“Es un sueño hecho realidad. Por más que sea una frase hecha, es real”, dice Nicolás Occhiato, que recibe a Teleshow desde su nuevo estudio. El conductor acaba de lanzar su propia señal de televisión digital: Luzu TV junto a Fuega, productora e incubadora de contenidos digitales. Inquieto como pocos, a sus 28 años el ex Combate da pasos a velocidad récord en una carrera que parece no tener techo.
“Producir siempre fue algo que me gustó”, advierte Nico, y agrega que tener una productora propia es la posibilidad de llevar a cabo cada cosa que se le mete en la cabeza. “Puede tener éxito o no, pero tener los medios para hacerlo es algo que me tiene muy feliz”, reflexiona.
Con la conducción del propio Occhiato y de la mano de Nati Jota y Flor Jazmín Peña, Luzu ya tiene su primer ciclo en grilla. Nadie dice nada, de lunes a viernes de 10 a 13 horas, ya cuenta con cerca de un millón y medio de visitas mensuales en YouTube. Además, también la rompe en su formato podcast en Spotify.
—El diferencial de Luzu es que crea contenidos para distintas plataformas y formatos. De hecho, con los podcasts la están rompiendo.
—Lo que me llevó a crear Luzu fue ver en medio de la pandemia a mucha gente que con solo una cámara, un micrófono y una buena idea tenía una audiencia increíble. Con una estructura en donde salga bien, se puede hacer. Hoy en día la gente te lo permite. Fue lo que nos permitió empezar este proyecto con muchos menos recursos. Pasamos hace un mes al estudio, pero esto arrancó hace diez meses.
—Apostás a lo novedoso, a los nuevos formatos, medios, plataformas, sin renegar de lo tradicional. Muchas veces pareciera que son mundos separados, sin embargo vos funcionás de un lado y del otro.
—No solo no reniego sino que me encanta y amo la tele, lo tradicional. Arranqué con esto cuando empecé a darme cuenta de que tenía muchas ganas de hablarle a gente de mi generación. Lamentablemente en la tele no está, o no está en todos los programas. Arranqué el año con dos propuestas para hacer radio tradicional en FM: era hacer mi programa a la mañana tres horas y cobrar un sueldo, o emprender esto. Son las decisiones que me demuestran cómo es mi personalidad, mi ambición y mis ganas de lo que quiero hacer. Hubiese sido mucho más fácil agarrar ese sueldo y sentarme a hablar tres horas, pero no le iba a hablar a la gente que quería. Y dije: “Hoy no está el lugar para hablarle, lo tengo que generar”.
—No solo es apostar a vos mismo sino también la posibilidad de dar posibilidades. Eso debe generar mucha responsabilidad.
—Hay muchas voces que tienen que ser escuchadas de nuestra generación y en los medios tradicionales es cada vez más difícil de entrar. Cada vez se la da menos tiempo a los programas y a la gente porque, obviamente, tiene que rendir. Las plataformas digitales te dan un poco más de margen. Cuando alguien me dice que quiere conducir, que cómo hace, lo más importante son las horas de vuelo y hoy es muy difícil tenerlas en televisión. En YouTube o en Luzu, es más fácil. Yo no estoy atrás de un número necesario para que esto siga en pie. Sí soy muy obsesivo y estoy en todos los números, pero entiendo que es otro lenguaje y otra forma de ver la industria, el negocio, la audiencia. Acá se labura con nichos. En YouTube o en Twitch, alguien que está transmitiendo y tiene 150.000 personas mirando, decís: “Este flaco explota”. Y si lo llevás a la tele, es un punto y medio de rating.
—¿Se viene El último pasajero a Telefe?
—Hubo charlas con Telefe, están habiendo en este momento, y hay una posibilidad. No puedo confirmar nada porque, primero, no hay nada confirmado y, segundo, soy muy cabulero. Sería un sueño hacer ese programa. Lo vi de chico, es increíble, no puedo creer que haya una posibilidad de hacerlo.
—¿Cuál te tira más, el conductor o el productor?
—En la primera charla que tuve con Guido Kaczka y Martín Kweller cuando empecé a conducir Tenemos Wi-Fi, los dos me dijeron: “No existe conductor que no sea productor”. Yo arranqué laburando con Guido en la tribuna, lo veía y mamé eso, y ya me gustaba eso. No sé cuál soy más yo, si cuando está esta cámara prendida o cuando estoy solo en mi casa. Es tremendo. No sé realmente cuál es más genuino. Tengo una forma de conducir en la que me gusta lo desordenado, blanquear todo lo que pasa atrás de cámara. Trato de ser muy real. En Luzu me di cuenta que, si bien tengo mi programa, es el lugar en donde voy a correrme un poco y ponerle más cabeza a toda la otra parte en donde no voy a estar delante de cámara. Estoy produciendo un documental de la vida de mis abuelos en donde tampoco aparezco, o si aparezco, es en alguna situación porque son mis abuelos y se da.
—¿Se viene el documental de Conse, tu abuela?
—Sí, de Conse y Victorio. Un documental reality que está buenísimo.
—Estuvieron hablando de sexo con vos, fue un momento…
—¡Ni loco hablo de sexo con mis abuelos!
—¿En algún momento parás la pelota y te ponés a pensar que hace no tanto tiempo te levantabas a las 3 de la mañana para repartir pan?
—Los fines de semana, cuando voy a visitar a mis viejos a Luzuriaga y paso por ese recorrido que hacía, digo: “¡Qué locura estar paseando por acá!”. También, cuando vuelvo a la casa de mis viejos y me acuesto en mi cama, en mi habitación de chico: mi vieja la dejó intacta. Cuando dormía ahí a la noche ni siquiera me animaba a soñar todo lo que me está pasando ahora.
—No te animabas a soñarlo ni era tampoco una fantasía que tuvieras desde chiquito esto de actuar, conducir, salir en la tele. Un poco sucedió de casualidad.
—Sí, de casualidad, pero internamente yo algo sabía. Es inexplicable porque no tiene mucho sustento en la realidad, pero mi vieja me dice que una vez se lo dije de chico: “¿Ves la tele? Voy a estar ahí un día”. Ni me acuerdo. Cuando me preguntaban qué quería ser, primero quería ser futbolista y después me gustaba el periodismo deportivo. Mi viejo siempre me crió diciéndome algo que es verdad y me lo decía desde el amor: “¿Qué te pensás? Hay mil y son dos los que ves que viven de eso y laburan en la tele”. Y yo decía: “Tiene razón”. Entonces, nunca me animé. Ahora lo pienso con el diario del lunes y creo que hay que creer que uno puede ser uno de esos dos si lucha y cree en uno mismo. Desde ese lugar uno aprende y va evolucionando.
—¿Tu papá entendió que te convertiste en uno de esos dos que llegan?
—No lo hablé, pero no sé los que llegan, pero sí que se puede vivir de lo que a uno le gusta. Mi viejo tiene toda una parte artística también, tiene una radio, es muy conocido en la colectividad italiana, canta, pero siempre nos inculcó que eso era un hobby, que no se podía laburar de eso porque era muy inestable. Cuando arranqué siempre me decía: “Mirá que esto se termina un día”. Al principio le creía, y un día lo paré y le dije: “Dejá de decirme que esto se termina porque me lo vas a meter vos en la cabeza y para mí esto no se va a terminar”. Estaba en Combate todavía. Encima, todos los viernes se podía terminar en serio. Me lo decía desde el amor.
—Te separaste hace unos meses. Imagino que tu teléfono explota de mensajes directos.
—La verdad es que no… Cuando escuchaba a la gente decir que no tenía tiempo de tener una pareja, decía: “¡Dale!, ¿cómo no tenés tiempo?”. Pero no es solo el tiempo, es la fiaca de empezar a conocer a alguien de nuevo. Entiendo que eso pasa o no pasa. Un día va a venir alguien, me va a romper la cabeza, y la fiaca va a desaparecer y el tiempo va a aparecer. Evidentemente todavía no apareció y estoy muy bien así, disfrutando mucho.
—¿Con Flor Vigna siempre mantienen esa buena relación de ex?
—Recontra. Todo esto que te estoy contando en gran parte fue una enseñanza de Flor: la de luchar por lo que uno quiere. Entre los dos entendimos que para trascender teníamos que aprender a ser nuestros propios productores. Por su crianza, su infancia, muy artista, tiene una cabeza distinta. Cuando empecé a armar Luzu estaba con ella y le consultaba todo. En lo personal también. Es una persona que me impulsó a hacer lo que quería, a no quedarme en mi zona de confort. Somos muy parecidos y a la vez muy distintos, y eso es lo que nos llevó a estar siete años juntos.
—Se llevan bárbaro, ¿pero están preparados para que el otro tenga otra pareja?
—No es una frase hecha: quiero que ella sea feliz. No hay persona que se lo merezca más. Es una buena persona, compartí mucho tiempo y la considero parte de mi familia. Hoy en día no puedo llevar un contacto diario porque sería muy difícil, pero es una persona que siempre está.
—No te creo que no te explota el teléfono de mensajes directos. No digo que te enamores o que aparezca el gran amor de tu vida, pero una cita, una amistad cada tanto...
—Sí, hay. La pasamos bien. Me transformo en jugadores de fútbol que hablan en plural: “Estamos bien, la pasamos bien” (risas). Se disfruta la soltería.
Mirá la entrevista completa a Nico Occhiato: