Dirigir a una tríada compuesta por Penélope Cruz, Antonio Banderas y Oscar Martínez no solo es el sueño de cualquier director sino también un desafío para el que hay que estar a la altura. Pero sin lugar a dudas, la exitosa dupla de Mariano Cohn y Gastón Duprat tiene espalda para tremendo embarque. Trabajos como El hombre de al lado, El ciudadano ilustre, Mi obra maestra y 4x4 los avalan. Los directores ya son parte de la historia del cine argentino que ha conquistado el mundo.
Esta vez, su nueva película, Competencia oficial, habla del universo que les es propio: el ego de los actores, en este caso interpretados por Banderas y Martínez, y el excentricismo de una directora, jugada por Cruz, dispuesta a todo, amparada en la supuesta intención de obtener el jugo de los artistas.
En esta entrevista con Teleshow, los realizadores que pueden jactarse de que Javier Bardem los llamó con ganas de armar un proyecto juntos, se animan a contar algunos secretos del detrás de escena del mundillo hollywoodense. Además, develan la intimidad de las reuniones con los protagonistas del filme y celebran que su nuevo trabajo será estrenado en el Festival de Venecia. “Es un festival que tiene lo que a nosotros nos gusta de las películas, nos sentimos muy cómodos en ese ambiente”, dicen.
—¿Cómo llegan a este elenco de lujo?
Duprat: —Fue una propuesta de ellos. Javier Bardem, que no está en la película, se puso en contacto con Mariano para contarnos que le gustaban nuestras películas y que le gustaría trabajar con nosotros. Le dijimos que sí, obviamente (risas). Después apareció Penélope, que es su esposa. Él tuvo un compromiso en las fechas en las que se barajaba la película y no pudo ser, pero se sumaron Antonio Banderas y Oscar Martínez. Conformamos un dream team hispano-argentino buenísimo. Es una película de actores, con lo cual se lucen muchísimo.
—Todo empieza por Bardem, entonces. ¿Y cómo se suman Banderas y Oscar Martínez?
Cohn: —Estaba haciendo la postproducción de 4x4 en España. Hubo varios encuentros con ellos: de no conocernos a frecuentar, charlar, ver qué ideas teníamos para hacer algo en conjunto. Surgió esta relación primero con Javier, después con Penélope, y ellos propusieron invitar a Oscar y a Antonio. Ahí empezamos a elaborar el guion. Es un guion que hicimos de manera coral junto con Andrés Duprat, con quien también trabajamos siempre juntos, y con los propios actores, que aportaron un caudal impresionante de ideas, anécdotas y de cosas que rondan en torno a la actuación, que de eso se trata la película.
—Es una película sobre la propia industria. Imagino que habrán hecho un poco de catarsis.
Duprat —La película trata sobre un empresario multimillonario de la industria farmacéutica que, llegado a cierta edad, ve que el mundo que lo rodea lo ve solo como un tipo que hizo dinero y de manera oscura. Entonces, quiere hacer algo para distanciarse de eso y generar otra imagen. Piensa qué puede hacer y decide hacer una película para transitar las alfombras rojas, rodearse con artistas internacionales y tener prestigio. Contrata a la directora del momento, que es Penélope Cruz, y ella elige a los dos actores más importantes del momento que se odian en la vida real: Antonio Banderas y Oscar Martínez. Esta directora, al igual que algunos directores o directoras de la vida real, tiene esa tesis de que hay que enfrentar a los actores en los ensayos para tener mayor dominio de la situación, como si eso fuese un beneficio artístico. Aunque parezca increíble, es así. Hace eso entre otras cosas que se le ocurren, muy salvajes y divertidas.
—Me imagino esas cenas con los tres protagonistas, con una cantidad de anécdotas que no se deben poder repetir porque tiembla la industria.
Duprat: —Sí, porque la película devela las estrategias que tiene cada profesional para transmitir la emoción. Entonces, como los propios actores tienen muchísima experiencia, tienen sus anécdotas y sus experiencias y su visión del tema, que es muy rica. Algunas cosas reales que nos contaron no las pusimos porque parecían ficción.
—¿Por ejemplo?
Duprat: —Un director muy famoso, de los mejores directores del mundo, le propuso a una actriz… Ella iba a hacer el protagónico de la película y en el primer ensayo el director tenía la ropa del personaje de la actriz y le dijo: “Lo que hago siempre es que le hago comer a la actriz el vestuario para que incorpore el personaje”. Bueno... Con los botones y todo. Esta actriz por suerte no se dejó vencer por esa institución que le decía semejante ridiculez, y le respondió que no.
—¿Cómo era una cena con ellos tres?
Duprat: —Eran cenas de trabajo. La última, estábamos con Mariano en nuestra oficina en el barrio de Saavedra hablando con ellos y Banderas dijo: “Basta de hablar por teléfono, basta de Zoom. Nos vemos en mi casa el domingo”. Era viernes. “¿Tu casa de dónde?”. Porque creo que él estaba en Los Ángeles. “No, en Londres”. Penélope: “Yo puedo”. Fue Javier Bardem: “Sí, yo estoy”. Nosotros estábamos a 72.000 kilómetros... Fue importante ese encuentro. Fue el día en el que sellamos la película. Llegamos a la tarde, cenamos y al otro día a la mañana nos volvimos.
Cohn: —Nos quedamos con un poco de hambre y fuimos a un local de comidas rápidas después a terminar la cena (risas).
—La película cuenta todo este lado B de la industria: uno no deja de haber crecido viendo películas con algunos personajes que ahora, imagino, se cruzan en festivales. Ustedes ya se deban comportar como las figuras que son, ¿pero hay un “cholulaje” de fondo?
Cohn: —Nosotros nos comportamos como simples observadores fríos y distantes, pero sí estamos “chusmeando” un poquito, no te voy a mentir.
Duprat: —Se hace el discreto él...
Cohn: —Por supuesto, pero tenemos varias experiencias... Una noche vimos a Mel Gibson con dos señoritas entrando y describiendo las bondades arquitectónicas del hotel Danielle.
—Y con Penélope Cruz o Antonio Banderas, ¿no hubo “cholulaje”?
Cohn: —(Risas). No, ni siquiera nos sacamos una foto todos juntos. Fue muy intenso el trabajo y no pedimos ninguna foto. Me olvidé (risas).
Duprat: —Admito que estaba a punto de pedirle a Banderas que me haga el Gato con Botas (de Shrek), pero nunca me animé. Me llega a decir que no, ¿adónde me escondo? Me tengo que ir, abandono la película.
—Ustedes empezaron a filmar antes de la pandemia pero en algún momento les afectó el rodaje. ¿Cómo fue esa experiencia?
Duprat: —La película llevó un montón de tiempo de preparación, años. Se empezó a filmar, en la mitad del rodaje comenzó lo del virus que no se sabía bien qué era. Mariano la vio venir y me decía: “Vámonos ya porque nos vamos a quedar acá”. Yo le decía que no. Al otro día que se anunció ya nos habíamos vuelto. Se suspendió el rodaje, por supuesto, y estuvimos siete, ocho meses parados. Aprovechamos para trabajar en el guion, para montar la película, para beneficiarnos en un punto del parate. Después, a los ocho meses se retomó y, como había miedo de que vuelva, las semanas que nos quedaban, nos dividimos con Mariano mitad de película para cada uno: hicimos dos equipos en paralelo y en dos semanas filmamos lo de cuatro. Ahí le comentábamos al productor: “Acá tenés un beneficio de que seamos dos directores, finalmente” (risas).
—¿Hay un grupo de chat de la película que funcione todavía?
Duprat: —Hay un grupo que funciona.
—¿Cómo se llama?
Cohn: —”Competencia oficial”, no tiene ningún nombre raro.
—¿Festejaron la noticia del estreno en Venecia?
Duprat: —Sí, era el festival que queríamos de antes. Es un festival con un público muy cálido, italianos, un público que sabe mucho de cine. Aparte de cálido puede ser durísimo también: no tiene ningún problema en abuchear, silbar. Está bueno, es mucha adrenalina, queríamos que nuestra película se estrene ahí.
—Además, están trabajando en Argentina en una serie para Star Plus, la nueva plataforma que está lanzando Disney.
Cohn: —Sí, llevamos tres semanas de rodaje de El encargado, una serie protagonizada por Guillermo Francella. Es una búsqueda que veníamos haciendo desde hace mucho con Guillermo, unos guiones que venimos trabajando y que lo tienen como protagonista como encargado de un edificio de departamentos.
Duprat: —En El encargado, con Francella y el Puma Goity, se filma exactamente igual que una película. No hay ninguna diferencia.
—Tuvieron días bravos porque Guillermo se contagió de COVID. ¿Ustedes tuvieron?
Cohn: —No, por ahora no tuvimos, y ya van varios rodajes. La película en dos tiempos, la serie... Por suerte ya ahora retomamos el rodaje y están todos bien los que se contagiaron. Estamos con las máscaras, que es bastante incómodo…
—No te quiero preguntar cuántas veces los hisoparon en este año y medio...
Cohn: —55 millones de veces. El COVID te obliga a filmar más rápido, no existen esos tiempos muertos. Siempre necesitás filmar y terminar porque no sabés si te van a alcanzar los días. Hay menos chichoneo entre los actores, el equipo.
Duprat: —Hay menos sociabilización.
Cohn: —No hay besos, no hay abrazos. No hay mate, que roba bastantes minutos de rodaje diarios. Es una nueva realidad que hace que trabajes más eficientemente, sin querer.
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