La Bienal de Venecia, desde la perspectiva de la única representante argentina

La artista plástica Claudia Fontes fue seleccionada para representar al país en la prestigiosa cita. En diálogo con Infobae explicó el propósito del arte y por qué es siempre una expresión política

Bienal de Venecia, uno de los grandes eventos de arte global

"Para mí el éxito es estar enamorada de lo que hago". Claudia Fontes quizás no sea un nombre tan conocido en el día a día, pero en el mundo del arte no deja de sonar hace rato. Es el de una mujer, una artista. Una argentina que vive en Brighton, Inglaterra pero a través de su obra viajó por todos lados. Cree que hacer arte no es un lujo, y que el artista tiene ante todo una responsabilidad política. Como toda buena creativa y creadora, es intransigente.

En octubre, Cancillería anunció en una conferencia de prensa presidida por su director de Asuntos Culturales, Mauricio Wainrot, que la artista Claudia Fontes había sido la seleccionada para representar a la Argentina durante la 57ª Bienal de Arte de Venecia 2017. Uno de los eventos culturales más prestigiosos a nivel internacional, la Bienal se desarrollará en "La Serenissima" entre el 13 de mayo y el 26 de noviembre de 2017 bajo el ojo experto de Christine Macel, quien desde el año 2000 es curadora jefa del Centro Pompidou de París.

Claudia Fontes, la artista que representará a la Argentina en la Bienal de Venecia

Fontes, radicada desde hace 14 años en Inglaterra, llevará su obra "El problema del caballo", una instalación escultórica inédita. Su trayectoria es simplemente impresionante: se formó durante la década del '90 en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, y fue una de las participantes del Taller de Barracas en Buenos Aires, y luego estudió en la escuela de arte de Ámsterdam Rijksakademie van beeldende kunsten. Realizó muestras individuales en el MAMBA, y en varias galerías como Luisa Pedrouzo e Ignacio Liprandi Arte Contemporáneo. Participó en ferias de arte internacionales como Arco, ArteBA y ArtBO, y su trabajo forma parte de las colecciones del MALBA, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el MACRO en Rosario.

Quizás una de las piezas que más atención pública recibió fue "Reconstrucción del Retrato de Pablo Míguez", que flota sobre las aguas del Río de la Plata en el Parque de la Memoria, como parte del homenaje a los desaparecidos. Esta escultura representa a un niño que fue secuestrado durante la Dictadura. Es difícil de apartar la vista, y es aún más difícil de olvidar cuando los ojos se cierran.

“Foreigners”, de Claudia Fontes, realizada en porcelana, del año 2016. Colección particular (Bernard G. Mills)

En una entrevista con Infobae, Fontes habló sobre qué se siente representar al país en Venecia, y sobre cuáles son sus inquietudes como artista.

-¿Qué sintió al enterarse de que iba a representar a la Argentina en la Bienal de Venecia?

-Me puso muy feliz saber que iba a poder ver mi propuesta realizada. No pensé tanto en la Bienal, ni en la representación nacional, sino en el privilegio de que iba a poder ver y vivenciar lo que me había imaginado, algo que, por lo menos en mí, es un estímulo mucho más potente que las expectativas de consagración, el supuesto éxito profesional, o como quieras llamarlo. Para mí el éxito es estar enamorada de lo que hago. Sería una pesadilla si hubiera sido seleccionada para ir a Venecia con un proyecto en el que no creyera.

Luego cuando comencé a ver los efectos de la noticia en el público y la prensa me alegró mucho ver cómo comenzó a circular la obra del Parque de la Memoria en asociación a la noticia. Cualquier cosa que le sume visibilidad al Parque y a la historia de Pablo Míguez me parece ya en sí un logro enorme.

-¿De qué se trata la obra que va a llevar, "El problema del caballo"? ¿Qué quiere transmitir con ella?

-En "El Problema del Caballo" construí un campo semántico que me resulta muy fértil, en el que sigo encontrado capas de significado y posibilidades de juego aún luego de cristalizarse la idea en un 'proyecto', y seguramente seguirá evolucionando cuando comience muy pronto a trabajarlo en el taller.

Mi propuesta es una instalación escultórica, una escena congelada en el tiempo, como si fuera un fotograma, en la que interactúan tres personajes respondiendo a una situación de crisis de distintas maneras. Uno de ellos es el caballo del título. Intento trabajar siempre abriendo el sentido de las imágenes que propongo, no cerrándolo. Lo que busco con "El Problema del Caballo" es ofrecer perspectivas poéticas que perturben e interroguen al espectador sobre su lugar en el mundo y en la historia.

-¿Por qué eligió la figura del caballo como eje?

-Generalmente mi trabajo responde al contexto biopolítico en el que se origina, y en este caso tomé en cuenta los materiales con los que está construído el espacio del pabellón argentino y su historia, el marco institucional de la Bienal que impone la lógica de los "envíos nacionales" y la historia de la idea de "Nación" en Argentina. Una primera lectura de todos esos aspectos dio por resultado la imagen de un caballo gigante atrapado en el edificio, sosteniendo en su lomo toda la carga semántica del mismo. Luego fui completando la imagen con otros personajes y se armó una escena, que funciona en el espacio como una aparición. Las esculturas serán blancas, y pueden considerarse como la hoja en blanco sobre la cual se escribe el texto que dicta el contexto del Pabellón.

Su obra “Foreigners”, porcelana, 2016, colección particular (Bernard G. Mills)

-¿Cuáles son las temáticas más presentes en todas sus obras?

-Más que temáticas preferiría hablar de preocupaciones, y una preocupación que creo que es recurrente en todo lo que hago, no sólo en mi obra, es la necesidad urgente de inventar estrategias de descolonización a todo nivel, comenzando por lo más íntimo. Creo que los que nos dedicamos a hacer arte cumplimos un rol definitorio en ese aspecto.

-Una de sus obras más conocidas es la "Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez". ¿Cómo surgió la idea?

-"Reconstrucción del Retrato de Pablo Míguez" es más bien una excepción dentro de mi trabajo, una hermosa excepción. Es sólo que al estar en el espacio público es la obra que más se conoce, y sobre todo por el contexto de privilegio en el que está emplazada. La idea surge a partir de intentar responder a la convocatoria que se hizo en 1999 desde la Comisión Pro-Monumento para concursar con un proyecto para el parque escultórico de lo que sería el futuro Parque de la Memoria, que por entonces sólo existía en los planos.

Tenía una idea/imagen rondándome hacía ya un par de años de una figura sola parada en el paisaje, en el borde, alejada de la mirada de los paseantes. Algo así como un "Monumento al Margen". La convocatoria del parque me dio la posibilidad de ponerle a esa figura nombre, apellido, latitud y longitud. Desde el comienzo la imaginé en el agua, haciendo de faro del parque, eso definió el material, y luego me puse a buscar el caso. Buscaba el caso de un niño/a desaparecido/a que tuviera mi misma edad en el momento de su desaparición, pero también buscaba que fuera el caso de un chico o chica que hubiera sido sobrevivido por su padre o su madre, porque quería dedicarle la reconstrucción a esa persona, y que trabajáramos juntos. Así fue como llegué al caso de Pablo Míguez y de su papá, Juan Carlos. Mucha gente piensa que éramos parientes, o amigos de la familia, pero no, todo lo que hice fue buscar un caso con la sola motivación de ponerme en el lugar del otro y construir desde ese lugar. El compromiso emocional con la familia de Pablo vino después, mientras reconstruimos su imagen.

-¿Cree que todo arte en el fondo es político?

-Los artistas nos dedicamos desesperada y minuciosamente a buscar el sentido de lo que hacemos, de lo que percibimos. No me imagino una responsabilidad más política que esa. Ser buen artista es estar atento permanentemente al sentido de lo que hacemos. Las decisiones que tomamos sobre dónde exhibir, qué exhibir, y en qué circunstancias son decisiones políticas. Que sean buenas o malas decisiones políticas, de un signo político o de otro, cómodas o incómodas, es otra cuestión.

“Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez”, en el Parque de la Memoria (Graciela Díaz)

-Mauricio Wainrot catalogó a su obra como "teatral" durante la conferencia en Cancillería. ¿Por qué cree que la describió de esta manera?

-Yo no me animo a calificarla así porque no sé muy bien qué quiere decir "teatral", quizás debamos preguntarle a él. Sí veo un aspecto performático en todo lo que hago, desde el momento en que me siento enfrente de un pedazo de arcilla y comienzo a modelar, presto mucha atención al efecto de mis acciones en el espacio y su resultado sobre la materia con la cual trabajo. En el caso concreto del proyecto para Venecia, creo que Wainrot se refería a que montaré una escena con las esculturas en las que el sentido de lo que está pasando se descifra a partir de la postura de las figuras y por los modos de aproximación que la disposición de las figuras en el espacio proponen al espectador.

-¿Está la Argentina -y sus tradiciones- presente en su obra en general?

No sé muy bien qué son las tradiciones de la Argentina. La palabra tradición a mí me cae fatal. Argentina tiene 'tradiciones' terribles, como la de exterminar a aquellos que no cuajan con la idea de "Nación" de la clase patriarcal dominante, ya sean estudiantes, obreros, pueblos originarios, campesinos, mujeres, animales que se cruzan en el camino del Dakar, escolares fumigados con glifosato, o cualquier otro signo de vida diversa y vulnerable. Así que en ese sentido no, trato de que esas tradiciones no estén presentes en mi obra.

-¿Qué piensa del lema de la próxima edición de la Bienal "Viva Arte Viva"?

-Creo que cualquier celebración de la actividad artística es positiva. Si entendí bien, la curadora de la Bienal plantea celebrar el arte como estrategia de supervivencia, y en ese sentido mi proyecto creo que encaja muy bien en esta Bienal. Hacer arte no es un lujo. Es una conducta evolutiva que los humanos desarrollamos como especie: somos, hasta donde sabemos, la única especie capaz de llamar la atención de otros sobre el sentido de la vida. Eso es algo para celebrar.

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