Solo quedan dos episodios para el final de Game of Thrones. Apenas dos domingos más y concluirá la historia que más espectadores tuvo en los últimos años. El mundo deberá seguir funcionando sin esta serie de HBO, pero todavía lo sentimos "lejano". Ya llegará el momento de extrañar, añorar y superar la abstinencia que nos va a provocar el adiós a GOT.
Pero este domingo nos deleitamos con una nueva entrega de la historia de George R.R. Martin. ¿Era el episodio que nos merecemos?
Llegó la calma y el reposo luego de un episodio lleno de violencia, muertes y euforia. Era hora de barajar y dar de nuevo porque el juego de tronos no descansa nunca.
Porque de esto se trata esta serie, de un trono de hierro que todos disputaron pero solo una persona puede ocuparlo. ¿Quién es el elegido y el que finalmente será ungido como rey o reina? (ATENCIÓN: A PARTIR DE ACÁ HAY SPOILERS).
A lo largo de las siete temporadas y de lo que va de esta octava sentimos que ese objetivo estaba lejos pero hoy-luego de la derrota del ejército de lo muertos-parece ser la misión en la vida de cada uno de los personajes.
Este episodio podría ser analizado desde la cuestión femenina: el bloque Sansa/Arya que intenta entender la dualidad de Jon Snow, Daenerys Targaryen que se siente sola y sin reconocimiento en Winterfell y la eterna malvada Cersei Lannister que ya no tiene nada para perder salvo su trono.
Capítulo aparte merecen Brienne De Tarth y su debut con el hombre que amó desde siempre, Jamie Lannister. Su conexión a los sentimientos lejos de las armas y la guerra nos devuelve a los espectadores a una mujer tierna y sufrida, pero leal y valiente. Sin embargo esta historia de amor no tiene mucha vida si no se logra el objetivo principal: la destrucción de Cersei Lannister.
El redimido y revelado hermano/amante de Cersei tiene un objetivo claro y sabe que solo él puede vencer y derrotar a su hermana.
Pareciera que ya casi dejó de ser un secreto que Jon Snow, aquel que conocimos como bastardo, es el verdadero heredero del trono por sus ascendentes Stark y Targaryen. Pero este hombre no parece tener ansias de poder y quiere someterse al reinado de su tía/amante Daenerys (nuevamente aparece el tema del incesto en la serie). Pero sus "hermanas" Sansa y Arya no confian en Daenerys. Ni en Cersei. Ni en nadie que no sea familia.
¿Era Cersei el verdadero enemigo a vencer? ¿Resultó más sencillo destruir al Rey de la Noche?
Por ahora, la triunfadora sigue siendo Cersei, que se cobró la vida de un "hijo" de Daenerys cuando asesinó a uno de los dragones. Pero en la cuenta la reina Lannister lleva tres descendientes muertos. Ella sabe de sufrimiento y de dolor. Ya nada la frena. Nadie la asusta. ¿Solo alguien inesperado como Jamie puede derrotarla?
¿Y Tyrion? Su participación en este episodio solo aceleró una tragedia que ya estaba anunciada desde varios minutos (Missandei y su "Dracarys" quedarán guardados en la retina de Daenerys para una venganza segura) . Sabemos que Cersei ya no escucha a su hermano pero la pregunta es si estará dispuesta en algún momento a matarlo. Porque recordemos que Tyrion fue el verdugo de su padre y protegido por Jamie para escaparse. La suerte de Tyrion pareciera ser infinita pero esto es Game of Thrones, y todo puede suceder. Nadie tiene su papel asegurado.
Apuestas sobre quiénes van a sobrevivir, temores de que triunfe el mal e injusticias con personajes secundarios que dieron todo a la historia forman parte de los cuestionamientos que surgen cada vez que finaliza un episodio de este temporada. Porque el final ya llega. Y en dos domingos le daremos el último adiós a la serie que cambió la forma de contar historias en la televisión.
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