Andy Kusnetzoff: los famosos que todavía no fueron a PH, su reencuentro con Pergolini y la contradicción que le genera el Mundial

“No me engancho ni con el `genio` ni con el `forro`, pero trato de tener cierta humildad” afirma el conductor en una charla exclusiva con Teleshow horas antes del debut de una nueva temporada en Telefe

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"Tenemos tantos problemas que necesitamos resolver el tema de fondo y no taparlo con un Mundial", dice Andy Kusnetzoff durante la entrevista con Teleshow

Empezó como una prueba de cuatro especiales, y ahora se prepara para estrenar su sexta temporada. Cuando Andy Kusnetzoff mira para atrás y repasa el historial de PH: Podemos Hablar, ve con orgullo en qué se convirtió la creación en la que logró unir sus dos pasiones, y con la que acompaña y conmueve a la audiencia cada sábado por la noche. “Es el programa más radial que hice”, dirá durante la charla con Teleshow, soltando una autorreferencia a una carrera en pantalla chica que ya va por los 30 años y que lo vio crecer, mutar y asentarse.

“Es difícil producirlo tanto tiempo”, reconoce el conductor, con su probada cabeza de productor. En números, calcula que pasaron más de 400 invitados, de orígenes, profesiones y generaciones bien diversas, con la condición de estar dispuestos a dejarse llevar por las historias. “Entiendo que en PH hay mucha empatía”, resume Andy, que se prepara para el estreno con visitas de lujo: Abel Pintos, Luciano Castro, Gonzalo Heredia, Belu Lucius y Mica Viciconte. “Hasta que no los vea, no hablo. Nunca hablé de los primeros invitados”, se excusa, un poco como cábala, y otro para ponerle un freno a la ansiedad.

Porque también es un comienzo especial, cuando el mundo empieza a reacomodarse después de la pandemia. Con una situación delicada en el país que se contrapone con la ilusión del Mundial de Qatar a la vuelta de la esquina. Y como flamante padre de León, su segundo hijo con Florencia Suarez, que lo tuvo en vilo una semana en neonatología. Una prueba más en la vida de un hombre siempre dispuesto a asumir desafíos.

—¿La pasás bien haciendo PH?

—Sí. De hecho, ahora disfruto más que antes. Al principio era mucha tensión todo, desde la previa. Después en un momento lo estabilicé, lo disfruté, me divertí. Aunque el 2020 fue durísimo, la pasé como el orto, la verdad.

—El inicio de la pandemia.

—Sí. Me acuerdo estuvo Rodrigo De Paul desde Italia con cinco invitados en ese monitor que decían como el de seguridad del edificio: eran muy divertidos los memes. Hicimos uno con Leo Sbaraglia, Lali Espósito, Ángel Di María y Chano, todos espectaculares, pero la gente no quería ver más Zoom. Después pudimos volver al presencial, fuimos a un estudio grande para que haya mucha distancia con cuatro invitados. Y mucha gente no venía porque nadie salía de la casa.

Su mirada a la distancia del reencuentro radial con Mario Pergolini

—Había mucho miedo.

—Hoy lo veo y me parece surrealista. A todo esto, a mí me puteaban en redes sociales porque me decían: “Flaco, no puedo ver a mi vieja y vos estás comiendo con Carmen Barbieri”. Y yo contestaba: “Yo tampoco veo a mi vieja, no soy Fede Bal, y Carmen es la invitada porque es un laburo”. Y al mismo tiempo entendía a la gente. Fue todo muy duro. Pero si el formato resistió a ese 2020, es un montón.

—¿Sos de contestar en las redes?

—No, hablo de contestar internamente. En la radio trataba de explicar. No me engancho ni con el “genio” ni con el “forro”, pero trato de tener cierta humildad. Si todos te están diciendo que sos un forro, eso quiere decir algo, hay un enojo en la gente. Ahí me parece que está bueno explicar, y lo hice. Si es un hater bueno, no pasa nada.

—¿Cómo se trabaja el detrás de cada uno de esos invitados?

—Primero, sufriendo. Después, llamando a los representantes, llamando a los propios invitados. Creo que mi récord de rechazos lo tiene Fernando Gago: tres años lo habré seguido. Hay varios que seguí personalmente y vinieron, como Ricardo Darín, por ejemplo. A Guillermo Francella le rompí mucho las bolas y todavía no lo logré. Al principio la negativa me lo tomaba personal, era: “¿Cómo me va a decir que no si yo lo conozco de toda la vida?”. Por ejemplo, Abel Pintos: venía a la radio y yo, dale invitarlo para la tele, hasta que vino y estuvo espectacular. Generalmente vienen con mucho miedo, no sé si hay fantasías o qué, pero se van felices.

—Gago, Francella. ¿Algún otro pendiente?

—El otro era (Mario) Pergolini, pero pude hacerlo en la radio.

—¿Ese reencuentro lo buscaste vos?

—Sí. Empezó por PH, pero él quería venir solo, no con gente, y yo el formato no lo transé nunca ni lo voy a transar. Cuando se cumplieron los 20 años de Perros de la calle, lo llamé a Mario y le dije: “Siento que mi principio en la radio tiene que ver con vos, quiero que estés”. Me dijo que lo iba a pensar, y después me dijo que sí. Vino y estuvo bueno. Fue lo que esperaba y creo que si la ves no te decepciona porque todo lo que te imaginaste está. Hay amor, tensión, todo, ¿no?

—¿Volvieron a hablar después?

—No. Ahí lo dejamos claro: no somos amigos, no nos vamos a llamar para el cumpleaños, pero creo que quedó más respeto que antes.

—Bueno, se pueden reencontrar para los 30 de Perros de la calle

—Sí. O no. Creo que estuvo bueno. No hizo falta que nos hablemos después de eso y sé que cuando lo vea, va a estar todo bien. Creo que nos sacamos las ganas que teníamos; yo, por lo menos.

—Fue un cierre.

—La verdad que sí, fue un cierre. Alguna vez quería hablar de las cosas que hablé con él ahí, en vivo, en mi programa.

Su experiencia en neonatología luego del nacimiento de su segundo hijo, León

—¿Cómo está Perros de la calle, ya transitando los 21 años al aire?

—Estoy re contento. Renové muchísimo con el cambio de radio: cambio de programa, cambio de gente, el streaming, las cámaras. Me gusta ir como me gustaba antes.

—Necesitabas un nuevo desafío.

—Sí. Terminamos como mal, pero… En el 2020, así como pasó con PH, terminó siendo radio por Zoom cada uno desde su casa, sin salir. Radio por Zoom un año entero. Para mí eso terminó de acentuar el final.

—¿Cómo fue hacer dupla con Lizy Tagliani?

—Hoy vino Lizy a visitarnos: nos cagamos de risa. Me gustó que quiera venir. Vino con nosotros, estuvo toda la mañana y sí, fue re lindo. Queda una amistad genuina con Lizy. Nos respetamos y nos queremos. Ahora entró Ronnie Arias, que también aporta un montón. La verdad que siento un equipo que es una bomba.

—¿Cómo se piensa un programa que cumplió 20 años para seguir sorprendiendo y para seguir teniendo ese público?

—El cambio de radio sumó un montón. Lo de YouTube fue innovador. Tenemos la transmisión con las mismas cámaras que se hizo Gran Hermano: son como 12 cuando generalmente te ponen dos. Acá todo se ve: hay uno que maneja la robótica, está el director de cámaras, está el del videograph. Hay todo un equipo en la transmisión que se nota, no es nada más que a la radio le pusimos cámara. El eslogan ahora de Urbana Play es “La radio que ves”, y yo creo que es eso: no deja de ser una radio.

—A vos no te condiciona a la hora de hacer aire.

—No. Un poco cambié, pero siento que es Perros de la calle televisado. Habíamos tenido una experiencia en el Mundial de Brasil, donde vivimos todos en una casa en Río y transmitimos desde ahí. Y algo de ese espíritu…

—¿Cómo vivís la previa al Mundial? Vos sos futbolero.

—Sí, pero no tanto, no me condiciona a mí el Mundial. Y a veces tengo mis contradicciones.

—¿A ver?

—Por un lado, creo que estaría buenísima una alegría y festejar el Mundial vendría bien y un poco lo merecemos. Pero en este momento tenemos tantos quilombos que necesitaríamos resolver el tema de fondo y no taparlo con un Mundial, aunque sea momentáneamente. Porque te anestesian a veces ese tipo de eventos. Tenemos el emblema de usar un evento deportivo para tapar el horror, con el Mundial 78, y La fiesta de todos, que directamente es un documental sobre eso. Entonces no pongo mi expectativa en que el Mundial me va a sacar del momento de mierda que pasamos. Pero bueno, si ganamos buenísimo. Como escape, me encanta.

—Hablando de esa realidad, ¿es un año con políticos en PH?

—Mirá, hemos pasado de todo. Empezó siendo un programa para poner dos políticos que no se hablaban. Y después la realidad nos lleva a que son ellos los que no quieren.

La expectativa de Andy antes del estreno de la sexta temporada de PH

—¿No quieren los políticos o no interesa en las casas?

—No quieren los políticos. Dos personas opuestas, no quieren. Para mí es por una mierda que es el coaching de que, si vas ganando, para qué te vas a exponer. Y para mí eso te aleja de la realidad, te aleja que te puedan conocer. Y si vos no te podés ni sentar a una mesa a hablar con alguien que piensa distinto, que es un poco la famosa grieta, es difícil resolver los problemas.

—Este no es un año de elecciones, además.

—Sí, y no siento realmente que la gente tenga ganas de ver ahora a los políticos. Creo que PH está bueno que entretiene, emociona, te cuenta historias. Y eso en un año de elecciones puede cambiar. Hay que percibirlo en el momento.

—Sos un tipo con mucha conexión con la realidad, por la calle, por la radio. ¿Qué te pide la gente?

—La gente pide soluciones. No es a mí. Yo creo que como comunicador está bueno estar metido en la realidad y está bueno entretener un sábado a la noche. Encontré esta forma que me gusta, que son historias que creo que inspiran. Hay historias durísimas de gente que ves muy exitosa y te das cuenta que a cualquiera le puede pasar. Creo que tiene mucho que ver la motivación con saber que todos han transitado mucho hasta ser una persona exitosa o conocida por su trabajo.

—Hay algo que nos acerca, ¿no?

—Sí. Yo entiendo que en PH hay mucha empatía y eso está bueno.

Andy Kusnetzoff antes de empezar una nueva temporada en PH Podemos Hablar (Lihueel Althabe)
Andy Kusnetzoff antes de empezar una nueva temporada en PH Podemos Hablar (Lihueel Althabe)

—¿Hay alguna historia que te haya conmovido en particular?

—Un montón. Me acuerdo la de Abel Ayala, me impactó muchísimo su historia de vida, estuvo en un orfanato. Un divino total Abel, a él le hizo bien contarla y salimos fortalecidos ahí. La historia de violencia que contó Mónica Ayos, con un nivel de detalle importante. Más acá, María Becerra, cuando vino y contó todo el bullying que sufrió en el colegio; también es súper fuerte.

—¿Hay algún invitado que sientas que se pasó un poquito para después tener repercusión?

—No, yo siento que se nota todo al aire. Es un programa muy radial. Siempre digo que es lo más radial que hice en televisión y creo que por eso duró tanto. Hay mucha verdad y es difícil truchar la emoción.

—Hablando de emociones, ¿cómo viene la paternidad?

—Súper bien.

—¿Cuánto tiene León ya?

—Siete meses.

—¿Duerme?

—No tanto.

—¿Y vos te ocupás de noche o es Flor?

—Los dos; yo me ocupo un montón. Ayer logré una posta sin que tenga que tomar la teta y que siga durmiendo, que fue un montón de logro. Pero hay escalas por noche, nos vamos cruzando.

—¿Y Helena? ¿Cómo está la hermana mayor?

—Bien, feliz.

—¿Qué se aprende en el paso por neonatología?

—Todo. Primero, el poco control que tenemos de las cosas, lo fortuito. Y lo luchadores que son los bebés. Había bebés ahí que habían nacido con 625 gramos y estaban en unos aparatos increíbles. Y hay como un mural con fotos recortes con los artículos de bebés que nacieron con 500 gramos y después al tiempo los fueron a visitar. Y la gente que labura ahí es increíble.

—¿Tuviste miedo?

—Un montón. Salió todo bien, pero creo que nunca dejas de tener miedo siendo padre. Qué sé yo, van cambiando los distintos miedos, pero están. ¿Vos tenés miedo?

—Siempre, creo que lo voy a tener siempre.

—No se te va a ir. Es parte del vínculo. Miedos, alegría, felicidad; todo junto.

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