Los tarseros fantasmas son tan pequeños que caben en la palma de una mano. Con sus grandes ojos desorbitantes y un apetito carnívoro, son sin dudas una de las especies de primates más extrañas y curiosas del ser humano. Y un estudio publicado recientemente en Nature Communications revela que estos animales están emparentados nada menos que con el ser humano.
Científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, ubicaron al tarsero fantasma en la misma rama evolutiva que los monos, los gorilas y las personas, por lo que se convertirían en primos lejanos de la raza humana. Llegaron a esta conclusión luego de ordenar y analizar en profundidad el genoma de este animal.
"Decidimos analizar el genoma del tarsero no sólo para determinar el lugar en el que encajan en la evolución primitiva, sino también porque su fisiología, anatomía y comportamiento alimenticio son extremadamente únicos", explicó el doctor Wesley Warren, profesor de genética y autor principal de este estudio.
Los tarseros son los únicos primates que son exclusivamente carnívoros. Se alimentan de insectos, pequeños pájaros, roedores y lagartijas. Poseen ojos el doble de grandes en tamaño que sus cerebros, una cabeza que puede rotar 180 grados en cada dirección, y la habilidad de rastrear presas utilizando ultrasonido, lo que los convierte en habilidosos cazadores nocturnos. Sus extremidades están adaptadas para saltos repentinos y poderosos. El tarso, la parte posterior del pie situada entre los huesos de la pierna y los metatarsianos, es inusualmente alargada, característica de la que derivan su nombre.
Durante años, la posición del tarsero fantasma en las categorías de los primates fue considerada controversial, ya que su dentadura y su mandíbula son más similares a las de los primates de "nariz húmeda" -los estrepsirrinos- como el lémur, pero sus ojos y narices son más similares a los de "nariz seca", como los monos o los humanos. Pero con este estudio, ya no hay duda de que los tarseros entran en la última categoría, junto con el ser humano.
Los investigadores analizaron secuencias de ADN conocidas como transposones o "genes saltarines", que pueden brincar desde una parte del genoma hasta otro, lo que en general provoca su duplicación. Con el tiempo, los transposones pierden esta habilidad, y sólo los nuevos pueden saltar sobre otros transposones. Al inspeccionar qué transposón estaba dentro de otro, los científicos pudieron determinar las familias de estos genes y las compararon con las de la raza humana, los galágidos y los saimiri.
"Los genes saltarines nos ayudan a entender cómo las especies se separaron las unas de las otras hace millones de años", aseguraron los investigadores. "el genoma del tarsero es un archivo moderno de las transformaciones evolutivas que llevaron al ser humano".
LEA MÁS:
Herencia maldita: la enfermedad sexual que los humanos se contagiaron de los neandertales
Turismo milenario: 10 de las ciudades más antiguas del mundo