Es una mujer que suele derrochar simpatía y buen humor a cada paso. Sin embargo, Marina Calabró no pudo evitar la angustia y la tristeza durante su paso por Vino para vos, el ciclo que conduce Tomás Dente por la pantalla de KZO.
Llegando al final del programa, es ya tradición que el invitado haga su propio mea culpa por alguna situación puntual de su vida en la que sienta que falló o que no actuó de la mejor manera, y eso fue lo que movilizó a la panelista de Intrusos.
"Tendría que haber estado más con papá (Juan Carlos Calabró). Yo no sé, me dolió tanto su agonía que me costó acompañarlo. Lo negaba, era mi manera de negar, o iba al sanatorio a ver a Coca, y me costó ponerle el cuerpo a su enfermedad como sí lo pudo hacer Iliana. Pero no por desaprensiva o por estar demasiado ocupada, o por no haber sabido hacerme el tiempo, no. Por no haber tenido recursos interiores para afrontarlo, no pude", se sinceró, entre lágrimas.
"Y era consciente de que no podía, yo sabía que no era un problema ni de tiempo ni de desaprensión, desinterés cero. Es que, como a él, me cuesta afrontar la muerte y me cuesta pararme frente a la agonía y la idea de ponerle el cuerpo a una enfermedad. Fue una enfermedad muy demandante, de mucha internación, de mucho deterioro físico, y en algún punto, además de admirar que Ileana pudo, envidio que haya podido. No sé si tiene lugar la palabra envidio, pero me hubiera gustado poder yo, y le agradezco que ella no se haya cubierto", agregó.
"Y me acuerdo que un día yo venía manejando desde el centro, e Iliana me dice "Mari, no te puedo cubrir más", él necesita que seas vos la que esté acá. Y cuando me lo dijo así crudo, y me dijo Mari, papá se va a morir y necesita que estés vos, no puedo poner más excusas, él quiere que estés. No me lo dijo pero lo sé, necesita que estés, porque hasta ahí yo iba más a acompañar a Coca, o a tomar un tecito y partía, ¿viste?, el que no se involucra demasiado. No es que no iba, ni que me borraba, pero no le puse el cuerpo, no pude ponerle el cuerpo, no pude. Y por un lado digo bueno, lo acepto como una limitación, lo trabajaré, lo trabajé y lo seguiré trabajando en terapia, y por otro lado esas horas o esos días que perdí son irrecuperables", se lamentó.
"Pero la tranquilidad que me queda es que lo acompañé en la última diálisis, cuando ya el médico decidió no dializarlo más, porque sentía que no tenía sentido seguir sometiéndolo a algo tan invasivo, tan traumático cuando no había manera de revertir lo que a él le pasaba, y desde el más profundo egoísmo le digo ¿papi, vos me querés a mí?, y me dijo "con toda mi alma hija". Creo que nunca me lo había dicho con tanto énfasis, con tanta intención y con tanta intensidad, ni con esas palabras. Mi papá era muy de la presencia física, de resolverte los problemas, de estar del otro lado del teléfono, pero no era muy ni del abrazo ni del te quiero, cosa que yo sí. Y ese día me dijo ´con toda el alma hija´, y eso me dejó un poco más tranquila, pero soy consciente que tendría de que haberlo hecho mejor, espero que me haya perdonado", concluyó.
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