La masificación de internet alrededor del mundo abrió un abanico casi infinito de posibilidades. La educación también sigue esa lógica de apertura. Quien disponga del dinero y el deseo de realizar cursos o estudios universitarios en el exterior, sin importar la distancia que lo separe de la institución, puede hacerlo. Aunque el aprendizaje online se puede transformar en una estafa si no se analiza en detenimiento a la entidad.
Algunas de las instituciones que ofrecen la posibilidad de hacer cursos, carreras de grado y hasta posgrados en línea carecen de la acreditación necesaria. Detrás de una fachada de modernidad, cautivan y defraudan a miles de estudiantes. La alarma se expandió en los últimos años por la multiplicación de estas universidades ficticias.
En un extenso documento publicado en 2007, llamado "Escuelas corruptas, universidades corruptas. ¿Qué se puede hacer?", la Unesco ya alertaba acerca de este lunar en el sistema educativo mundial. El informe aseguraba que la cantidad de universidades ficticias publicadas en internet se habían cuadruplicado y llegaban a un total de 800.
Los autores del informe, Jacques Hallak y Muriel Poisson, reconocieron que la irrupción de internet promovió el "contrabando" de diplomas, títulos y credenciales falsas, y definieron el fraude académico como "la utilización de una institución pública para el enriquecimiento privado en el campo académico, especialmente en el ámbito de la investigación y la emisión de títulos de educación superior".
Las estafas alrededor de la educación a distancia no es una problemática que solo atañe a Estados Unidos y otros países desarrollados. De hecho, el Observatorio de Internet -una asociación dependiente del gobierno español que busca proteger al cibernauta- ubicaba a Argentina en el primer lugar para el tráfico y la venta ilegal de títulos universitarios. A nuestro país lo sucedían China y Corea del Sur en esa suerte de ranking de fraudes.
Francisco Canals, el entonces director de la asociación española, que analizó numerosos casos de fraudes educativos, señaló: "Si a alguien le envían el título y lo utiliza fraudulentamente, la responsabilidad es suya, pero también de quien está fabricando titulaciones falsas". A su vez, el especialista comentó que "el problema número uno es que internet es un fenómeno global y la policía pierde jurisdicción. Muchas páginas se lanzan desde otros países y lo que aquí es ilegal puede que allí no lo sea".
Eso fue lo que ocurrió en Rochville University, cuyo código postal se hallaba en el estado de Texas, pero sus operaciones tenían lugar en Dubai. El escándalo tomó una mayor dimensión a partir de la utilización de un perro con el objetivo de poner en relieve el fraude. En 2009, un can de nombre Chester logró obtener un título de posgrado.
Victoria Phillips, la dueña del animal y CEO de GetEducated.com, una empresa que se dedica a evaluar universidades online, presentó la solicitud de Chester junto con 499 dólares a la Universidad Rochville. Una semana más tarde, desde Dubai, llegó el título que prestaba conformidad de la supuesta aprobación de los estudios.
Los medios le dieron una amplia cobertura al caso y la reputación de la institución quedó irreversiblemente dañada, pero eso no les hizo modificar su modus operandi. A simple vista, la universidad -que todavía hoy funciona- ofrece una sensación de legitimidad. En su descripción se jactan de haber recibido 54.000 estudiantes entre las carreras de licenciatura, los másters y los doctorados. Pese al escándalo, dos años después, se comprobó que aún alguien que lo desease podía comprar un título sin mayores inconvenientes.
Las universidades truchas en línea, en su mayoría, son fácilmente detectables. Según Canals, las instituciones fraudulentas ofrecen títulos en un plazo de tiempo, como 30 días, que serían imposibles de conseguir en una entidad apegada a la ley. Para comprobar la validez de la universidad, el primer paso es verificar que posea la acreditación que cada país demanda.
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