“Soy lo más aburrido que ha habido en el mundo”, admite Pepe Cibrián, haciendo alusión a que no conoce lo que es una borrachera ni hay en su haber ningún tipo de coqueteo con las drogas. El director teatral no se ha privado de nada en la vida, sin embargo, en ese punto prima el temor a perder el control. “Eso me angustia aunque de pronto no pasaría. Se ve que no es malo y la gente lo disfruta, pero sinceramente me da miedo”, confiesa.
Para Cibrián, con la imaginación es suficiente. “Estoy drogado todo el tiempo internamente”, explica. Dueño de una mente brillante, el artista y dramaturgo se mete de lleno en temáticas con una densidad que no había abordado a lo largo de su carrera hasta ahora. Su nueva obra, Infierno blanco, es un musical con una contundente premisa: “El mundo es una mierda y en esa mierda reino yo”.
Además, Pepe improvisa una historia impensada: Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof y Patricia Bullrich en una misma pieza teatral. ¿Cómo serían los personajes que estos políticos encarnarían en un obra por él dirigida? En esta entrevista con Teleshow, se anima a imaginar un papel estelar para cada uno de ellos.
—¿Estás contento con Infierno blanco?
—Estoy muy feliz. No es un conde, no es un jorobado, no porque no hayan sido maravillosos, pero creo que es otra época ya. Entonces habla de la droga, habla de la relación entre dos hombres, habla de una pasión brutal, habla de la ternura, habla de la ilusión de poder cambiar. Bueno, habla de drogadictos, claro.
—Esta obra muestra cierta oscuridad.
—Sí, pero al mismo tiempo muestra el amor y la redención. Estoy convencido, porque lo he vivido con alguien amado, que se redime. El adicto siempre es adicto y tiene que tener amor alrededor para tener el continente. Es muy difícil salir de eso.
—Mencionaste que te pasó de cerca con un ser querido.
—Una mujer muy pero muy amada. Junto a Santiago (Zenobi), la ayudamos muchísimo. Está bárbara, gracias a Dios, pero siempre sabemos que en cuanto... Es como el alcohólico: toma una copita y cagó. Y como el mundo está tan abierto a todo eso, en todas partes hay, te sirven, te ofrecen, hay que tener mucha voluntad para poder salir.
—Estás de novio. ¿Cómo anda esa nueva relación?
—Es un ser mágico. Es contador, tiene empresas de clínicas, pero está todo el tiempo conmigo, lo más que puede. Seguramente vamos a convivir. Nunca pensé en hacerlo, tiene muchos menos años que yo: 36. Sin embargo, es un tipo de mucha lucha, un gran ganador. Es cuidador, es continente. A esta altura de mi vida jamás lo hubiese pensado. He tenido grandes parejas, maravillosos: Santiago, Manuel, Carlos... Santiago 18 años de mi vida. No está mal, y tenemos una relación óptima, que adoro y amo.
—¿Con tu pareja actual se conocieron en Tinder?
—Nos conocimos en Tinder. Al principio no pensó que era yo. Estuvimos charlando dos semanas y a la tercera decidimos conocernos. Rápidamente empezó a quedarse en casa y posiblemente vivamos juntos.
—¿Andan con ganas? ¿Lo están planificando?
—Sí. No creo mucho en eso de “esperemos”. ¿Qué hay que esperar? Hay que ser feliz, y si no va bien, tampoco va a ir bien ni en tres meses ni en seis. La vida hay que vivirla en el momento. Tuve dos cánceres y sé lo que es sentir que la vida se te va. La quiero vivir en todo, aún en los dramas, aún en las angustias, aún en la pandemia, aún en los celos.
—Vos sos súper protector y de cuidar siempre al otro. ¿Encontraste en Mauro alguien que te cuida a vos también?
—¡Por fin! Es como si hubiese un director: me cuida, me pone límites... Soy un despelotado, muy ansioso. Sin embargo, me pone muchos límites con mucho amor. Es una persona muy sólida.
—Hablabas de los celos, ¿andan celosos?
—No, hasta ahora no hemos sido celosos. Todo te puede causar celos. La gente que es realmente celosa, alguien mira a alguien y se vuelven locos. No somos de esos.
—¿Te va más la pareja abierta o la exclusividad?
—No, somos muy exclusivos. He sido un hombre muy abierto siempre y en este momento siento que ya no. Serán los años, el haber vivido mucho, será que no tengo ganas y él tampoco. Él es muy tranquilo; yo no he sido nada tranquilo, y en esta etapa de mi vida quiero serlo.
—¿Cómo está el tema de la venta de la casa?
—La casa la iba a vender porque realmente me resultaba extremadamente grande, aunque vivo con mi hijo Luis. De pronto, cuando apareció este ser mágico, sentimos que la queríamos disfrutar por lo menos un rato largo. Él tiene su casa, es un hombre de campos, le va muy bien. Entonces, vamos a esperar un poquito.
—¿Cómo se lleva Mauro con Luis?
—Bárbaro, maravilloso. Son grandes amigos.
—Has vivido de todo y has hecho profesionalmente de todo. ¿Te falta algo, Pepe?
—Me falta todo aquello que aún no he hecho.
—¿La vida de qué político de la actualidad se podría contar en una obra de teatro? ¿Subirías a Cristina a un escenario?
—¡¿A Cristina?! ¡Sería genial! La subo de protagonista, pero no le escribo la obra, le digo: “Hoy hablás de tu tía que está con la alegría de conocer a un hombre de 20 años menos”, y que la improvise. Es una mujer genial para improvisar. No sé si con libreto lo lograría, pero me parece una gran actriz.
—¿A Macri qué lo pondrías a hacer?
—A no hablar.
—¿A Alberto?
—A Alberto le haría un personaje de un tío mayor que siempre es muy bueno, que quiere mucho a sus sobrinos, un hombre muy cándido, pero que lo presiona mucho la mujer. Una mujer muy dura. Ese pobre hombre la está pasando en la casa fatal.
—¿Patricia Bullrich?
—Patricia Bullrich sería la hermana de la mujer de Manes.
—¿La cuñada de Facundo Manes?
—Claro, y es militar, tiene el grado de generala. Entonces, quiere educar a los hijos de él y hacerlos desfilar, y él no le permite eso. ¡¿Que desfilen los chicos?! ¡Tienen 5 años! Y les trae gorros, vestuario y cosas.
—¿Axel Kiciloff?
—A Axel Kiciloff lo ponemos de maestro de primaria y lo quieren mucho. Es un buen maestro de primaria.
—Larreta nos está faltando en la obra.
—Larreta sería el cura del barrio. Un hombre que toma decisiones, que trata de resolver los problemas de la parroquia, pero muy cura.
—La protagonista de la obra es Cristina.
—Sí. Cristina en una familia disfuncional sería el título.
—Salgamos de la política y vayamos al espectáculo. ¿Cómo lo ves a Marcelo Tinelli hoy?
—Marcelo es un personaje que lo he visto... he trabajado en Cantando por un sueño, Cantando por un… bueno, Cantando por algo. En ese tiempo me sentí muy bien tratado, cuidado como debe ser, por supuesto. Muy respetado. Después se dio la pandemia de la muchacha, de la tía Carmen (Barbieri) y dije: “Guardate”. Después Luis, y también tuve que guardarme. Entonces, en ese guardarme, dije: “No, yo no tengo nada que ver con ese programa”. No porque sea malo o bueno ni mucho menos, sino porque no sé ser malo. Cuando me pidieron que sea malo, no sé serlo. Sé ser Pepe, con disciplina, sí.
—¿A Susana Giménez en Uruguay?
—Susana es una gran empresaria, sabe muy bien lo que hace. Todos tenemos derecho a hacer lo que nos dé la gana, si lo hemos ganado. Lo ha ganado con dignidad, con su trabajo, rompiéndose el alma, criando una hija cuando no tenía ni para comer. Luego vino el éxito apabullante y la pasó muy bien en su vida íntima. Es muy honesta y no jode a nadie.
—¿La extrañás a Mirtha en la tele?
—No, no la veo mucho. Me parece estupenda Juana, riquísima. No le tenía mucha fe porque me parecía tan joven, inexperta. Sin embargo, me encontré con un personaje, muy culta, muy preparada, encantadora, monísima. Es una buena continuadora de Mirtha.
—¿Moria?
—Moria es un personaje antológico, es mitológica. Puede ser Zeus, Júpiter. Es un ser sin filtro. Avanza, avanza y avanza. Es una mujer inteligente, muy hábil, muy buena persona. Se juega por su gente y es ella. Entonces, a través de ese ser ella, mantiene ese lugar que llama The One y puede que lo sea o lo será. Me fascina.
—¿Carmen?
—Carmen es adorable, es la historia del teatro. Viene de su padre, Alfredo Barbieri, viene de familia, de lucha; de pasarla muy mal, de pasarla muy bien. En su mayoría de edad ha logrado un éxito y un lugar que es más que merecido. Es una gran actriz que no la han explotado en eso.
—¿Te sentís querido, Pepe?
—Muy querido, sinceramente. Lo veo en la calle. Uno tiene que trabajar para eso. Si te piden un autógrafo, ¡qué antiguo!, una selfie, la tenés que dar. Esa gente es la que luego te da de comer. Tenés que ser gentil y agradecido, y tenés que entrar al estudio y saludar a todo el mundo.
—¿A tus papás los extrañás?
—Muchísimo. Los siento muy cerca. Hablo con ellos a la noche, me acuerdo de agradecerles a ellos, a amigos que son entrañables y a mis perros. Tengo toda una lista que es larga y se va agrandando. Ya no me divierte tanto. Un día también me incluiré yo. No me da miedo, al contrario, voy a estar ahí arriba viendo el velatorio y viendo el bordereaux y el rating. Si van muchos, si van pocos, si lloran.
—Lo tenés todo planificado.
—¡Claro! El que no llora mucho lo espero arriba y le digo cosas horribles.
—Querés a todos desgarrados.
—Totalmente, pero de alegría. Les voy a pedir que canten, que toquen Drácula y después de eso quiero que me cremen y que me tiren al aire.
—Pero a vos te costó el tema de las cenizas de tu mamá.
—Tuve las cenizas de mamá y papá durante años. Entonces, mi psiquiatra me dijo que ya era hora de que me libere de eso y le pedí a Santiago. “¿Te animás un día, sin que yo sepa cuándo ni dónde, a esparcir las cenizas juntas?” “Sí, por supuesto”. Pasaron días y días y de golpe ya no estaban. Nunca supe dónde están ni quise saberlo.
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