En los últimos meses volvieron a primer plano muchas modas y gustos que parecían haber quedado olvidadas en la década del '90. De todas ellas, una de las más emblemáticas es un deporte que supo ser el segundo más practicado en la Argentina y hoy, tras 20 años de letargo, resurgió con fuerza: el padel.
Parte de este furor se debe al Buenos Aires Padel Tour, una de las etapas del World Padel Tour –el circuito más importante a nivel internacional-, es un auténtico suceso en La Rural. La atención se enfocó en un deporte que hasta hace unos años parecía en el olvido. "En los '90 era un boom. Había cerca de tres millones de personas que lo jugaban. Hoy lo están jugando aproximadamente unas 500 mil", comentó Lisandro Borges, empresario y CEO de Visión Deportiva SA, organizadores del certamen.
El argentino Fernando Belasteguín es el mejor jugador de padel del mundo desde hace 15 años y dirá presente en la cita. En España, donde reside desde el 2001, es comparado con Lionel Messi. Juega en pareja con el brasileño Pablo Lima, y su presentación será este martes a las 20. "El torneo es un éxito total. Tenemos vendidas más de 15 mil entradas, lo cual es un disparate. La capacidad es de 2.600 personas por día. Para viernes, sábado y domingo ya no hay entradas", detalló Borges.
El desarrollo en Argentina
Nacido en 1969 en la finca de un contratista de Acapulco, que le puso paredes a su cancha para que no la invadieran las plantas, este deporte fue sensación a fines de los '80 y durante toda la década posterior. Es una práctica que no tiene restricciones de edad, no requiere ningún talento ni una muñeca fina. Su fama de deporte inclusivo, que puede practicar toda la familia, generó muchos adeptos. Los argentinos Alejandro Lasaigues, Roberto Gattiker y Hernán Auguste fueron algunas de las figuras más reconocidas por aquellos tiempos.
La novedad de las paredes como parte de la superficie de juego lo diferencian de sus deportes hermanos, como el tenis o el ping pong, y generan un atractivo extra para los aficionados. "Cualquier persona que no está bien físicamente puede jugar, cosa que en el tenis no ocurre porque, con la raqueta y con el encordado, tenes que saber jugar. En cuanto a las reglas del juego, lo único que cambió es que ahora el que saca puede ir a volear, antes tenía que esperar a que la pelota pase la red una vez", explicó Borges.
Aún así, durante mucho tiempo tuvo sus detractores, sobre todo por las versiones que lo apuntaban como un deporte de alto riesgo de lesiones, sobre todo por desarrollarse sobre superficies de cemento. "El padel no es un deporte peligroso. Ese es un mito que se debe desterrar, ya que se trata de una disciplina con baja tasa de lesiones", afirmó Javier Maquirriain, traumatólogo del Cenard. "Hoy las canchas cambiaron, son de cristal y de pasto sintético con arena, con lo que se termina el mito de que es malo para las rodillas", agregó Borges.
Así como decayó el furor en Argentina, el contraste se reflejó en el exterior. El éxodo de los grandes jugadores llevaron a que se cree el World Padel Tour. Igualmente, el país sigue siendo el semillero del mundo: el 70% de los primeros 20 jugadores del mundo son argentinos. Y ello se explica, en buena medida, porque prendió rápido y fuerte en nuestro país: nombres como el de Díogenes de Urquiza, Oscar Nicastro, Alberto Villaverde, Jorge Brito, Julio Menditeguy, Constancio Vigil o el mismísimo presidente de La Nación, Mauricio Macri, fundaron el 21 de noviembre de 1988 la entidad máxima del deporte, la Asociación Padel Argentino.