Son días vertiginosos, si es posible más vértigo en la vida de Lali Espósito, en una escenografía que remite a su personaje de Tamara en El fin del amor, la serie que acaba de estrenar en Amazon Prime. Allí interpreta a una filósofa de la cultura pop que se cuestiona algunos tratados del amor romántico y monógamo y se rebela contra las leyes de su religión para experimentar un nuevo camino.
Tamara también es Tenembaum, escritora, autora del libro que derivó en esta serie de diez capítulos en la que Lali se suma también como productora y da un nuevo paso en su concepción de artista integral, en un punto diferente pero al mismo tiempo reconocible en aquella pibita con chispa que irrumpió en las tiras infantojuveniles. Hoy se anima a desafiarse en cada jugada, en sus ficciones, en sus canciones, en sus opiniones y en sus actitudes ante la vida.
“Al público le va a parecer bastante impensado, sin embargo, el match que hicimos fue perfecto, soñado”, dice la actriz sobre su unión con Tenembaum y Erika Halvorsen. Pero acorde con la filosofía del trabajo y el esfuerzo que la distingue a lo largo de la carrera, no come vidrio y descree de las casualidades puras: “Creo mucho en la energía del universo, pero no exagero: después hay que laburar”, asegura.
—¿La libertad pura no existe, como dice tu personaje?
—No, es en un contexto y bajo ciertas circunstancias dice Tamara. Y creo que es así.
—Pero vos la buscaste mucho a la libertad
—Todos los días la busco y la sigo buscando. Es como la felicidad pura, que no tenés ni idea qué es. Hay un acercamiento, una intención de sentirla, de tener momentos de libertad, de felicidad, de estar conectado con algo piola. Son momentos, no es todo el tiempo ni siempre.
—Pensando en la productora, en esa búsqueda de la libertad, me acordaba de la primera charla que tuvimos, en la que te estabas lanzando como cantante
—Mira de cuándo me hablás…
—Te lanzabas sola, sin una discográfica atrás. Vos sabías lo que querías y a dónde ibas. Y cómo te dio la razón el tiempo…
—La vida es heavy y la gente va sobreviviendo entonces es muy fácil pensar que no vas a poder con eso que soñás. Que suena un poco a sobre de azúcar, pero en mi caso necesitaba intentarlo, si no se daba, no se daba. Siempre tuve claro eso. Ahora no sé cómo le va a ir a la serie, pero sí sé que es importante hacerla y la hago. Si no tenés ese ímpetu de lanzarte y de hacer alianzas con gente igual de soñadora y de potente y laburadora, las cosas no pasan. Antes de hacer esta serie escuchaba a muchas colegas, con mucha razón, decir “che, no hay series que hablen de nosotras”. Bueno, entonces vamos a hacerla.
—Recién hablaba con Tamara y me contaba que hubo que ponerle mucha fuerza para que no digan que era un producto de nicho
—Imaginate… Problemática de la vida, los 30, mujer protagonista. Defendimos mucho lo que teníamos entre manos porque sabemos lo valioso que es y los aliados que tenemos, Prime Video, MGM, K&S, son nuestros aliados porque son los que lo entendieron y los que querían darle el marco que merecía esta historia. Este tema que ponemos sobre la mesa, es mainstream, nos pasa a todas, a todes.
—Y muestra a una mujer de 30 con sus contradicciones. Con sus deseos. Con su disfrute. Porque otra cosa que pasa es que las mujeres tenemos que estar en el lugar de sufrir. Todo nos tiene que costar un montón
—Tiene un costo negativo ¿verdad? Ser una mujer que siente, que se la juega, que toma decisiones, que dice lo que no quiere. Pero de todo eso va la serie, así que está bueno.
—Incluso en la serie, y sin querer spoilear, se crean ideas insólitas respecto de por qué Tamara decide irse de la religión, asumen que es adicta
—Ella quiso otra cosa, pero vivimos en esa sociedad. La religión, cualquiera que sea, es el ejemplo más tangible, más obvio, de la opresión. Lo que se puede hacer y lo que no. Pero después estamos en un montón de contextos opresivos sin darnos cuenta. Dar una opinión en una entrevista puede ser un contexto opresivo dependiendo cuánto te banques lo que vas a decir. Porque todavía hay gente que le va a parecer un horror y va a pedir que te apaguen el micrófono.
—Siempre te bancaste mucho lo que decís y usar el lugar que tenés
—Claro, si no para qué. Como a mí me va bien tengo la suerte de tener una cámara, tu interés y tu presencia acá. Lo puedo usar con miedo, como mi ego y yo queremos caer bien y queremos estar, queremos hacer las cosas más o menos como dicen que hay que hacerlas, o puedo usar en el mejor sentido de la palabra tu presencia, tu inteligencia, la cámara. Y esta serie para hacer algo, para construir algo, para instalar algo, aunque sea un debate. Me parece lo más importante.
—¿Cómo elegís los proyectos?
—Voy por los proyectos que me interpelen Me tiene que interpelar y ver que puede interpelar o cambiarle para bien la perspectiva o el rato a alguien, porque el arte en definitiva es para eso. Hay gente que va a ver la serie y capaz no se pregunta nada, se entretuvo y ok, cumplió su función como serie. Pero la verdadera función es que vos la veas, te entretengas y encima te haga pensar, me dejó pensando. La música también es eso, es darte un momento de algo piola pero que te signifique algo.
—Porque hay que compatibilizar con la Lali conductora, con la Lali música, con la actriz… ¿Es difícil encontrar el espacio para todas?
—Sí. Una cantidad de gente casi soy que…
—Hace mucho que sos tu empresa
—Sí, suena rarísimo decirlo, pero yo me siento artista, y mi lugar en el mundo es ese lugar en el que se está forjando un proyecto. Es donde más siento que sirvo para algo, que vine al mundo para construir algo con otros, con colegas, con gente. Aprender de esos otros. Digo, me parece un privilegio esto que hago.
—¿Qué divismo te permitís?
—Me dijeron qué querés comer, había tres opciones, ninguna me gustaba, pedí otra cosa. Me siento una caprichosa y me dan los gustos, pero lo que conocemos como divismo no tengo tantos.
—¿Qué cosas te dan placer?
—Comer, ahora que lo menciono. Me dan placer las cosas más obvias de la vida. Tomarme algo a la noche con amigos y pasarla bien. También es algo que me planteé en la adultez. Trabajo muchísimo y en un momento me di cuenta que está buenísimo, pero también hay que disfrutar un poco y no es casual que El fin del amor hable de todas estas cosas, de dónde está el disfrute, de los amigos. Necesité conectarme con eso para balancear un poco mi vida y descubrir cuáles eran los placeres.
—¿Quién es Lali cuando está sola en su casa?
—No es muy diferente a la que estás charlando eh. Menos producida seguro, la conversación no sería muy distinta.
—Hoy hay una pata acá y una pata en España.
—Un poco sí. Pero bueno, porque el proyecto Sky rojo me llevó a estar ahí. Y la música últimamente por suerte también. Voy a hacer mis conciertos. Voy a estar de gira. El fin del amor me va a llevar también ahí.
—Los acuerdos con las plataformas permiten una calidad de producción y realización que la televisión abierta ya en Argentina no estaba pudiendo y la llegada a todos lados, que si bien vos ya tenés una proyección internacional, para un montón de actores es alucinante lo que pasa.
—Es alucinante. Después la industria tiene sus cosas como todo. Como la televisión tenía sus cosas. Pero sin dudas es una fuente. Después de lo que venimos de pasar en el mundo no es casual que las plataformas hayan tomado tanto protagonismo a la hora de dar trabajo y de generar contenidos. Pero me parece importante seguir empujando por ejemplo ir al cine. Esto es una serie, 100% para Prime Video y está buenísimo que esté ahí para verla cuando quieras y donde quieras. Pero hay algo por ejemplo de la peli Argentina 1985 que también está en esta plataforma, que está bueno apoyarla yendo al cine, poder hacer ese balance.
—Hablaste de la pandemia, de donde parecía que podíamos salir mejores como sociedad y lejos estuvimos de que fuera así. Ni hablar de la crisis en la Argentina que nos tiene a todos hasta acá. Hay una libertad económica también ¿no?
—Welcome to the jungle. Porque sí, porque el mundo salió de esa situación, tras que estábamos mal estamos peor y los que zafaban se encuentran con unos conflictos que nunca se habían encontrado. Y en esto de pensar que íbamos a salir mejores, lo lindo del ser humano es que todavía nos tenemos mucha fe a nosotros, que sentimos que podemos hacer cosas piolas. Cuando pasa una tragedia ves cómo el ser humano se organiza, lo que hacemos, lo que generamos, es increíble. Y a la vez somos contradictorios, errantes porque somos un animalito que va haciendo lo que puede también.
—¿Seguís eligiendo vivir en Argentina?
—Sí, yo elijo vivir en la Argentina. Sí. Re.
—Los afectos. La familia. Las costumbres.
—Re. Yo elijo vivir en la Argentina, y te lo digo con muchísimo respeto, porque soy una privilegiada en este país. Trabajo de lo que quiero. Gano mi plata. Puedo ayudar a mi familia. Me doy los lujos que a veces da vergüenza te diría, que no porque me lo gano. Y con ese privilegio en un país que tiene un montón de conflictos como este trato de hacer lo que pueda para colaborar desde el arte, la música, las series. No le llenas la panza a la gente con esto, pero desde mi lugar puedo hacer cosas que te cambian la realidad un ratito y eso es recontra copado. Y repito, elijo vivir en este país que tengo un montón de quejas para hacer como todes, pero también tengo un montón de cosas para decir de por qué vivo acá. Yo viví un tiempo en España que es maravilloso, pero no te cambio Argentina. Tenemos cosas de mierda sí, pero cosas que no hay en otro lado. Y yo hoy elijo abrazar esas cosas y estar en mi país. Yo sigo confiando en este país y hago las cosas bien en mi país porque yo soy de acá. Me parece lindo eso.
—Poder pensar a partir de una serie como El fin del amor es buenísimo y es necesario también, porque estamos atravesando un momento de cambio muy importante, y yo festejo este tipo de contenidos.
—Sí, yo también. Por eso lo hicimos, porque sentimos que… O sea, a nivel de industria, hablo con un montón de colegas y siempre está este comentario real y genuino sobre que faltan piezas hechas por mujeres que hablen de esto. Lo que decíamos al principio, siempre queda en el nicho. Y creo que las cosas si tenés la posibilidad de hacerlas, de volverlas reales, son las que generan cambios. Para mí El fin del amor no es solo a nivel ficción una serie que viene a contar un montón de cosas importantes, sino que es a nivel proyecto y a nivel industria una serie que también viene a cambiar algunas cosas y que merece su lugar dentro del catálogo de una plataforma.
—¿Cómo te llevas con que cada cosa que haces sea un título?
—(Risas) No sé cómo me llevo. Creo que aprendí a vivir con eso.
—Con que estemos buscando novio, novia.
—Ah, eso es un poco insoportable. También lo entiendo porque es el amor romántico en el que estamos creados…
—La serie habla también del casamiento como un lugar a llegar.
—Es ahí donde pienso que avanzamos en un montón de cosas, pero no. Pero no importa, hay que contrarrestar con contenido esto que capaz no está tan bueno. De pronto tengo una amiga, un amigo, y ya estoy casada, tengo tres pibes. Lo entiendo, vos me conoces hace mucho tiempo, nunca me he peleado realmente con el mundo por lo que digan. Trato de contrastar con hechos, con series, contestando en entrevistas, de romper un poco esos esquemas. Ojalá algún día se pueda hablar en otros términos sobre si una mujer está o no con alguien, o si hace falta que esté con alguien. Yo nunca me voy a guiar por un titular.
—Imagino que a veces debe ser cansador querer dar un paso sin que eso se transforme en noticia
—Sí, puede ser cansador. A la vez hay algo muy natural en mí y estoy tranquila con mi accionar y mis formas en la vida, lo que me aliviana bastante esto que me marcás. Porque no pasa nada, yo estoy dando mi opinión, estoy siendo yo. Soy la misma cuando se prende y cuando se apaga la cámara. Y si no opinás igual no pasa nada, así es la vida, entonces no tengo un peso extra cuando dicen algo de mí. Lo único que me entra es cuando con total liviandad inventan cosas sobre mí. Eso sí me parece fuerte.
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