Cada mes de septiembre, miles de peregrinos inundan la Ciudad de Salta Capital para renovar su pacto de fidelidad a los Santos Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro. Es una de las peregrinaciones más convocantes y exigentes del país. Un sinnúmero de actos de fe y devoción ingresan a la Catedral Basílica tras largas jornadas de caminatas, entre frío y calor, cerros y llanuras.
María Cecilia Novillo entendió que allí podía ejercer su oficio y su espíritu caritativo. Interpretó que la Fiesta del Milagro podía ser una buena excusa para retribuir solidaridad al pueblo. Masajista profesional, sintió la necesidad de devolverle a la vida algo de lo mucho que le había obsequiado. En el contexto de este ceremonia católica, emprendió viaje con un grupo de ocho colegas masajistas con destino a Cachi, una localidad del interior salteño ubicado en los valles Calchaquíes, a más de 150 kilómetros de Salta capital y a una distancia de 33 horas caminando.
Decidieron detenerse antes de llegar a Cachi. Anclaron estratégicamente en "la cruz de los peregrinos", un lugar inhóspito, oculto en medio de la nada, escondido entre los cerros. Allí esperaron la llegada cansada de los peregrinos y los asistieron. "Fue como que Dios me llevó hasta ese lugar, y con el tiempo, me enteré que es el primer tramo, el más duro para todos los peregrinos que salen desde Cachi, donde vienen bajando desde los cerros, y se lesionan, tienen calambres, se contracturan, necesitan asistencia de todo tipo", contó la coordinadora de la acción.
Realizaron masajes, curaciones y también procedieron al recambio de medias por pares nuevos. El objetivo final es hacer de la larga caminata un paseo menos martirizante. "El agradecimiento y bendiciones que recibimos, tanto del Padre Juan, sacerdote a cargo de los peregrinos de Cachi, como de las personas que venían a pie, fue tan grande e inimaginable que nunca más dejamos de hacerlo", confió la fundadora de la iniciativa.
En efecto, la actividad de la Asociación Salteña de Masajistas –ASALMA-, presidida por Novillo, comenzó a alimentar una mítica. La asistencia a peregrinos fue creciendo al compás de la incorporación de voluntarios y sitios donde brindar la ayuda. El año pasado la localidad de Santa Rosa de Tastil, ubicada a 106 kilómetros de la Capital, se sumó a la movida "masajes a los peregrinos": allí descansan los que llegan de San Antonio de los Cobres, la peregrinación más grande de Salta con cuatro mil caminantes que viajan a pie durante 32 horas. En 2016 ya son 40 personas las que colaboraron en los distintos puntos para brindar asistencia a los fieles.
"Ayudar nos humaniza, no podemos cambiar el mundo, pero sí nuestro alrededor, con hechos y acciones, solidarizándonos por el otro, es el mensaje que siempre quise transmitir a mis hijas, mis alumnos mis colegas, y creo haberlo logrado", se emocionó María Cecilia Novillo, una heroína anónima de los Peregrinos del Milagro salteño.
LEA MÁS:
"Mochileros sin fronteras", el voluntariado solidario que une Israel y Argentina
Cómo trabaja la institución que le devuelve dignidad a los ciegos