(ATENCIÓN: ESTA NOTA CONTIENE SPOILERS) HBO emitió el último capítulo de la miniserie Chernobyl que sorprendió a toda la audiencia. Con un boca en boca fenomenal, cada episodio la convirtió en uno de los mejores estrenos del año.
Pero, ¿por qué atrajo tanto esta historia? Tal vez porque sabíamos muy poco de lo que sucedió. Teníamos conocimiento sobre la consecuencia de la radiación pero ignorábamos todo el proceso detrás de este hecho. Y el contexto histórico en el que sucedió terminó siendo la clave para entender esta catástrofe.
Esto se debe, en parte, a que Chernobyl integraba un sistema nefasto dentro de lo que fue la Unión Soviética. Mentiras y más mentiras para cubrir una red de autoritarismo inútil y extremo. Y las consecuencias de esto fueron miles de muertes que podrían haberse evitado. Porque la Nación siempre está por sobre los ciudadanos, aunque eso implique el peor de los desastres de la humanidad.
Decir la verdad se convirtió en la peor muerte. En el primer episodio de Chernobyl, Valeri Legasov -científico soviético, miembro de la Academia de las Ciencias de la Unión Soviética- está grabando unas cintas de audio en las que cuenta su verdad: cuáles fueron las causas de la explosión en la planta nuclear. Acto seguido se suicida: se cuelga y muere ahorcado. Pero el horror del personaje no es este final tan fatídico. El final del científico comienza cuando recibe el llamado con el que le anuncian la explosión.
A lo largo de los cinco episodios sentimos en nuestro cuerpo las quemaduras de la radiación y el ruido que adelanta lo que viene: ese monstruo que no se ve y destruye. Ese terror creado por la acción humana, por un hombre que decide no seguir los protocolos de emergencia y hace todo mal.
Un error humano. Una decisión que no debía tomarse. Y una obediencia debida que tuvo como consecuencia las peores atrocidades. Cadenas de acciones humanas mal tomadas que luego intentan revertir los científicos en un país en el que decir la verdad era un delito. El sistema comunista tenía que seguir subsistiendo a toda costa. Por eso las mentiras debían seguir circulando y la verdad no debía ser revelada.
Al finalizar el último episodio, aparecen imágenes de los verdaderos protagonistas de la trama de Chernobyl y citan a Gorbachov, que reconoce que lo sucedido fue el comienzo de la caída de la Unión Soviética.
Legasov terminó siendo víctima de las mentiras que le obligaron a decir y de las verdades que pudo contar a medias. Porque él sabía que la explosión se podría haber evitado y también que acusar a miembros del partido de trabajadores de la planta era una tarea que no iba a dar buenos resultados.
Chernobyl terminó y nos dejó varios interrogantes: ¿cómo hubiesen actuado los miembros de esta planta nuclear bajo otro régimen u otro país? ¿Por qué la KGB no reaccionó a tiempo y dio a conocer la verdad? La Unión Soviética solo reconoció 38 muertos (entre los que se encontraban quienes estaban en el lugar cuando se produjo la explosión y los bomberos que se acercaron al lugar del hecho) pero están calculados en miles. De hecho es imposible vivir en Prípiat incluso hoy en día por el riesgo latente de la radiación.
"¿Por qué preocuparse por algo que no va a ocurrir?", le dice el líder de la KGB a Legasov cuando lo presionan para que no hable más. "Es perfecta esa frase. Deberían imprimirla en nuestro dinero", responde el científico. Nuevamente la paradoja se apodera de Chernobyl.
Y finalmente Legasov queda atrapado por el sistema soviético y su red de manejos y de mentiras. "Ser científico es ser ingenuo. Estamos tan enfocados en encontrar la verdad. La verdad siempre está ahí, la queramos ver o no. Antes le temía al costo de la verdad. Ahora me pregunto cuál es el costo de las mentiras", así se despide esta serie que nos hizo reflexionar acerca del alcance de los fanatismos y las órdenes injustas en un régimen totalitario.
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