Unas décadas atrás, en Estados Unidos, nació una nueva noción de la moda: el power dressing. Esta expresión se utilizó para describir un estilo de vestir que les permitió a las mujeres ratificar su autoridad en el ámbito profesional a través del vestuario. En ese momento de surgimiento, el power dressing denotaba una forma de vestir conservadora y tradicional -hasta masculina- muy influenciada por el clásico traje sastre instaurado por Chanel en los años 20.
El concepto evolucionó a través de los años para destacar hoy no sólo a la figura femenina en todo su esplendor, sino también para darle a la moda un rol amplificador de ese poder natural y genuino que logró la mujer. Y no que sea la moda solamente la que legitime ese poder natural.
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— SixOClockTea (@six_oclocktea) 6 de junio de 2016
Lo cierto es que la ropa es una parte esencial de la identidad de la mujer, y el atuendo que se elije para el día ejerce influencia en la forma en la que interactúa con el mundo a su alrededor. Así lo confirmó un estudio de Kellogg School of Management de la Northwestern University, en Illinois, Estados Unidos, y publicado en The Journal of Experimental Social Psychology. En esta investigación se comprobó que la indumentaria que la persona luce tiene una notable influencia en sus procesos psicológicos, debido a dos factores: el significado simbólico de las prendas y la experiencia física de llevarlas puestas.
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Es por eso que las mujeres más poderosas del mundo -ya sea políticas, CEO, emprendedoras, escritoras o actrices- utilizan la fuerza de la moda para reflejar su profesionalismo y para establecer su lugar en la industria en la que desarrollan sus actividades.
Algunas, como Angela Merkel, prefieren llevar casi un uniforme que le diga al mundo el tipo de trabajo que realiza y qué tan serio se lo toma. Otras, como Michelle Obama, son más eclécticas en su vestuario, lo que también denota una personalidad vivaz, que busca inspirar, mostrar creatividad y su habilidad multitasking.
La moda ayuda a que una mujer exprese su personalidad, sin la necesidad de emitir una palabra.
Para una mujer, el atuendo profesional se utiliza para interpretar uno de los roles más importantes de su vida.
Algunas prefieren tacos altos y otras escogen la comodidad de las chatitas. Unas optan por permanecer dentro de una gama determinada de colores -ya sea negro, azul, o gris- mientras que otras sienten la necesidad de ir cambiando la paleta de su vestuario todos los días.
"La moda ayuda a que las mujeres se sientan seguras de sí mismas, pero no es la moda la que refuerza el poder", aseguró Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, una de las protagonistas más importantes de la política de Europa e impulsora de políticas sustentables en la capital francesa.
Hidalgo se destaca por un sentido de la moda que conjuga de manera armoniosa los códigos de etiqueta más tradicionales, como un traje bien entallado, con elementos más trendy, como pañuelos de colores o camperas de cuero. "En cuanto a mi ropa, busco una sensación de libertad y tranquilidad, ya sea si tengo que recibir a la reina de Inglaterra o intervenir en la Asamblea General de la ONU en Nueva York".
Michelle Obama es una de las mujeres más influyentes del mundo. Durante su paso por el país este año, la primera dama estadounidense optó por un vestido azul eléctrico para dirigirse hacia un grupo de más de 450 estudiantes argentinas de diversas escuelas secundarias, de entre 16 y 18 años. Su vestuario es colorido, versátil y muy femenino. Demuestra su inteligencia y poder al destacar sus mejores rasgos y al enorgullecerse de ser mujer, lo que va de la mano con la filosofía de vida de una mujer que una vez dijo: "Una de las lecciones con las que crecí fue la de siempre ser fiel a mí misma y nunca dejar que nadie trate de distraerte de tus objetivos".
La mujer más influyente es sin dudas la canciller alemana Angela Merkel, y es por eso que Forbes la ubicó en la cabeza del ránking anual de las 100 mujeres más poderosas del mundo. Ella es la líder mundial que más logra desafiar con inteligencia todos los retos económicos y políticos de la Unión Europea. Y, a pesar de su casi perenne traje -a veces con pollera y a veces con pantalón-, la canciller se animó en el 2008 a un escote que fue el titular de varios artículos en medios del mundo. Demostró que se puede ser femenina en el universo de la política.
La diseñadora de alta costura Diane von Furstenberg se convirtió en una firma de renombre en los años 70 con su wrap dress que dejó al mundo boquiabierto. Hoy, a sus 69 años de edad, logra una unión casi perfecta entre mujer emprendedora y un estilo digna de una de las féminas más influyentes de la industria de la moda. Con prints multicolores, y cortes elegantes y sofisticados, la diseñadora belga transformó su vestuario en una forma de expresión, y denota su espíritu artístico a través de su ropa.
De esta manera, el icónico corte de pelo de la editora de Vogue Anna Wintour; los impecables pañuelos Hermés y la tonalidad de pelo gris brillante de la directora del organismo internacional del FMI, Christine Lagarde hacen que el talento de estas mujeres se potencie por estos "guiños" de estilo. Y en esta línea también aplica la elegancia y belleza natural de la primera dama argentina Juliana Awada que fue reconocida de manera inmediata por los principales diarios del mundo por su belleza natural.