Facundo Arana cuenta por primera vez cómo la muerte de su mejor amigo en la adolescencia marcó su vida y lo ayudó a escribir su libro

En esta charla a corazón abierto con Teleshow el actor, hoy escritor, también habla sobre la finitud de la vida, la familia que formó con María Susini y la recaudación millonaria que consiguió Santi Maratea para los incendios en Corrientes

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Facundo Arana presenta su primer libro "La pluma de Caly"

“Es la primera entrevista por un libro que doy en mi vida”. Facundo Arana llega a la nota con Teleshow con la sonrisa de un nene con su juguete nuevo. Lo desbordan las ganas de hablar de su publicación, La pluma de Caly, donde encontró una nueva estructura a la cual ponerle el cuerpo y jugarse a fondo. Como hace el actor, el músico, el escalador, el compañero, el padre, el hombre comprometido. Todos los Facundos posibles coinciden y se potencian en su debut literario, ese proyecto que soñó toda su vida y que finalmente se hace realidad.

Para llevar adelante su gran anhelo, Arana encontró en los cuentos cortos el formato ideal para plasmar sus relatos. “Me divierte mucho esto de poder meterte en un lugar lejano, en otro tiempo, en otra realidad, en otra circunstancia, a contar una historia y no necesitar mucho para que vos, con tu imaginación, puedas estar”, describe pensando cada una de las palabras. Se reconoce prolijo en la sintaxis y poco obsesivo a la hora de repasar y corregir lo ya escrito. Y auténtico, y genuino, como cada una de las actividades que lleva a cabo.

“Siento que acá va lo mejor de mí”, dice en el prólogo y lo suscribe en esta charla. “Me gusta pensar que doy mi mejor versión todo el tiempo en todo lo que hago, pero no por una cuestión de cómo sea recibida, sino por cómo me siento yo a la noche cuando me voy a dormir”, asegura, y abre los ojos y los oídos para hablar de su nueva obra. Que propone un recorrido serpenteante entre la ficción y la realidad, en el que aborda temáticas como la soledad, el orgullo por su padre docente, el dolor ante una pérdida colectiva y la amistad marcada a fuego plasmada en la relación con Caly -el de la pluma del título-, su gran amigo, que falleció a los 18 años y que de alguna manera a él le salvó la vida.

Facundo Arana tras 15 años de amor y tres hijos: "No me hubiera atrevido a soñar tanto"

En la portada del libro se ve a un Arana adolescente, esa etapa fundacional en la que empiezan a definirse muchas cuestiones. Un momento de sueños, de aventuras, de asumir riesgos y de sentar las bases del futuro. Un mundo que Facundo atravesó peleando contra un linfoma y viendo cómo Caly, su compañero en todas estas aventuras, se moría a los 18 años víctima de un aneurisma. Un recuerdo que el actor tenía guardado en su interior y que aparece por primera vez en público en forma de cuento. “Va pasando el tiempo y vas trayendo las cosas que fueron importantes, las cosas que valieron la pena, las cosas que se convirtieron en inmortales en tu vida y en tu alma”, explica el actor al borde de los 50, dispuesto a abrir el corazón como nunca antes.

—¿Quién fue Caly en tu vida?

—Caly es uno de esos seres que no necesitó vivir 100 años para ser inmortal en la vida de quienes lo conocieron, que dejó una huella enorme, extraordinaria. Es el hijo de una compañera de colegio de mi mamá, y nos criamos juntos. Con él empezaron mis ganas de escribir, leyendo a los personajes de Robin Wood, como Dago y Savarese, devorándonos todas las historietas de las editoriales Columba y Skorpio. Desde chico se perfilaba como un escritor maravilloso. También me llevó a estudiar teatro: yo me preguntaba por qué y terminé amando el teatro. Caly marcó mi vida como yo había marcado la de él.

—En el cuento Caly te invita a escribir un testamento. ¿Vos ya estabas enfermo?

—Sí. Yo ahí estaba en el peor momento con el linfoma. Tenía 17 años.

—Qué fuerte. Vos no te lo habías planteado nunca y él, sí.

—Ni se me hubiera ocurrido. Uno siempre piensa que el testamento llega cuando las personas son grandes, cuando están terminando y se reparten las cosas materiales. No es algo que te imagines ni aun estando enfermo, ni aun al borde de la muerte, y él, en aquel momento me dijo: “Che, pero deberías…”.

Facundo Arana feliz presenta su primer libro (Maximiliano Luna)
Facundo Arana feliz presenta su primer libro (Maximiliano Luna)

—Su muerte fue un cachetazo tremendo, porque vos venías con un aprendizaje sobre la salud que quizás te había hecho pensar en la finitud, pero otra cosa es perder un amigo a esa edad y de golpe.

—Lo que pasa que no hay nada más claro que los hechos cuando ocurren para hablar de las cosas, y aquel no era un momento en mi vida para plantearme la finitud, era para jurarme que yo iba a salir adelante. Éramos un equipo muy fuerte que trabajábamos mucho para que yo me quedara acá, no para que hubiera una finitud, y Caly era uno de ellos.

—Estás hablando de ser fuerte, de trabajar para quedarse. ¿Nunca tuviste miedo?

—Miedo no, pero sí me acuerdo patente las palabras del doctor Santiago Pavlovsky, que era mi oncólogo y es una eminencia. Yo tenía 17 años y él decía: “Vos ya sos un hombre, yo no tengo nada que hablar ni con tu mamá ni con tu papá; hablemos nosotros”. Ahí me contó el tratamiento que íbamos a hacer, y que si no funcionaba teníamos una opción B. Yo le pregunté qué pasaba si tampoco funcionaba esa opción. “Se me acaban las naves”, me contestó. Entonces, yo sabía que las naves se podían acabar. Gracias a Dios, mi cuerpo se portó muy bien y me curé con la opción A.

—Y hoy, ya con hijos, con una familia, ¿hiciste tu testamento?

—No, trato que todo lo que tenga que ver con lo que quede sea con mano caliente. Prefiero pensar en que las cosas estén ordenadas. Lo que tenga que quedar escrito no nos importa mucho.

“No me hubiera atrevido a soñar tanto. Ni a ella ni a los chicos”, dice Facundo para hablar de la familia que formó con María Susini y sus hijos India (pronta a cumplir 14 años) y los mellizos Yaco y León Moro (transitando sus 12). Ya son 15 años los que lleva con María, a quien define en su libro como “el ser más luminoso del universo”. Sin embargo, no encuentra una palabra que pueda sintetizar este tiempo que llevan juntos. “Definirlo es acotarlo, decir maravilloso es no decir increíble, y ella es increíble y maravillosa. Cada palabra que querés ponerle tiene principio y final, y toda ella es un ser tan luminoso que por más que busques, no le encontrás un lugar oscuro”, dice sin perder el amor del primer día.

—¿Cómo te encuentra ser papá de una adolescente?

—Muy fácil. Lo luminoso de la madre está en los chicos, de verdad. India es amazona, su vida son los caballos y está todo el tiempo pensando en cómo mejorar su forma hacia los animales. Es una extraordinaria amiga, es una extraordinaria compañera, ni te hablo de hija, es un corazón, te hace sentir que sos padre de toda la vida, que nunca tuviste una pared enfrente.

Facundo Arana en el estudio de Teleshow (Maximiliano Luna)
Facundo Arana en el estudio de Teleshow (Maximiliano Luna)

—¿Vos, de adolescente, fuiste fácil?

—No. Tal vez era fácil hacia afuera, porque estaba todo el tiempo metido en una hoja dibujando. Eso en la adolescencia es un montón, porque entonces la pregunta es: “¿Dónde está Facundo?”.

—Bueno, tuviste una adolescencia cruzada por una enfermedad. ¿Qué peor dolor de cabeza para los padres que sentir que la vida de su hijo corre peligro?

—No quiero ni pensarlo, y además ahora me interpela todo el tiempo, porque miro para atrás y mis hijos están en edades en las que yo tengo memorias muy frescas de ese tiempo. Y puedo pensar en presente respecto de qué hicieron y cómo se comportaron mis viejos.

—¿Y cómo lo ves?

—Todo el tiempo estoy muy orgulloso de ellos. Fue muy impresionante, como la película de Roberto Benigni, La vida es bella, que el padre le hace vivir al hijo una realidad diferente al horror de la guerra que estaban viviendo, y el chiquito lo cree. Hay un paralelismo maravilloso entre esa película y lo que vivimos con mi vieja, que me cambiaba una quimioterapia por cocinar una buena comida que yo no iba a poder comer. Pero era hacerlo juntos, con la familia diciendo: “¡Qué rico lo que cocinaron!”. Todas esas son cosas imborrables, maravillosas.

Facundo Arana: "No querría ser el padre del pibe que hace bullying"

—¿Cuándo se te despierta el Facundo solidario, el comprometido?

—En casa con María les enseñamos a los chicos a tener los ojos abiertos respecto de lo que está pasando alrededor. Yo no querría ser el padre del pibe que hace bullying, por ejemplo. Entonces les enseñamos a mirar al otro y cómo comportarse en esas situaciones. Nosotros tenemos la oportunidad de comunicar, y además de hablar de un libro o una novela o una película, debemos aprovechar para decir algo que deba ser dicho. Por ejemplo, la importancia de convertirse en donantes voluntarios y habituales de sangre.

—Ese compromiso social te atravesó siempre con distintas causas. ¿Qué nos pasa como sociedad cuando una figura como Santiago Maratea recauda mucha plata para combatir los incendios en Corrientes y se lo cuestiona?

—No cuestiono al que hace, pero no dudo de que es el único que hace, ¿entendés? No dudo de que las autoridades, quiénes sean, están haciendo todo lo posible; lo que tampoco dudo es que Santi Maratea fue el impulsor de recaudar un montón de millones de pesos. Pero no hablemos de la cantidad de plata y sí del compromiso de un montón de gente que creyó en él y lo quiso acompañar. Hay que aplaudirlo a él y a cada una de las personas que colaboró.

—Hay algo también que nos ha pasado como sociedad en donde le creemos más a Santiago, en esa causa en particular, que a cualquier político que hubiera convocado una colecta.

—Sí, pero eso lejos de ser un problema debería ser un desafío para aquel que dice: “Che, pero le creen más al pibe que a mí, que estoy dedicado a esto todo el tiempo”, y bueno, hay un mensaje. Cambiá lo que tengas que cambiar, pero no hay que enojarse, porque si no, estamos corriendo el foco de lo importante, que es que Corrientes está prendido fuego. Entonces dependemos de las lluvias, de toda esa gente que está en la línea de fuego con un rastrillo. ¿Hay suficientes recursos? No. Bueno, entonces hay que tomar nota, porque además el mundo no va a cambiar, no se va a enfriar.

—Cuando empezó la pandemia parecía que íbamos a salir mejores, más solidarios, más responsables, hoy estamos entrando en una nueva guerra, hay países todavía a donde todavía no han llegado las vacunas. ¿No tenemos remedio?

—No tengo ni la menor idea. Me gustaría preguntarle a gente que estudia mucho sobre esto. Lo único que te puedo decir es que en mi casa, con mi compañera de vida y frente a nuestros chicos, nuestra respuesta es tratar de ser un poquitito mejores.

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