Cómo hablar de sexualidad con los hijos pequeños

La intimidad es todavía un tema tabú para muchos adultos en su relación con los más chicos. Dos especialistas dieron a Infobae una guía práctica para vencer esa barrera y entender cómo se experimenta el placer los primeros años de vida

Ante las preguntas “incómodas”, siempre es mejor contestar corto, concreto y con la verdad (Shutterstock)

Según la Real Academia Española, la sexualidad es el "conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo", y también el "apetito sexual o propensión al placer carnal". Precisamente, esa última acepción es la que primero viene a la mente de la mayoría de las personas al referirse a tal concepto.

La intimidad es un factor que acompaña al ser humano desde su nacimiento. Sin embargo, todavía representa un enorme tabú a la hora de transformarlo en palabras. Y quizás el escenario más complejo es el del diálogo entre un padre y un hijo. ¿Por qué el hombre adulto se ruboriza cuando su hijo le pregunta "¿por qué mamá no tiene pito?".

La idea de sexualidad como algo directamente asociado a la genitalidad hace que se pierda de vista que, en realidad, el humano es un sujeto sexuado desde el nacimiento y que vive la evolución y modificación de las zonas erógenas.

"En el recién nacido predomina la sexualidad oral manifestada a través de la succión. Con la aparición de la etapa del control de esfínteres predomina la sexualidad anal y finalmente, alrededor de los cinco años, el niño descubre las zonas sexuales propiamente dichas. Todas estas regiones con sus diferentes manifestaciones pueden coexistir a lo largo de toda la vida porque la erotización es algo que abarca a todo el cuerpo", explicó a Infobae la médica psicoanalista Ana Rozenbaum, miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en psicoanálisis de niños y adolescentes.

La idea de sexualidad como algo directamente asociado a la genitalidad hace que se pierda de vista que todos somos sujetos sexuados desde el nacimiento

Según aclaró la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), especialista en maternidad y crianza "Freud en su revolucionario 'tres ensayos sobre una teoría sexual' puso de manifiesto que, a diferencia de lo que se creía que la sexualidad se iniciaba en la pubertad, existe una sexualidad infantil". En ese ensayo, define a la sexualidad como perversa y polimorfa. "Perversa, porque el fin estaría desviado ya que no sería la procreación, y polimorfa, debido a que su satisfacción no se daría solamente en la zona genital, sino que que adquiere diferentes formas en diferentes zonas erógenas", detalló Ruda en diálogo con Infobae.

Y tras asegurar que "ya los bebés muestran signos de sexualidad, entendiendo entonces como tal a todo aquello que nos genera placer", la especialista aseguró que "el parto tiene que ver con la sexualidad, al igual que el embarazo y la lactancia; el placer de amamantar tiene en sí mismo un placer sexual que, en muchos casos, genera culpa y es un motivo frecuente para no amamantar".

div>

"El bebé estimula zonas erógenas -como la boca- desde el primer momento y la succión no sería sólo el medio por el cual adquiere el alimento sino que, además, hay placer sexual en dicha actividad. Hay satisfacción en succionar -aclaró Ruda-. Luego, en la fase anal, el placer pasa por 'retener y soltar'. Se ve claramente en las nenas cómo se aguantan las ganas de hacer pis hasta último momento sintiendo de esta manera placer en la zona genital y, por qué no, disfrutando de ello. Experimentar el control sobre el propio cuerpo también es una instancia de placer sexual".

Luego, la etapa fálica se da de diferente manera en niños y niñas y se desencadena a partir de cómo cada uno vive la diferencia anatómica entre los sexos. "Tras una etapa de latencia, en la cual la sexualidad queda sublimada para dar lugar a la integración a la cultura, llega en la pubertad la etapa propiamente genital, en la cual se desarrollan y devienen en cada sujeto los intereses sexuales ya determinados (inclinaciones sexuales) y donde la satisfacción es principalmente genital, aunque esto no quiere decir que las anteriores desaparecieron", continuó la especialista.

Momentos incómodos que no deberían serlo tanto

Alrededor de los tres años, los niños descubren la diferencia anatómica de los sexos (Shutterstock)

Alrededor de los tres años, los niños descubren la diferencia anatómica de los sexos: toman conocimiento de que los varones tienen pene y las nenas vagina. Es una etapa de exhibicionismo y necesidad de conocerse y tocarse.

"Obviamente, ellos no tienen aún pudor y esto lo pueden hacer en cualquier momento y lugar, lo que a los padres les genera mucha incomodidad -anticipó Ruda-. Lo ideal es no reprimir situaciones como estas y hacerles saber que comprendemos que les guste, ya que a nosotros también nos gusta. Es sano y necesario que lo hagan. Uno como adulto puede ofrecer una alternativa a esa situación diciendo, por ejemplo, que uno no puede tocarse en cualquier momento y lugar pero que si quiere puede ir a otro lugar a hacerlo en privado (en caso de estar en una casa ajena)".

Los padres suelen desconocer lo "normal" de esta situación y al haber sido reprimidos en su infancia, ésta les genera, en ocasiones, vergüenza. La mejor reacción sería naturalizar todo, ya que es una etapa de descubrimiento donde no hay ninguna otra intención. Lo mismo cuando el descubrimiento es entre pares. Más de una vez podrá presenciarse una situación en la que se tocan entre ellos.

Los padres suelen desconocer lo “normal” de las situaciones que desencadena el descubrimiento de las diferencias entre los sexos debido a que fueron reprimidos en su infancia

"Esto no tiene nada de malo ya que es algo inocente de los niños. De todos modos, siempre se debe prestar atención a que sea entre niños de la misma edad y siempre y cuando haya voluntad de ambas partes. En tanto uno no quiera más, se le marca el derecho que tiene de mandar sobre su cuerpo", enfatizó la especialista.

"¿Por qué mamá no tiene pito?" es una pregunta que implica una respuesta simple y que más de una vez desconcierta a los adultos. "Los varones tienen pene y las nenas no", es una opción viable. "Ante preguntas como estas siempre es mejor contestar cortito, concreto y con la verdad. No extendernos en explicaciones, ya que ellos no las necesitan porque, en realidad, arman sus propias teorías", recomendó Ruda.

Esto aplica -sobre todo- ante la pregunta "¿de dónde vienen los bebés?", ya que dependerá de la edad del niño la capacidad para comprender dicho concepto.

"En esta etapa, donde comienza a conocerse el cuerpo y las zonas de placer, muchas veces quieren mirar y tocar el cuerpo de sus padres. Estará en cada adulto cómo responder a este pedido. Mientras el adulto no se excite con esta situación, no habría problema", recomendó la especialista, quien aclaró que "los más chicos quieren ver o tocar como lo hacen con cualquier otra parte del cuerpo".

"Que cada uno responda según su propio pudor; ese es el límite. Jamás censurar la curiosidad del niño, pero tampoco contestar sintiéndose incómodo", analizó la especialista.

En perspectiva, Ruda fue contundente en cuanto a la evolución que se dio respecto a este campo tan poco explorado: "Quizás venimos de una época donde la sexualidad era más reprimida e incluso había muchos tabúes, como el creer que si nuestros hijos nos veían desnudos, iban a desarrollar algún tipo de perversión. Y la verdad es que no necesariamente es así. Generalmente depende de cómo nos relacionamos con la sexualidad y cómo la transmitimos".