“Ya me siento como en mi segunda casa, estoy feliz de estar aquí otra vez”, dice Marc Cotlet con acento catalán y sinceridad a prueba de demagogias. Es que en la carrera del actor de Física o Química y La voz dormida, la Argentina tuvo un lugar importante, primero en su formación académica y luego como escenario y vidriera para mostrar su talento hacia otras latitudes. Por eso cada visita es especial, para él y para su familia, y promete siempre ser la anteúltima. “Hay una conexión entre España y Argentina de siglos y es una experiencia increíble poder estar rodando aquí. Amo el país, amo a la gente, a la comida, y espero volver pronto”, agrega en esta charla íntima con Teleshow.
La excusa de la visita es su participación en Último primer día, la serie de Flow que protagoniza con Eleonora Wexler y que se sumerge en esta práctica que se hizo popular en los últimos años en nuestro país, que el español desconocía en la realidad y que en la ficción apenas puede experimentar. Es que su personaje, Joaquín Vergara, un profesor de biología muy particular, muere durante los festejos por el primer día de clases del último año del ciclo lectivo. En un thriller atrapante, iremos conociendo a Joaquín, un ser en apariencia luminoso pero que, como todos, en la serie y en la vida, tenía algo para ocultar.
Y en estas líneas, en cada una de sus respuestas, pensadas y pensantes, sabremos más de Marc Cotlet, de su compromiso con el tiempo que nos toca vivir, de sus costumbres argentinas y españolas, y de la nueva escena global que se abre para la ficción.
—¿Cómo es Joaquín? De movida, parece un profesor muy particular.
—Exacto. Es amante de la naturaleza y está muy preocupado por el cambio climático y el medioambiente. Pienso que es alguien inspirador, un ser libre que quiere transmitir a sus alumnos la importancia de dejar un mundo mejor y hacerlo siempre desde la individualidad, en el sentido de que cada uno busque quién realmente es. Y también destaca el hecho de que no hay límites, salvo los que se pone uno mismo, y que lo importante es luchar por los sueños que cada uno tiene. Eso será visto con cierto recelo por alguno de los padres, y como varios de los personajes, todos escondemos algún secreto que se irá viendo, y hace que sea una producción maravillosa. Te atrapa desde el primer día, tengas la edad que tengas.
—¿Cómo la pasaste en el rodaje?
—Pues lo pasé muy bien. La verdad es que desde que llegué aquí me sentí como parte de la familia de StoryLab y con los actores, pues tuvimos una relación excelente desde el día uno. Yo amo Argentina a nivel interpretativo, desde pequeño tengo muchísima relación, incluso una de mis metodologías está inspirada en Javier Daulte, que es uno de los grandes de aquí, y siempre tenemos el espejo de Argentina en cuanto a rigor, a realidad. Las interpretaciones de cada uno de los actores en este país son maravillosas. Poder estar aquí rodeado de ellos y dando vida a un personaje tan rico y en una historia para mí tan interesante y tan intrigante, pues fue un reto que repetiría mil veces.
—Trabajaste con Nacho y Juana Viale, que son parte de nuestra gran historia artística.
—Lo sé. Yo no los conocía y sé quién es Mirtha ahora y lo que representa para este país, y te puedo decir que han sido gente muy próxima: es un placer trabajar con Juana y con el resto. Con los jóvenes como Minerva Casero, que son todas unas promesas, y por supuesto, con Eleonora Wexler. Soy fan absoluto de ella no solo como actriz sino como persona y como compañera, porque también cuando trabajas con gente con tanta experiencia y que lleva tanto a sus espaldas, a veces piensas cómo va a ser y qué generosidad va a tener. Y cuando te encuentras con un ser transparente que te mira a los ojos y que te regala todo lo que sabe es para sacarse uno el sombrero, aprender y disfrutar y volar. Tenemos escenas muy bonitas con Eleonora.
—Mencionabas a Merlí, y lo tomo como ejemplo para esta sociedad que se viene dando entre productoras y plataformas, y me parece súper interesante. Porque se hacen productos de una calidad maravillosa, que abre las fronteras para los actores, y el público recibe contenido audiovisual de todo el mundo.
—Así es. Lo bueno de esta nueva era es que no hay fronteras y no hay proyecto pequeño, porque ahora si lo que haces está bien hecho, de una plataforma pequeña puede viajar al mundo. Y que llegase Merlí, una serie hecha en catalán, y que triunfara pues en un país como Argentina, es maravilloso. Ahora esperamos que una serie como Último primer día, hecha en Argentina, pues también viaje y llegue a cuantos más países mejor. Y es una grandeza que tiene esta nueva era para nosotros y para el espectador, porque puede ver lo que se está produciendo en diferentes partes del mundo.
Familia rodante. Marc no está solo en estos días en el país. Viajó con su esposa, la actriz Natalia Sánchez, que también participa en la serie, y con sus hijos: Lía, de tres años, y Neo, pronto a cumplir dos. “Amamos nuestra profesión. Y nuestros hijos saben y tendrán que saber que irán con nosotros adonde el trabajo esté”, explica Clotet. En este breve tiempo en Buenos Aires, la familia aprovechó para visitar los recuerdos y activar el botón de la nostalgia. “Ellos se acuerdan de Argentina, sobre todo Lía, que su etapa de conciencia empezó aquí. Incluso tomó acento argentino: es increíble, y muestra lo maravilloso que es viajar y conocer otras culturas”, relata, emocionado.
—También hay muchos argentinos yéndose para España. ¿Cómo son recibidos en el universo artístico?
—En forma excelente. Es muy importante entender que todo el tiempo nos movemos, y que hay personas que tienen la necesidad de ir a España y otras que quieren desde España venirse aquí. Y lo bonito es que partimos de una cultura muy similar. Yo siento realmente que compartimos los mismos valores, y eso hace que todo sea mucho más fácil.
—Hablando de valores, Joaquín tiene esto que mencionabas del cuidado del mundo en el que vivimos, y vos también tenés una responsabilidad social muy interesante, hiciste un trabajo durante la pandemia, pero también le pusiste el cuerpo a campañas que tuvieron que ver con el VIH.
—Así es. Mi padre es el doctor Bonaventura Clotet, uno de los líderes a nivel mundial de investigación de VIH, desde el primer caso que apareció en España. A raíz de la aparición de la pandemia volcaron todo su conocimiento del sistema inmunitario, que llevan casi 30 años investigándolo, para hacer frente a esta nueva enfermedad que afectaba al mundo. Viendo la necesidad de recursos que había cuando apareció el covid, con Natalia decidimos crear una iniciativa que es Yo me corono, para recaudar fondos. Ha sido de las que más dinero ha recaudado en el mundo, superando los tres millones de euros. Participaron Lionel Messi, Pedro Almodóvar, Antonio Banderas, y tuvo un impacto brutal. Todo eso sirvió para apoyar una investigación que lidera su equipo que está formado por más de 150 personas, e hicieron un estudio para demostrar que la hidroxicloroquina, ese medicamento que Donald Trump decía que era el mejor, no funcionaba. Ahora han creado un centro para covid persistente, porque hay un 10% de la gente que sufre la enfermedad que sigue teniendo secuelas. Están investigando medicamentos, están por la vacuna. Hacen falta muchos recursos y yo creo que el covid nos ha puesto encima de la mesa lo importante que es que la sociedad también colabore y aporte su granito de arena para que este cambio sea posible.
—Qué orgullo tener un padre así. Y qué orgullo también tener una profesión que permite acompañar y comunicar estas cosas: más allá de cada trabajo, ser agente de cambio y saber que tiene influencia lo que uno dice.
—Sí, cien por cien. Tenemos una responsabilidad al nivel que somos un altavoz y podemos llegar a mucha gente, y es casi una obligación intentar transmitir valores que hagan que el mundo sea mejor. Y hoy más que nunca viendo todo lo que está pasando en Ucrania y en muchos otros países, que también se silencia y que no nos llega información. Tenemos que dejar un mundo mejor y cuando uno tiene hijos sufre con lo que les va a quedar y lo que está pasando, y quiere pasar por este planeta intentando que algo mejore. Y yo creo que si todos nos planteáramos ese objetivo realmente conseguiríamos cambiarlo. En el fondo eso también quiere Joaquín como personaje: hacer este cambio en sus alumnos para que el futuro sea más esperanzador.
—Hacía este paralelismo porque vi en Joaquín a un profesor con valores muy profundos que busca transmitirlos a una sociedad que hay que ver si está dispuesta a recibirlos. ¿Se va a venir una segunda temporada de Último primer día?
—A mí me encantaría. Eso también depende de los guionistas, de ver cómo se pueda generar a partir de la historia como está creada, pero ahí lo dejo en manos de StoryLab y de los espectadores. Espero que empiecen a contar antes de lo que pasó, así puede estar Joaquín.
—Una precuela.
—Y... ojalá. Yo os puedo decir eso, que es una serie que te engancha y creo que enganchará también a toda la familia. No es para una edad concreta, sino que trata temas que nos interesan a todos.
—¿Qué costumbre nuestra te estás llevando?
—Muchas, y muy relacionadas con el tema culinario. De la parrilla ya soy fan absoluto. Adicto. Me encanta la forma que tenéis aquí de preparar y cocinar la carne. Y sobre todo, de lo que hay detrás, casi como ritual.
—El asado, la previa del asado y el post asado.
—Eso me parece precioso. Y empiezo a ser adicto al dulce de leche. Ya, eso creo que va a ser un problema (risas).
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