Mientras camina rumbo al estudio para realizar la entrevista, Luis Majul espía la redacción de Infobae y, sin proponérselo, ve pasar su vida ligada al periodismo. Nada menos que 43 años de los 60 que cuenta con orgullo, que vive con la adrenalina del primer día y que celebra cada vez que se enciende la luz de aire o le pone el punto final a un artículo.
En ese diálogo imaginario entre el pasado y el presente, las computadoras adquieren la percusión de las máquinas de escribir, las pantallas planas se hacen profundas y pierden nitidez, la notificación de cada smartphone se confunde con el pitido del fax. La película no se detiene en ningún momento. Conocedor del oficio periodístico pero también del juego, ni bien arranca la charla con Teleshow Luis ya regala un título: “Los periodistas de mi generación ya pasamos la edad del ego explotado”, confiesa. Y no tiene problemas en hacerse cargo.
—¿Lo tuviste en algún momento?
—Sí, claro. Todos lo tuvimos, y tengo una lista larga. La nuestra es una generación de periodistas muy potentes, que trabajó en un contexto histórico que es cada vez peor, pero también muy interesante.
De regreso al 2022, el año arrancó movido y el nombre de Luis Majul fue una pieza clave en el tablero de ajedrez del periodismo político. En Radio Rivadavia, dejó la primera mañana para encarar la franja de la vuelta a casa. Otra adrenalina, otra manera de comunicar que conoce y se impone respetar. De 19 a 21 hace Esta tarde con Osvaldo Bebo Granados y Gustavo Noriega, y protagoniza el pase con Nelson Castro y Ariel Tarico, uno de los tantos que imita su inconfundible timbre de voz. “No me enoja, al contrario”, asegura. “Tengo muy buenos imitadores. Ariel es el número uno, pero lo hacen bien Diego Leuco, Facundo Pastor. Aprendí de Fernando Bravo que si te imitan es porque tenés algún lugar de popularidad. Fito Páez dice: ‘Puse las canciones en tu walkman’. Yo puse un poco de información en tus oídos o en tu cabeza”, señala sin falsa modestia y un profundo agradecimiento al público.
Al mismo tiempo, maneja Radio Berlín en el 107.9 del dial, con el concepto musical propio de la FM clásica que busca posicionarse a partir de sus propios gustos. Con el ancla en el sonido de los 90 y los 2000, y nombres como Diego Poggi, Jowi Campobassi, Franco Mercuriali y Ale Lacroix como base de una lista que promete ampliarse. Y en televisión se lo ve en LN+, donde conduce Voces durante la semana y su clásico La cornisa de los domingos a la noche.
—¿Qué es lo mejor que te dio el periodismo?
—Casi todo lo que soy como profesional y mucho de lo que soy persona. Poder hablar con presidentes, con figuras internacionales, estar todo el tiempo conectado con las necesidades de la sociedad. Entender que para un periodista de actualidad y que analiza la política es tan importante saber contar lo que está pasando como tu posicionamiento periodístico, porque la audiencia valora cuando tenés tu propia mirada, aunque no sea la que tienen ellos.
—¿Hay que responder a muchas presiones políticas hoy?
—Hay muchas presiones políticas, económicas, conflictos de intereses. Ahora más, porque la torta del poder es más chica y algunos se podrían estar despidiendo y otros quieren entrar. Los periodistas que tenemos años de oficio tenemos más espalda para resistir estas presiones. Sé que quisieron tener mi foto preso durante 24 horas, y ese tipo de cosas me hicieron mucho más fuerte.
—¿Cómo fue ese momento?
—Unos impresentables del kirchnerismo rodearon a un juez y plantearon la idea de que yo estaba en un chat con ex policías de la Ciudad que además habían trabajado en la AFI. El abogado de la presidenta, no me lo voy a olvidar nunca, Comisión Beraldi. Trucho total. Se montó en eso el abogado de Hugo Moyano, Daniel Llermanos. Hasta que un periodista, Camilo Cagnacci, descubrió que el que supuestamente era yo, un tal Pirincho, era en realidad un productor de América. Un par de colegas operaron también con Llermanos y Beraldi para tratar de conseguir la foto preso. Yo lo fui asimilando cuando advertí la operación. Entonces le hablé a mi familia, a mis amigos, y llegué a la conclusión de que en ese contexto si alguien quería meterme preso a mí o a cualquier periodista con ese nivel de exposición, nos iban a convertir en héroes. Y formaba parte del plan de venganza e impunidad que todavía maneja Cristina, aunque cada vez con menos influencia y menos poder porque tiene menos votos.
—¿No tuviste miedo?
—No quiero aparecer como un héroe, pero la verdad es que no le tengo miedo a eso. ¿Qué haces cuando tenés miedo? Visualizás las situaciones. Me imaginé detenido y dije: “Voy a leer, voy a aprovechar el tiempo y voy a sostener la locura que es esto para dar una batalla que me va a hacer más periodista y mejor persona”.
—Te llegaste a visualizar detenido.
—Claro, ¿con estos locos? Con Cristina....
—Fuera de esta situación en particular, ¿tuviste miedo en estos años de profesión?
—A ver, miedo, lo que se dice miedo, no; preocupación, sí. Pero cuando van pasando los años y vivís cosas como una pandemia, si no crecés con eso emocionalmente en tu cabeza es porque sos un zapato. Esas cosas sucedieron, nos hicieron más fuertes a todos nosotros y terminaron siendo positivas.
Con la misma pasión con la que habla de periodismo, Luis acepta el convite para hablar de la actualidad. Se nota que lo estaba esperando. Abre los ojos, gesticula, se incorpora, y no esquiva ningún tema. “Argentina necesita seriedad, sentido común y plantear un rumbo claro”, sentencia con su mirada aguda, antes de empezar a pasear por los nombres propios: Cristina, Alberto, Mauricio, Horacio, Máximo, Patricia, y siguen las firmas.
—Luis, imposible no preguntarte en este momento por la situación que se está viviendo en Ucrania y cuál es tu mirada sobre la posición de Argentina
— Putin es Hitler o sería HItler para algunos de manera simplificada. ¿Y Alberto quién sería? Vladimir Putin sería o es Hitler según Elisa Carrió por ejemplo y muchos otros. Pero de nuevo, Alberto Fernández, el presidente, Argentina, el Estado, ¿quiénes serían? Ya sabemos que fue a Rusia a chuparle las medias a Putin, al tirano, que se estaba preparando para entrar Ucrania. Ya dijo, y sabemos que dijo, que teníamos una deuda con Rusia por la Sputnik, aunque pagamos la vacuna más cara que la Pfizer y más cara que la de AstraZeneca por ejemplo. Ya sabemos que se firmó comunicando lavado, ambiguo, que contiene un elemento gravísimo porque como extensión estaría desconociendo el derecho de Argentina a reclamar las islas Malvinas y sostener la soberanía si es que sigue el mismo razonamiento que el comunicado de la invasión de Rusia a Ucrania. Por eso, de nuevo, ¿si Putin es Hitler Alberto quién sería, un Perón trasnochado? El peronismo refugió a nazis y trabajó con Mussolini, con Francisco Franco. ¿Qué vamos a hacer ahora, vamos a trabajar junto a Putin, a Xi Jinping, a Nicolás Maduro, Daniel Ortega? ¿Qué pienso yo? Que Alberto, Cristina y Máximo ya terminaron de destruir la economía con la cuarentena eterna y deberían cargar en su conciencia con miles de muertes por no firmar en tiempo y forma el contrato con Pfizer por ejemplo. Entonces lo que está sucediendo ahora mismo nos debe interpelar a nosotros también, a vos, a mí, a todos. Vengo viendo y escuchando muchos colegas que repiten con profunda resignación ¿qué te sorprende de esto? ¿Por qué te va a sorprender que Alberto diga lo que diga, que Massa diga todo lo contrario y que Cristina sea pro rusa? Naturalizan todo. Parecen estar vacunados contra este gobierno, que es un gobierno contra natura, originado en una anomalía política del que nos quedan casi dos años donde todo puede ser siempre peor. Y cuando digo todo hay que meterse con el vergonzoso comunicado del gobierno pero también aunque parezca que no tiene nada que ver con el acuerdo con el Fondo o con el presidente Alberto Fernández incurriendo casi en falso testimonio al decir que nunca vio a Lázaro Báez cuando aparece en una foto poniéndole la mano en el hombro.
—¿Cuál es tu diagnóstico del país?
—Una buena parte de la clase dirigente es ineficiente, mentirosa, busca su propio interés y no presta atención a las demandas de la sociedad. Este Gobierno no tiene plan, nació de una fórmula contra natura, que fue la de Alberto y Cristina, con un pacto con el diablo que consistía en vos me das impunidad y yo te convierto en presidente. Ese pacto no se está cumpliendo porque era una locura que cualquier presidente le pudiera garantizar impunidad a Cristina. Por más que sea vicepresidente, o vicepresidenta, sigue procesada con causas y por delitos de corrupción gravísimos y ya están convalidándose las sentencias en distintas apelaciones. Por más que haya ganado el Frente de Todos, un juez no va a decir que un día es la jefa de una asociación ilícita y el otro día decir que no lo es. Cristina es una dirigente política muy inteligente pero tóxica. Máximo Kirchner, yo le digo Máximo Peligro, es tóxico. Una parte del Frente de Todos es tóxica. Vos no podés ser parte de un gobierno, boicotear lo que te interesa, quedarte con las cajas del mismo gobierno al que vos repudiás y encima poner en vilo todo el tiempo a la sociedad.
—¿Cómo está la situación interna del Frente de Todos hoy?
—Mal. Yo no tengo dudas que el Presidente se levanta a la mañana todos los días y va a buscar su teléfono a ver si Cristina rompió el silencio o no. O si lo hizo Juan Grabois, o Fernanda Vallejos, o Luis D’Elía, o Amado Boudou, o…
—Decís que el Presidente tiene más problemas adentro que afuera.
—Obviamente. Cuando empezó la pandemia, Alberto Fernández tenía un nivel de imagen positiva que estaba en la estratósfera, como estuvo Francisco cuando fue ungido papa. Y a partir de ahí Cristina lo empezó a bombardear. Alberto hizo una mala elección porque fue a decirle a cada uno lo que quería escuchar en nombre de la unidad. Dijo: “No me voy a pelear nunca más con Cristina”, y estamos nosotros los argentinos en el medio. Fijate los números de la pandemia.
—¿Le interesa ir por la reelección?
—¡Cómo no le va a interesar! Ahora, que cualquier dirigente del Frente de Todos se plantee hoy una reelección en 2023 es una locura. Arreglen los problemas del país, muchachos. Pobreza de más del 40%. Indigencia más del 10%. El dólar a 214, 215, lo que esté. El vacunatorio VIP que todavía pesa sobre el ánimo de los argentinos.
—¿Qué pasa con la oposición?
—Tiene muchos problemas. Tiene que encontrar su verdadera identidad y dirimir los liderazgos internos sin romper la unidad. Y al mismo tiempo, tiene que tener la audacia de decir lo que tiene que decir con voz muy fuerte porque su triunfo histórico en las últimas elecciones generó un montón de expectativas. No se tienen que pelear entre ellos, tienen que construir una alternativa. Y esa alternativa, además, tiene la expectativa de ser la que coloque a la Argentina en un lugar con amplio consenso para hacer las reformas que se tienen que hacer: provisional, laboral, impositiva, sindical.
—¿Quién sería hoy el candidato natural de la oposición?
—Yo creo que hay muchos candidatos y hoy sería muy apresurado decirlo. A ver, Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri…
—¿Macri puede volver a ser candidato?
—Eso hay que preguntárselo a él. Después de lo que le pasó, es suficientemente inteligente como para comprender que solo puede ser candidato si puede ganar una segunda vuelta en un país tan dividido como este. Rodríguez Larreta obviamente está muy bien. Gerardo Morales quiere ser y no tiene por qué no intentarlo. Creo que Martín Lousteau quiere ser también y no tiene por qué no intentarlo. María Eugenia Vidal te va a decir que hoy no sabe, pero no va a renunciar a opinar sobre los temas nacionales en una Cámara de Diputados. Hay un montón: Alfredo Cornejo, Facundo Manes, Patricia Bullrich a quien sus adversarios internos no deberían subestimar.
—¿Cómo surge una figura como la de Javier Milei?
—Primero, porque es muy mediático. Excesivamente emocional. Y está muy bien que instale en la sociedad temas de agenda como la que Juntos no pudo instalar. No se gasta más de lo que se tiene. La emisión monetaria es la principal causa de la inflación. Un Estado al servicio de la oligarquía política, no le sirve a ningún país.
—¿La dirigencia política entiende las necesidades de la gente?
—Hay gente que no tiene para comer. Y yo creo que no toda la clase dirigente está conectada con esa realidad. Por eso para mí hay distintos niveles de entendimiento. El primer nivel es el nivel social de nuestra audiencia. Sabe todo, lo que le gusta más y lo que le gusta menos. Eso es lo que va a terminar empujando a una clase dirigente mejor, supongo. Después estamos nosotros, el periodismo, que está mucho más cerca de las demandas de la sociedad porque tenemos a las audiencias muy cerquita nuestro.
—¿Qué pasa con la inflación?
—La distorsión de precios es formidable. Es un gobierno que va a la deriva, que no tiene plan económico y ese es un problema grave, porque produce pobreza, produce más necesidades y produce muertes. Las decisiones estratégicas equivocadas producen muertes. Este gobierno tiene, tuvo, y yo creo que sigue teniendo, dos decisiones estratégicas equivocadas. La primera, la más notable, no acordó con Pfizer en tiempo y forma y eso determinó que no se pudieran evitar entre 15.000 y 20.000 muertes por covid. Y la otra es no haber acordado con el Fondo ni bien asumió Alberto Fernández: la Argentina se hubiera ahorrado 8.000 millones de dólares en pago de intereses de la deuda. Esos fueron errores gravísimos. Y detrás de esos dos errores está el presidente Alberto Fernández, pero especialmente Cristina Kirchner y Máximo Kirchner.
—¿Tenés esperanzas de que mejoremos en el corto plazo?
—Dentro del periodismo siempre tenemos esperanza. Además, yo soy papá, espero en algún momento ser abuelo…
—¿Tus hijos están en Argentina?
—Mis hijos ya tienen la determinación de quedarse acá porque tienen muchos compromisos. Estudiaron los dos en la UBA, uno en Medicina, el otro en Ciencias Políticas, los dos son docentes, aman el país y nos han visto a la mamá y al papá siempre tener mucho compromiso con el país. Así que no creo que se vayan.
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