“Estoy muy preocupada por el planeta Tierra”, dice Julieta Díaz. La actriz, que no teme hacer bandera de las causas que considera justas, sugiere que “hay que escuchar a las personas que realmente luchan para ayudar a que no nos destruyamos tan rápidamente”. En este sentido, relaciona la pandemia con la explotación “sanguinaria”, según subraya, “que hacemos de nuestro mundo”.
En esta entrevista con Teleshow, Díaz se anima a meterse de lleno con la lógica de las redes sociales y las críticas a las mujeres en la televisión. “Me tiene sin ningún tipo de cuidado lo que digan”, afirma.
A días del estreno del spin off de Pequeña Victoria, la actriz dice que arrancar la serie la puso contenta. “Lo disfruté mucho”, se sincera. Pequeñas Victorias, la nueva producción de Amazon Prime Video, retoma la exitosa telenovela sobre crianza en tribu a seis años del nacimiento de la beba. Los 10 capítulos ya pueden verse en la plataforma, y en septiembre llegarán a la pantalla de Telefé.
—¿Qué de tu propia maternidad se trasladó al personaje?
—Tiene algunas cosas parecidas a mí, o yo al personaje: la exigencia, la agenda, ser medio meticulosa. Yo tengo otro estilo, actúo más entre una cosa muy suelta, voy y vengo. Después de seis años, el personaje está buscando una manera más amable y menos confrontativa. Hay algo parecido a mí en este tiempo. Siempre fui una persona conciliadora, pero a veces una se pone más reactiva; está bueno hacer una pausa, mirar de lejos y entender al otro. Eso me gusta de Jazmín en esta temporada: está más humana.
—En cuanto a Julieta, esa búsqueda más piadosa, ¿es hacia los demás o hacia la propia maternidad? Porque hay un momento en el que las mujeres también tenemos que amigarnos con algunas contradicciones y decir: “Bueno, yo soy esta mamá”, que tal vez no es la que imaginábamos o soñábamos que íbamos a ser.
—Todo eso es un poco lo que me pasó y me pasa. Amigarse con los demás, pero en principio con una misma y con la maternidad. Soltar el no ser la mamá que uno creyó y tampoco exigirle al hijo o a la hija que sea lo que uno quiere o soñó. Es difícil. Uno a veces toma decisiones realmente sin estar seguro. Pasa con el laburo, con la vida, pero cuando es un hijo o una hija y hay que tomar una decisión... “No sé si ir por este camino, pero ahora la intuición me dice que es por acá y me tiro el lance”, estás decidiendo: “¿Cuánto le cago menos la vida, por acá o por acá?”
—Hablando de maternidad, ¿cómo está Elena?
—Bien, está muy bien. Estuvo en la colonia de vacaciones de invierno. Estuvo feliz con eso. La pasó bárbaro. Y el año que viene, si Dios quiere, bueno, arrancaría la primaria. Así que como Victoria: otro mundo me espera el año que viene por suerte. Está bueno.
—Algo que nos pasa a las mujeres es la cantidad de explicaciones que tenemos que dar y la mirada del otro que se cree con derecho a juzgarnos. Vos tuviste que dar muchas explicaciones con el tipo de parto de Elena.
—Cuando Elena nació hubo una complicación y empezaron a hacer elucubraciones. A veces la gente habla de una manera muy gratuita de la vida de los demás, sobre todo en la televisión, sin saber. Fue muy doloroso escuchar eso, pero yo sabía cómo había sido. Habían dicho que se había complicado el parto porque la tuve en mi casa. Respeto muchísimo a la gente que quiere tener un parto en su casa, está buenísimo. En mi caso, decidí hacerlo en una clínica de la manera convencional. Tuve un parto normal, por vía baja, nadie me ofreció una cesárea. Las decisiones fueron tomadas en su momento.
—Un ejemplo actual es el de Pampita, que fue muy criticada por volver al trabajo.
—Nos quedamos en cosas muy chiquitas y muy miserables. Me alegra que cada uno haga lo que tenga ganas de hacer, lo que sienta que está bien. Hoy pasan cosas muy tremendas como para ponernos a hablar de estas cosas. Estamos con una alerta que se acaba de declarar a nivel colapso climático y ecológico gravísimo, que no tiene vuelta atrás. Hay que tener muchísima participación y escuchar a los activistas y a las personas que realmente luchan por un mundo más sano y mejor, por ayudar a que no nos destruyamos tan rápidamente, a parar esta megaproducción sanguinaria que estamos haciendo los seres humanos en nuestro mundo. La pandemia tiene que ver con eso. El hambre, la violencia, las guerras, es todo lo mismo. Hay cosas mucho más importantes. Si vamos a hablar de las personas, hablemos de una manera profunda, interesante o por lo menos con humor y para criticar. Me parece una pérdida de tiempo. Es parte de la contaminación mental, emocional y espiritual.
—Siempre le pusiste el cuerpo a este tipo de causas. Nunca tuviste miedo de exponer tu manera de pensar aunque eso pudiera conllevar críticas. Las redes sociales pueden ser muy crueles en un montón de cosas.
—Me tiene sin ningún tipo de cuidado lo que pasa en las redes sociales. Ya me acostumbré a las personas que te ponen cosas horribles, a los trolls, a los haters. Defiendo las causas que me parecen justas y creo que cada uno y cada una tendría que elegir alguna causa porque hay muchas injusticias en el mundo. Hay que seguir a las personas que luchan sin fines de lucro, sin especulaciones, sin partido político. Hay que tener mucha conciencia del nivel de unión que tenemos que tener. Ponerse a defender a una mamá que vuelve antes o después a trabajar es perder un nivel de tiempo y de energía en un momento muy crítico del planeta. No se puede perder más tiempo en estas cosas.
—Incluso dentro del feminismo nos exigen a las mujeres que estemos todas de acuerdo en absolutamente todo.
—Exactamente. Por eso se habla de los feminismos y no de feminismo. El tema del feminismo es simple: somos muy diferentes hombres y mujeres pero tenemos que tener los mismos derechos y los mismos beneficios. Si vos, como mujer o como hombre, crees que los hombres y las mujeres no tenemos que tener los mismos derechos, estás en desacuerdo con el feminismo. No es que tenés que tener una bandera. Es eso.
—Si te invita a salir alguien que te gusta pero que te dice que no es feminista, ¿descartás? ¿Es un filtro o tratás de educar?
—Hay que ver desde dónde sale. Lali (Espósito) decía que no era ni machista ni feminista. Me parece que en ese momento ella estaba más pérdida con qué era una cosa y la otra. Cuando entendió desde dónde y cómo era esto y empezó a profundizar, ahora es ultra feminista y militante. Te das cuenta por los valores, por la conversación, por cómo te trata, por sus opiniones, para qué lado es una persona. Cuando hay una persona que critica mucho una lucha justa, sea la que fuere, la de las mujeres, la de los pueblos originarios, la del planeta... Cuando hay alguien que pierde un largo tiempo en criticar el lenguaje inclusivo pero nunca lo escuchaste hablar de los femicidios, no me interesa, ni como hombre ni como mujer ni como interlocutora o interlocutor, más allá de una cita. Primero hay que ser humano y solidario, y después todo lo demás. Todos tenemos que tener los mismos derechos y beneficios. La gente no es menos que vos por ninguna razón.
—¿Y cómo te manejás en caso de cruzarte con una persona así? En todos los círculos suele haber gente que piensa distinto.
—Seguramente tampoco me querrán ellos a mí. No es que tampoco voy a andar empujando gente, pero todo bien, buena onda, y después no lo invitaré a mi cumpleaños, ¡qué sé yo! No saldré una noche a cenar (risas). Mis amigos y mis familias tienden a ser personas con una mirada más popular, más hacia la izquierda o partidos con conciencia social. Cada vez me interesa menos el partidismo. Estoy muy preocupada con el tema de nuestro planeta Tierra. En este momento, cualquiera que esté especulando con el poder, no me interesa. Hay que estar al servicio del cuidado, de la bondad, de la paz y dejar de costado el ego.
—¿Usás el lenguaje inclusivo en la diaria?
—Me cuesta porque es rarísimo escucharse decir con la “e” las palabras. Sí me gusta mucho decir el masculino y el femenino, o el femenino y el masculino: todas y todos, chicos y chicas. A veces suena medio raro, pero estoy buscando mi manera, todavía.
—No es porque moleste el inclusivo sino por un tema generacional, de naturalidad.
—Claro, me suena rarísimo pero me suena lógico. No estoy acostumbrada, pero está buenísimo. Cuando escribo, escribo con la “x” en general, en vez de poner “o” o “a”. Siento que es más prolijo. La “e” me suena más rara. El tema no son las palabras escritas, eso es papel pintado, el tema es aceptar al otro como es, aceptar que es diferente. Tenemos que estar unidos. La discusión tiene que ver con eso. No hace falta ser todos amigos y amigas y estar abrazados llorando, quiere decir respetar la individualidad del otro. Estamos aprendiendo, no soy una gurú de nada.
—Yéndonos completamente hacia otro lado, le dijiste a Jey Mammon que usabas los Martín Fierro como tope de puertas, ¿es así?
—Suena horrible, suena como una cosa de degradación o de ser desagradecida. La gente entra a mi casa y se ríe. Lo que pasó es que me daba pudor ponerlos arriba de una repisa y tampoco los quería guardar porque estoy muy orgullosa y agradecida por esos premios. Me pareció que quedaban hermosos. Uno no pone cosas lindas para frenar las puertas y, como son altos, están ahí y tienen mucha presencia. También es un poco como un chiste, un poco de humor para decir: “Sí, tengo este premio y estoy muy agradecida, pero los premios también son un juego”.
—¿En qué sentís que sos la mejor, saliendo de lo profesional?
—La mejor es como muy autobombo. Haciendo chocotorta, según mi hija y algunas madres de amigos y amigas de mi hija y mi familia. Dicen que mi chocotorta es excelente. Soy muy sencilla y no soy buena para hacer tortas ni cosas dulces pero, haciéndole un día una a mi hija para un cumpleaños, me salió muy rica. Y a Elena le encanta, es lo único importante.
—Se te ve en un buen momento.
—Estoy contenta con el laburo, con Elena, muy agradecida porque la gente que está a mi alrededor tiene salud en una situación muy difícil, espero que saliendo. Todos los días tenemos nuestras pequeñas o grandes batallas. Las procesiones van por dentro, uno va intentando. La contaminación más importante es la que uno tiene adentro tratando de ser lo menos tóxico posible y espejarse con los otros de una manera más sana, más linda. Uno trata de ponerle un poco de onda.
—Hubo un repensarnos como sociedad interesante. Ojalá estemos más amigos todos en lo que viene porque venimos un poco peleados los argentinos entre nosotros.
—Es algo mundial. Algo que está colapsando muy trágicamente. Hay que prestar atención. Suena un poco edulcorado, quizás exagerado pero es así. Estamos en esa situación y no queda otra que estar más unidos. Nos dimos cuenta. Unidos, unidas, unides, como quieran.
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