Jowi Campobassi: “Me he hundido muchísimo, pero me hundí y renací”

“Cuando estaba muy mal, mi perra fue el primer ser que me hizo dar cuenta. Le debo mi vida, nos salvamos mutuamente” cuenta la conductora en esta charla con Teleshow en la que abre su corazón, relata cómo salió de la oscuridad y disfruta su presente en Radio Berlin

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Jowi cuenta cómo fue su salida de Telefe

Cuando todavía los tatuajes no estaban de moda y hacerse la manga de dibujos inmortales en el brazo era algo impensado -hoy, un clásico-, Jowi Campobassi rompía la solemnidad del noticiero más visto del país para rockear el prime time de Telefe. Doce años acompañó a Cristina Pérez y Rodolfo Barili como la columnista cool que llevaba un toque de color hollywoodense a una pantalla que se disputaba el rating entre noticias de actualidad y policiales. Así, y también hablando en la radio, la periodista y locutora se ganó un espacio en los medios argentinos.

“Ni en siete vidas mi plan era viajar a entrevistar a Leonardo Di Caprio”, dice ahora Campobassi, recordando tan solo una de las tantísimas figuras internacionales que tuvo el lujo de conocer: en su lista también se inscriben nombres como Lady Gaga y James Cameron.

Hoy, ya fuera del canal más visto, la conductora que atraviesa un gran momento personal se refugia en su primer amor: la radio. “Es algo que deseaba, tengo acá tatuado el micrófono”, declara, orgullosa. La tarde de Berlín es el programa que conduce en Radio Berlín, de lunes a viernes a las 14. “La radio es una especie de órgano vital”, dice en esta entrevista con Teleshow, citando a algún colega que se cruzó en el camino.

—¿Cómo fue irte de un gigante como Telefe después de tanto tiempo?

—Yo no decidí irme: fue una propuesta de retiro voluntario. No fue una decisión, yo no renuncié. Sin embargo, me vino bien como cachetazo. Estuve trabajando mucho tiempo ahí y con la pandemia no comprendía muy bien el lugar que ocupaba. Ya no eran viajes como los que había hecho durante 12 años a Hollywood, a Nueva York… Lo único que tengo son palabras de agradecimiento. Telefe me ha cuidado mucho. He pasado momentos muy complicados y luminosos y siempre estuvieron ahí. En el momento en que recibís el llamado te impacta, se te viene esa película de...

—No te la viste venir.

—No, la verdad que no, pero empecé a comprender que son etapas en la vida. Doce años estaban bien. Siempre fui de saltar muy de una piedra a otra y, de golpe, que te llegue algo que uno no elige. “¿Y ahora qué viene?”: se te llena el culo de preguntas, pero te hace salir de una zona de confort. Fue un baldazo. Por supuesto que sí. Pero si tengo que pensar qué sensación me queda es como fueron justos, no me lo esperaba, pero siempre el trato humano que yo recibí de entre lo que es un noticiero, porque te la regalo laburar en un noticiero y conocer los códigos y todo, fueron muy humanos. Y yo me quedo con eso la verdad.

Jowi: "Me he hundido muchísimo. Me hundí y renací"

—¿Volverías a hacer noticiero? La dificultad del noticiero, la competencia, la presión, más allá del canal.

—Nunca sentí esa presión. Compartí con Cristina y con Rodolfo, cagándonos de la risa, pasándola mal, viéndolos estresados, acompañando. Lo que tiene que ver con la competencia, el rating... Yo iba a jugar: sigo siendo una niña irresponsable con curiosidades. Me iba a divertir siempre. Era la piba tatuada cuando no había tatuajes. Era lesbiana. Incluso en el mismo momento que salía al aire, me hacía preguntas: no fui con un mensaje. La televisión va en paralelo a mi vida, no es mi vida. O sea, tengo en claro solamente una cosa desde siempre: mi libertad termina donde empieza la del otro.

—Si tuvieras que elegir tres momentos que te marcaron en la vida, ¿con cuáles te quedás?

—¿Buenos y malos?

—Los que quieras.

—Lo primero que se me viene a la mente es andar en bicicleta con mi hermana. Una bicicleta muy extraña con tres ruedas y un canasto adelante. Mi hermana me llevaba. Me bajó esa imagen. Es mi persona preferida del mundo. La muerte de una pareja y todo lo que eso conlleva. Dolor, sobre todo cuando es una muerte elegida. Y el nacimiento de mi sobrino, quizás. Tengo muchos momentos emocionantes en los últimos años de mi vida. Hay de todo un poco.

—¿Tu hermana es tu persona favorita?

—Sí, mi hermana Carolina me lleva tres años y medio, misma madre, mismo padre. Sé que en las relaciones entre hermanos hay de todo... Mi hermana es mi heroína. Tan distintas y tan parecidas al mismo tiempo. Siempre me cuidó mucho. En los momentos más difíciles de mi vida no me soltó nunca la mano, le debo todo.

—Cuando hablás de una muerte elegida, entiendo que hablás de no entender cómo alguien decide terminar con su vida.

—El morir, nacer, renacer y vivir, en los últimos años, está muy latente. Comprender es lo más sano en camino a sanar. Simplemente, comprender.

—¿En el momento en el que ocurrió, era tu pareja?

—Algo parecido a estar cerca de estar en pareja. Hace muchísimos años, pero sí. La muerte y el suicidio me han tocado muy de cerca, pero me ha hecho replantear un montón de cosas. Tengo una conexión con el universo, he trabajado en eso también. Me he hundido muchísimo. Me hundí y renací. Es muy universal lo que ocurre cuando te metés en ese tipo de lugares.

—Cuando decís que te hundiste, ¿hablás de una depresión, de tocar límites que no creías capaz de tocar?

—Es muy loco porque a veces digo “perder el control”, y tuve un par de charlas con psicólogos, grupos, y la realidad es que la vida es un descontrol. No tenemos control de nada, de lo que pasa ni de lo que va a pasar. Uno, con sustancias o con diferentes actitudes, intenta tomar el control. Entonces, nosotros no perdemos el control: intentamos controlar todo el tiempo. Ese es el mayor problema.

—¿Te agarraste de algo de eso para buscar el control y te pasaste de rosca?

—Obvio. pero la vida es maravillosa.

—¿Hoy todo eso quedó atrás?

—No sé si atrás... Pareciera que cuando uno habla de superar las cosas significa olvidarlas. Yo no considero eso. Aprender de las cosas es aprender a convivir con eso.

—¿Hoy ya no te sentís en ese lugar? ¿Pudiste salir de esa oscuridad?

—No, para nada. Observo las cosas de otra manera, midiendo las consecuencias.

—Hay un posteo tuyo con tu perra en el que decís que muchos piensan que vos la salvaste a ella, pero que en realidad ella te salvó a vos.

—La tengo tatuada a Teresa. Amo a los perros. Mi perra significa algo muy importante en mi vida. Por momentos siento que amo más a los perros que a los humanos. A mi perra la adopté. Siempre quise tener perro, nunca me dejaron, y la tengo hace ocho años. Cuando estaba muy mal, fue el primer ser que me hizo dar cuenta de que no estaba bien. Le debo mi vida, nos salvamos mutuamente. Tengo charlas con ella. Vivo sola en este departamento y de golpe me encuentro hablando y llorando con mi perra. Quizás la gente piense que estoy loca pero creo mucho en la conexión con los animales. Teresa es un ser superior, realmente superior.

Jowi: "Los que hacen humor, en el día a día, no son buena onda"

—¿Cómo anda el corazón? ¿Andás noviando hoy?

—No, estoy soltera. Contenta, pasándola bien. Disfruto mi casa, cosa que antes no hacía tanto, me evadía mucho. Estoy muy bien trabajando en radio, estando acá produzco el programa, me reencuentro con canciones que hace años que no escuchaba.

—Viajaste y entrevistaste a gente enorme. ¿Quién es el que más te sorprendió, para bien o para mal?

—Me han tocado artistas que ni en cuatro vidas ni en siete voy a conocer, pero me acuerdo de uno que ahí me di cuenta de lo que significa el humor. Hay una máxima que dice que la mayoría de los que trabajan haciendo humor son recontra mala onda y es verdad, en las entrevistas son medio soretes (risas).

—¿De quién estamos hablando?

—Son malos. Eddie Murphy me cayó como el culo. No me respondía nada. Lo ves y es un súper cómico, me cago de risa con él, pero no sé si estaba de mal humor o qué… Los que hacen humor, en las entrevistas y en el día a día, no son buena onda. Y en Argentina también (risas). No tiro nombres porque no quiero ser quilombera, pero...

—Nunca fuiste quilombera, nunca quisiste tampoco ir a un programa de chimentos.

—Jamás. Y me convocaron por mucho dinero.

—¿Nunca dudaste? ¿El vil metal no tienta?

—Siempre, obvio. A mí se me va toda la dignidad por dinero. Está todo bien, pero depende dónde ponés la coma. El primer día que firmé en Telefe, una de las cláusulas, pero verbales, decía que no quería hacer chimentos. O sea, de Brad Pitt te hablo porque es cool, porque es Hollywood, pero la farándula argentina no me gusta, no la disfruto.

—De todas maneras fuiste súper amplia en tu carrera. No es que solo entrevistaste a los artistas que te gustan a vos.

—Tuve una etapa en la que era repicky. “Este es grasa, no sé...”. ¡Pobre mi productora! Florencia Scarpatti, que la amo, le debo mucho aprendizaje, mucha paciencia y mucha edición. Un día me mandó a hacer a Loco Mía. Yo estaba en plan “soy cool, no hago a Loco Mía”. Después entendí que es un ícono. De golpe me encontré al lado de la pileta con todos los Loco Mía bailando. Entre hacerlo mal y hacerlo bien, prefiero cagarme de risa. Cuando entrevisté al Puma Rodríguez, dije: “¿Qué hago con este señor? ¿Le pregunto qué spray usa para el pelo?”. Era muy genial. Sí, de todo.

—¿Y la maternidad? ¿La seguís evaluando o se tomó una decisión?

—Nunca hay decisiones en mi vida fuertes, reales. No me quita el sueño la maternidad, conecto un montón con los chicos. Siempre fui muy de noviar, tuve muchas parejas. Soy como medio cáncer en ese sentido, armar nidos. Cuando estoy con alguien voy a un nido, lo armo, pero cuando me aburro, me voy. ¡Chau! (risas).

—¿Hoy los excesos por donde pasan?

—No pensar de más. Sí, no son sustancias. Además, el exceso no es la sustancia; el exceso pasa por comportamientos, patrones y mecanismos.

—Hoy pasa por disfrutar.

—Sí, tampoco me excedo disfrutando. No me voy a un límite y me evado. Hay un equilibrio en el que me reconozco, me gusta. Cuando quizás llego a un exceso, me observo y digo: “Che, no está bueno, retrocedo”. Es importante comprenderse para empezar a trabajar.

—¿Y los placeres?

—Soy de tauro, italiana y en el horóscopo chino, chancho de agua. A mí me gusta el banquete romano, ¡claro que sí!

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