Grego Rossello: “Llegué a dudar si de verdad tenía talento, si había sido un golpe de suerte, si servía para algo”

El conductor volvió a amigarse con su profesión luego haber conocido el éxito y la fama y haber sufrido la caída y la frustración. La importancia de la autogestión y el ambicioso proyecto con Susana Giménez

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Grego Rosello: "A los 29 años con 6 de redes sociales empecé de nuevo"

Cuando en 2019 se terminó su aventura en ESPN Redes, Grego Rossello experimentó una sensación de vacío por primera vez en su ascendente carrera. Lo que había empezado como un pequeño micro semanal de 10 minutos había derivado en la conducción de un espacio novedoso en un canal líder a nivel regional. Viajó por el mundo, cubrió los mejores eventos deportivos y encabezó un equipo de trabajo que hablaba su mismo idioma. Un clima de estudiantina permanente que un día se terminó. Ese día lloró mucho. Sintió que había terminado una etapa clave de su vida. Y todavía no había visto todo.

Actor, humorista, influencer, conductor probado, pensó que le iban a llover ofertas tentadoras y superadoras, pero solo recibió pálidas. De llenar el Gran Rex a que le ofrecieran un espacio marginal a bancarse por sus propios medios. De ser una referencia de vanguardia en las redes a experimentar los primeros hates y notar que sus chistes habían perdido gracia. De sentir que era el dueño de sus palabras y sus ideas a que lo sentaran en la silla de un panel y le dijeran por cucaracha lo que tenía que decir.

En eso andaba Grego cuando la pandemia lo encontró de nuevo en la casita de los viejos, en busca de calor afectivo y algún espacio verde para respirar. En la convivencia con sus hermanos menores entendió el universo Twitch y surgió Ferné con Grego, un espacio donde recuperó mucho de lo que había perdido. El placer de la charla sin concesiones ni ataduras, las ganas de reírse y hacer reír, la adrenalina de sentir que estaba haciendo otra vez algo que valía la pena.

Sobre esa base proyectó su llegada a Luzu TV, el espacio de Nico Ochiatto que se plantea como convergente y superador de los medios y las plataformas como las conocimos. Allí conduce a diario Red Flag, mientras graba un reality en México como coconductor de Susana Giménez. “Una locura. Estoy entre emocionado y estresado”, resume un Grego a corazón abierto, hablando de los éxitos y fracasos, surfeando los cambios generacionales y reconociendo la verdadera esencia de las cosas.

¿Televisión o Internet? Esa es la cuestión

—Poca gente se banca decir: “No me fue bien y con un millón de seguidores en una plataforma, tuve que volver a empezar”. Y también reconocer que la puede romper en las redes sociales y después no hallarse en la tele. No es la misma la gente que mira, no es lo mismo el lenguaje, no son los mismos los tiempos ni códigos.

—Sí, 100%. Yo estaba laburando, estaba haciendo videos que no me divertían, y estaba laburando en televisión en programas donde yo no veo esto, no me hallo con esto. No me gusta lo que me están marcando por cucaracha. No me gusta lo que me están haciendo decir. Me pasaba en algún programa que estaba que estábamos hablando algo del Diego y (se escuchaba decir) “alguno que defienda a Morla”, porque si no, no hay debate. ¡Defendelo vos a Morla en la Argentina! Primero que lo amo al Diego y no lo haría genuinamente. Y segundo, no lo voy a hacer porque vos necesitás un debate y un conflicto armado, irreal, que la gente en la casa se da cuenta. Y era eso. O “Grego, ahora vos hace reír”. Y no funciona así. En Ferné con Grego vienen los pibes de Airbag y están nueve mil viewers viendo, fans de ellos que quieren que hablemos del próximo tema, y a ellos les pintó habar de la guerra en Ucrania y el número empezó a bajar y yo estaba feliz que el chabón tiene un espacio donde dar su postura sobre el conflicto bélico con Rusia. Cuando vino Duki todavía no se sabía lo de Emilia (Mernes), no lo habían dicho públicamente, en tele te van a decir: “Sacale lo de Emilia”. Acá le dije: “No vamos a hablar del tema”. Terminó sacando el tema él. Esas son cosas que dije: “Yo estas cosas hasta acá no las quiero ceder”. No estar atrás de cagarle la vida a alguien en una entrevista y un montón de cosas que se viven en la tele.

—¿Creés que la tele en este sentido quedó vieja?

—Yo siento que hay un montón de cosas buenas, por eso me peleo con los streamers cuando dicen que odian la tele. Ferné con Grego es un producto televisivo en una plataforma distinta que me permite cosas que la televisión no. ¿En qué canal me dan un espacio en el que una nota pueda durar una hora y media o pueda durar cuatro? ¿Qué producto se banca con solo dos sponsors porque somos cinco los que lo hacemos? En televisión hay sindicato y necesitás mucha más gente, y por compromisos comerciales o cuestiones ideológicas se fueron generando distintos vicios y se formó un corsé que te va apretando, y en un momento no podés hacer nada. La gente se hartó y ahí es donde quedó vieja. Y es algo que a Internet también le va a pasar.

—Es cierto esto, pero hoy manda el contenido, más allá del soporte en el que se transmita. Y creaste un espacio en el que te sentás a charlar con alguien y está buenísimo. Y la rompiste, y arrancaste de vuelta para arriba.

—Sí, con el miedo a bajar (risas).

—¿Da miedo?

—Sí, aunque cada vez menos. Hace siete años que hago psicoanálisis y en algún momento tenés que confiar porque si no, es una vida de mierda. Yo hice mucha autocrítica con un montón de cosas que no caían bien, porque si no, siempre quedás parado en el lugar de que “tienen envidia”. Primero tuve que entender que no te va a querer todo el mundo, algo que me costó muchos años de terapia. Y después, está bueno leer algunas críticas. Me dicen: “Hablan a los pedos, no les entiendo un carajo”. Tenés razón, voy a tratar de modular más, pero no voy a perder mi estilo porque si no, somos todos iguales. En un momento teníamos tanto terror a la cancelación que ser influencer era un perno, hasta que con Ferné con Grego empecé con 90 viewers y volví a ser yo. ¿Quién me iba a cancelar? Y después éramos mil y hoy con más viewers trato de ser el mismo, y lo mismo voy a intentar en Luzu. A esto me aferro cuando me preguntás si me da miedo volver a caer. Sí, obvio, porque entendí que es cíclico esto. La vida es así.

—Además de que lo que manda es el contenido, hay una democratización para llegar a la gente con lo que uno hace, como te pasó con Ferné con Grego. Pero también, la exigencia y la presión por los números es agotadora.

—Es horrible. Yo entro seis veces por día a YouTube Studio para ver los números de Ferné con Grego, y si metiste cuatro notas que empiezan a ir para abajo, el algoritmo te deja de mostrar y en seis meses se terminó tu proyecto. Suena fuerte decirlo así, pero es real. Y si no cierro, es porque soy el productor comercial, el productor de invitados, somos poquitos y también por eso rinde. Y en mi caso, es uno de mis cuatro trabajos. Al pibe que se está dedicando a la música le sale 15 mil dólares producir cada tema; si produjo 10 y ocho no pegaron, le quedan dos balas. Vos por ahí lo ves medio conocidito y pensás que la está rompiendo toda, ganando guita, y la pasa como el orto. Porque hoy es todo rankings, métricas. Y encima, cuando estás, son dos semanas. Antes estabas cinco años.

—La oferta también es enorme y pienso hasta dónde los algoritmos no nos estarán enloqueciendo.

—Obvio.

—Porque vos te habías creído que tenías ese lugar.

—Yo me fui re caliente de productoras que no voy a nombrar. Y me junté con gente re piola, y no digo que me decepcionaron, pero se fueron de boca. Calculo que porque yo soy buen pibe, porque hay buena onda y porque tienen que ser políticamente correctos. O hubo gente que me ofreció cosas que eran un chiste. Yo hice shows a la gorra, pero estaba en un momento en el que sentía que ya había demostrado.

—Venías de llenar un Gran Rex.

—O sea, el valor por mi trabajo era nulo. Y en ese momento cuando te comiste un poco la peli porque durante un par de años te pidieron una foto, o cubriste un Mundial y la Champions, no sabés bien para dónde encarar. Tengo una familia hermosa que me bancó siempre, pero desaparecieron los amigos del campeón, el teléfono dejó de sonar. Es realmente choto.

—Es agotador. Y debe haber sido un momento de mucho aprendizaje.

—Fue un montón de aprendizaje. Yo dudé si de verdad tenía talento, si había sido un golpe de suerte, si servía para algo... Y de repente agarraba laburos que no eran los mejores, conducciones para marcas donde no me conocía nadie, y eran dos horas y lo hacía bien. Escuchaba a conductores de más renombre que me reconocían. ¿Cómo es? ¿Sos un capo en cuanto el algoritmo vaya bien y sos una mierda si va mal? No es así, yo sé que hago bien mi laburo. Tengo dos carreras universitarias, estudié teatro, me perfeccioné. Mis primeros meses en ESPN, Mati Picasso, mi productor ejecutivo, me mandaba videos todos los días marcándome los errores. Era re frustrante, pero yo se lo pedía porque quería aprender.

La presión del algoritmo y las métricas

—Hay un cambio generacional respecto a nuestros padres y abuelos. Algunos hijos de la Guerra, han vivido la Dictadura acá y desarrollaron vínculos con el trabajo que para las nuevas generaciones son distintas. Hoy los pibes entendieron que pueden trabajar desde cualquier lugar del mundo y no viven para el trabajo. Antes estaba el sueño de la casa propia, te quedabas toda la vida en un trabajo. Algo está cambiando.

—100%. Yo creo que se priorizan ellos y laburan un montón. Laburan de manera distinta, estoy de acuerdo. Y no quieren firmar con una institución o con un canal o con una compañía porque no lo necesitan. Si están en España pueden transmitir desde allá. Yo me acuerdo de estar en un programa de televisión y que me digan, y no de mala manera: “Nene, si faltás esta silla es de otro”. No está ese miedo ni esa locura.

—Ese cambio en la concepción es súper importante. No tienen ese miedo a que los despidan y trabajan un montón.

—Sí, son presos de otra cosa, no de una compañía, pero de esto. Las dos cosas son verdad, está buenísimo lo que está pasando y tengo un estrés de la concha de la lora.

—¿La plata claramente está en las redes y en los proyectos propios?

—Sí, hay 17 mil intermediarios menos. No tengo tabú con el tema porque durante mucho tiempo no gané un mango. Hoy Ferné con Grego nos sale medio millón de pesos por mes, podés generar esa guita y que haya un superávit y después empezar a ganar plata. Si quiero arrancar en tele y pagar a 16 microfonistas, camarógrafos y no sé cuánto, no llego. No es una cuestión de que no lo quiero hacer: no lo puedo hacer. No tengo la guita. Estos son proyectos autogestivos. Ferné con Grego arranca en mi casa, con una webcam que me había prestado Migue Granados, y el único gasto era comprar la botella. Entender eso es muy zarpado. Hoy me considero productor y empresario.

—Sí, pero para eso tuviste primero que creer en vos, apostar a vos e invertir en vos. Ferné con Grego arrancó con 90 vistas y salió buenísimo. Y ahora en Luzu con Red Flag son una bomba.

—Una bomba. Estamos con Tuli Acosta, bailarina, streamer, capa total que la rompe toda. Con Belu Lucius, que somos los que arrancamos en redes sociales por allá por el 2015 y crecimos con la gente en Instagram. Siempre digo que Belén hizo todo bien y yo hice todo mal para sumar followers. Yo estaba en una historia de amor que la gente había comprado, por así decirlo, me separé no de la mejor manera. Y Belén siguió, se casó, tuvo dos hijos. Y el cuarto es Agus Franzoni, que es un crack, que entiende más este universo que para mí sigue siendo nuevo porque Luzu no es ni radio, ni streaming, ni Twitch. Estamos aprendiendo, me lo tomo con mucha responsabilidad y tratamos de que la gente la pase bien. Y quiero agradecerle a la gente que me bancó siempre. Unos chicos me decían el otro día: “Nosotros confiamos en vos cuando vos no confiabas en vos”. Y es verdad.

—Tus viejos también confiaron en vos. Lo destaco porque no siempre pasa.

—Me pasa que para entrevistar estudio mucho las historias familiares y me doy cuenta de lo afortunado que fui. Conocí historias de padres que no están, a padres que fueron más jodidos. Y a mí me bancaron siempre. Mis hermanos también: el grande, que está en Estados Unidos, me escribe para ver cómo estoy. Los dos pendejos que son los que me metieron en el mundo de Twitch, me pasan data y se los agradezco. Y después tengo un grupo de amigos que son los mismos desde los 13 años, a los que nunca les importó si había que esperar para entrar al boliche. Ellos estuvieron siempre y hoy están re contentos.

La importancia de creer en uno mismo

—En el primer programa de Red Flag entrevistaron a Susana Giménez, con quien estás trabajando en LOL: Sí te ríes, pierdes, un proyecto alucinante en México.

—Increíble. Imaginate que yo soy de otra generación y trabajar con Susana no era una posibilidad. Había sido un honor ir a su programa, pero de ahí a trabajar con ella, para una plataforma internacional que va a salir en 240 países, en un rol que empezó de muy asistente y fue creciendo en las grabaciones a una casi coconducción, porque ella me dio ese espacio. Y es Susana Giménez, que la rompe absolutamente toda y que está haciendo teatro en Uruguay. Se subió a un avión, vino a aprender un formato.

—Qué ganas que tiene que tener…

—No lo podía creer. Tuvimos una jornada de grabación de 12 horas. Después hizo promos. Me hizo el aguante de hacerme una promo a mí, y siempre simpática con todo el mundo. Ahí aprendés que no te la podés creer. Y cuando me confirmaron esta coconducción se me caían las lágrimas de alegría porque era un poco la validación de todo lo que hablamos en esta nota. No me dieron tanto la chance en la tele argentina y acá me daban una posibilidad internacional productores argentinos que confiaron en mí y que cuando terminó el proyecto me dijeron que no se habían equivocado. Y eso es lo más lindo de todo.

—¿A los amigos del campeón los seguís atendiendo?

—(Risas) Sí obvio. Yo atiendo a todo el mundo. Pero con cautela. Soy respetuoso, pero no me como el verso.

Mirá la entrevista completa:

La entrevista completa a Grego Rosello

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