Guillermo Andino, íntimo: "A mi papá lo extraño todos los días"

En una entrevista íntima con Infobae, el conductor recordó con orgullo los dos grandes pilares de la herencia de su padre Ramón: la pasión por el periodismo y el amor por la familia. Un viaje por el costado más personal del hombre de las noticias

La puerta se abre y aparece su esposa. "Ahora viene", fueron las palabras de Carolina Prat mientras luchaba para que el perro de la familia no saliese de la casa. Son menos de 10 minutos de espera en un living impecable. Varios sillones, un reloj antiguo y una estructura de ladrillos rústicos con un ventanal a lo ancho que permite ver más allá del ambiente. A lo lejos, Ceferino, el jardinero, empareja el césped bajo un sol pleno y una brisa encantadora que embellecen la pileta. Entra en escena él. Guillermo Andino. Periodista y conductor televisivo. Saluda sonriente y pide disculpas por la demora. "¿Dónde me siento?".

Una canción suena de fondo, pero a él no lo distrae. "No pienso en lo que me falta, sino en lo que tengo y puedo disfrutar. A mis 48 años, los objetivos son otros. Las metas llegarán si el trabajo se desarrolla a partir del disfrute y el equilibrio". Aparece Ramón, el hijo más pequeño del periodista, de 1 año. Pero en una ráfaga vuelve a desaparecer. "Mis hijas (Sofía -15- y Victoria -9-) también son mi debilidad, pero Ramón me puede. Siempre está de buen humor", destacó.

Sucede que el periodismo es su vida y eso lo enorgullece. "El año que viene cumplo 30 años en la profesión". Andino, indirecta o directamente, incorpora el periodismo en la conversación. La lectura, el aprendizaje, la comprensión, la creatividad y el respeto no son sólo palabras para él. Las encolumna detrás de otra más poderosa: la vocación, la cual repetirá en reiteradas ocasiones.

–¿Algún sueño profesional que te quede por cumplir?

–Yo tengo un solo tatuaje en mi cuerpo, que nos lo hicimos con Caro. Dijimos: 'qué nos podemos hacer, qué nos proponemos en la vida'. El equilibrio. Cuando empecé la carrera a los 18 años después de la muerte de mi papá, nunca imaginé a la profesión desde el sentido oneroso, sino desde el aprendizaje. Entonces no pienso en lo que me falta, sino en lo que tengo y puedo disfrutar.

Amor por el trabajo, ética profesional y dedicación a la familia. Para el periodista, cuando esos tres valores se alinean, lo demás viene solo. "Una cosa es pensar en lo que me falta y otra muy distinta es proponerme horizontes. Mi mayor pelea es diaria y es lograr que mis hijos sean buenas personas. En el ámbito laboral, crecer y ser un poco mejor al día siguiente", explicó Andino.

– ¿Cómo eras en la facultad?

– Nunca quise ser el mejor, simplemente aprender. Ir por lo que me gustaba pensando en lo vocacional. Perder a mi papá me cambió mi vida: pasé de ser un estudiante de la mañana pago por su viejo a pedir una beca para poder ir a la noche.

“Cargué el apellido como una presión pero con un desafío: trascender el hecho de ser ‘el hijo de’”

Su infancia, en Parque Patricios, es motivo suficiente para que él mismo rompa el mito que lo ubica -en alguna época- como hincha de Huracán: "En mi infancia he ido a la cancha con mi papá algunas veces, pero Racing es mi único amor desde chico. Lo iba a ver con mis primos", explicó el hijo de Ramón y Blanca, también hermano menor de Marisa.

– ¿Qué le aconsejarías a un joven que sueña con ser periodista?

– Que tenga vocación. Alguien que busca dinero no se puede dedicar al periodismo. La capacidad, la suerte, tirar el currículum en el momento justo, son factores importantes. El periodismo tomó protagonismo a partir de lo que nos pasa. Es difícil ganarse un nombre porque cada vez hay más medios y el camino está más ensanchado, pero hay que intentarlo.

El periodista de 48 años en la habitación con sus colecciones y hobbies que más disfruta de su casa (Mauro Franceschetti)

Lo que sucede en el periodismo es inherente a todas las carreras. "Termina el que tiene vocación y capacidad para poder seguir estudiando. Yo trabajé por ser 'el hijo de' pero nunca en forma paralela a mi viejo. Esta es la muestra de que se puede hacer una muy buena carrera sin depender de alguien en específico", dijo Andino.

– ¿Sos periodista gracias a tu papá?

– Seguramente sí. Hay algo que viene de generación en generación, donde el ambiente te lo hace respirar. Y después está el gusto propio. Cuando era chico a mi papá -por ese entonces Ramón Andino era Secretario de Redacción del Diario Clarín- le mandaban 12 diarios a mi casa. Nos chocábamos con las noticias. Actualmente, tenemos una biblioteca en una habitación y con Caro llevamos a las chicas a la librería, porque queremos que ellas elijan un libro que les guste, pero que lean. Leer te hace crecer como persona. Hace que no tengas faltas de ortografía y abre la cabeza a la imaginación. Inevitablemente la lectura y la literatura tienen mucho que ver con lo que nosotros hacemos. Después, obviamente, está el tipo de periodismo que cada persona desee realizar.

Sigo siendo un tradicionalista del papel. Me gusta leer los diarios en su soporte original

Guillermo Andino debutó en la televisión a los 19 años como conductor del noticiero que encabezaba su padre en Canal 13. A un mes del fallecimiento de Ramón, un joven entusiasta aceptó el ofrecimiento que marcaría su vida para siempre. "No tuve mucha opción. Mi papá no nos dejó herencia material, pero sí un legado como persona que aún nos perdura junto a mi hermana".

– ¿Existe algún momento específico en el que extrañás más a tu padre?

– A mi papá lo extraño todos los días. A veces me imagino qué cosas me hubiese respondido y me doy cuenta que me quedaron muchas cosas pendientes. Yo estaba saliendo de la adolescencia y es cuando empezás a hablar mano a mano con tu viejo: de trabajo, fútbol, mujeres, la vida. A esa edad tu papá es Superman y después te distanciás, pero cuando estás por volver a abrazarlo, ahí es donde me pasa. Calculo que si viviera estaría muy feliz con mi hermana, con sus hijos, con mi matrimonio y los míos. De eso estoy seguro. Si estuviera acá me diría: 'vas bien, seguí así'".

Una foto de su infancia: Andino exhibe la puerta de la casa en la que nació. (Mauro Franceschetti)

"¿Qué nos dejó mi papá? No perder las costumbres familiares. Seguir juntándonos con mi hermana, con sus hijos, mi familia y compartir reuniones y comidas. Mi papá nunca nos dijo que nos amaba, pero no tengo duda de que lo sentía. Lo mejor que yo le puedo dar a mis hijos es esto que nace de los lazos familiares y que heredé de mi padre y él del suyo".

También hay lugar para la emoción y otro poco para la reflexión. "Hace mucho que no me pasaba esto", confesó el periodista, quien buscó perder su mirada para que las lágrimas no se adueñasen de él. Amagó una vez y se recompuso. Pero no aguantó. Se tomó su tiempo, sonrió y en sus ojos apareció el brillo. El conductor, apasionado y coleccionista de los recuerdos, es testigo nuevamente del rostro inocente de su hijo. Ahora tiene otro motivo para volver a sonreír.