Los Juegos Olímpicos, una luz para la igualdad de género

Por primera vez en el máximo evento del deporte mundial casi la mitad de los atletas participantes son mujeres. La importancia de la educación no solo para la competición sino también una sociedad más igualitaria

Las mujeres acaparan cada vez más disciplinas olímpicas (Shutterstock)

Más allá de las proezas o decepciones deportivas, en la 31º edición del máximo evento del mundo se destacaron otras particularidades como la participación del primer equipo de refugiados o la histórica presencia del primer equipo de Sudán del Sur, además de ser el bautismo del evento deportivo en América del Sur. Pero hubo otra novedad más importantes aún: por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos, aproximadamente el 45 por ciento de los atletas son mujeres.

Compitiendo en las 28 disciplinas olímpicas, incluidos los deportes siempre asociados al hombre como el fútbol o el rugby, durante la competencia participaron más de 200 países. Sin embargo, en cada tierra las experiencias que vive el género femenino son diferentes.

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Por ejemplo, en la India, cuna de la medallista olímpica y subcampeona mundial de bádminton Saina Nehwal, las niñas están expuestas a la violencia de género y son propensas a sufrir enfermedades crónicas e infecciosas. O en Etiopía, sede originaria de la bicampeona olímpica de 10.000 metros Tirunesh Dibaba, una de cada siete menores se casan antes de los 15 años.

En muchos lugares de todo el planeta, a medida que las niñas se acercan a la adolescencia su mundo se achica. La movilidad y las oportunidades disminuyen. Pueden ser incapaces de asistir a la escuela, no ser libres de elegir la vestimenta preferida o llevar el corte de pelo que más les guste.

Distinta es la realidad en otros países, como por ejemplo Estados Unidos o Rusia, en los que el objetivo está puesto en formar atletas de primera categoría desde la infancia. Con simplemente observar a estos atletas compitiendo en un escenario global, su ejemplo puede resonar en las sociedades de todo el mundo. Pueden servir de inspiración para para muchas niñas y mujeres a creer que sus sueños pueden hacerse realidad.

El deporte puede abrir la posibilidad de un cambio transformacional en las sociedades, solventando no solo para la condición física, sino también para la formación cultural. Los países que invierten en la educación de las niñas tienen menos cantidad de muertes maternas e infantiles y una tasa más baja de VIH y SIDA, además de una mejor nutrición infantil. Y un año adicional de escuela secundaria puede aumentar los ingresos futuros entre el 10 y 20 por ciento.

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La mejora de calidad en la educación le permitirá elevarse de la pobreza que las detiene a las mujeres y les brindará la capacidad de utilizar sus voces, desarrollando habilidades de liderazgo para cambiar las percepciones que recaen sobre ellas.

La igualdad de género es un tema irresoluto a nivel global y que incide en muchos aspectos cotidianos, aunque parezcan imperceptibles. Y el deporte puede ser la llave que equilibre oportunidades, ya que mediante valiosos ejemplos quedó en manifiesto que es posible reducir las desproporciones, tanto en el campo de juego como en la vida diaria, para un futuro equitativo.