de Suecia de mediados del siglo XIX. Formó parte de la primera serie postal que se imprimió en el país escandinavo. Otro vez, su valor, en parte, procede de un error de imprenta. En vez del verde azulado solicitado, llegó en un tono amarillento.
Un adolescente sueco descubrió a la Tre Skilling amarilla mientras revoloteaba entre los recuerdos de su abuello fallecido. Producto de la ignorancia, la vendió a solo 7 coronas suecas. La estampilla cambió de manos en múltiples oportunidades hasta que en 2010 una subasta marcó su precio final en 2,3 millones de dólares.
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