No hay una risa más contagiosa en la televisión argentina que la de Pachu Peña. El humorista, que acaba de ser eliminado del reality Corte y confección famosos, por El Trece, es sin dudas uno de los personajes del año. Aunque ante esta calificación, el rosarino pone un punto y reflexiona sabiamente: “Los médicos son los hombres del año”.
En medio de una pandemia que parece no encontrar su final, una de las escapatorias al encierro fue buscar espacios de diversión. En YouTube, el archivo de videos del ex VideoMatch cobró más vigencia que nunca. “Mucha gente joven me descubrió, hubo un resurgimiento”, destaca, en esta entrevista con Teleshow.
Hoy, su popularidad lo lleva a pasar horas respondiéndole a la gente en las redes sociales y grabando videos a quien se lo pida. Incluso, llegaron a ofrecerle vender en dólares sus contenidos personalizados. “Nunca cobré por un video, ¿voy a cobrar ahora? No me parece”, fue su respuesta.
Peña se prepara para el nuevo formato de ShowMatch: La Academia es el desafío que lo tendrá como participante. “No es fácil, hay mucha destreza y coreografías”, advierte, aunque sabe bien que lo que se espera de él son esas tentadas únicas que hacen estallar al público.
—Es tu año: la gente te ama, te han convertido hasta en una estampita.
—En Twitter más que nada me piden cosas muy locas. Uno, que necesitaba trabajo y tenía una entrevista, me dice: “Por favor, mandame un saludo y deséame lo mejor”. Le cumplí, y armó una estampita tipo San Cayetano. Me causó mucha gracia. Divina la gente: tengo mucha comunicación, paso mucho tiempo contestándole a todos. Pero la lectura que hago es que la gente quiere divertirse, necesita de momentos de distracción.
—Tus tentadas en Corte y confección fueron muy contagiosas. ¿La pasaste bien en el programa?
—Sí. Reales, aparte. La pasé bien. A veces sentía que estaba en un examen en el colegio, cuando sabés que no sabés y empezás a tirar un poco de fruta... Me tentaba yo mismo de lo que estaba diciendo.
—Con esas tentadas tuyas, la gente la pasaba bárbaro. También fue un año en donde la gente buscó mucho material viejo.
—Mucha gente joven me descubrió con el encierro del año pasado. La gente buscaba cosas para divertirse, humor: Sin codificar, el viejo Videomatch, No hay dos sin tres. ¡Tantas cosas que hemos hecho! Hubo un resurgimiento, no solo para mí, para muchos. Pegué buena onda con la gente.
—Hubo una polémica porque muchos famosos vendían sus videos en dólares en un portal, pero a vos la gente te pide y los mandás de onda.
—Desde que está el celular con la camarita siempre hicimos videos. Me llamaron, no sé si de esa página u otra, y me dijeron: “Hay tanta plata”. Nunca cobré por un video, ¿voy a cobrar ahora? No me parece.
—¿Cómo hacés con la cantidad de videos que te piden? ¿Llegás a tu casa y tenés dos horas de preparar mensajitos?
—No veo Netflix ni series porque me la paso contestándole a la gente, pero lo hago con cariño. Hay que seguir hasta que, por ahí, pase de moda. Hay uno que... “¿Me mandás un saludo para mi hijo que cumplió seis meses?”. Entonces, le digo: “No me conoce, pedímelo para vos o para la familia en general”. Todo bien, igual se lo hago.
—Saliste de Corte y confección y ahora se viene La Academia. ¿Quién va a ser tu pareja?
—Flor Díaz, una genia, una gran bailarina. Y Sergi, un coach también maravilloso. Ya estamos ensayando. Habrá distintas disciplinas, va a tener parte de acrobacia, no sé cómo voy a hacer (risas). Estamos grandes, ya no somos… (Risas).
—Lo que el público espera de vos, y entiendo que los productores también, es este guiño de humor. Siempre fue la veta en el vínculo con Marcelo, en general en dupla con Pablo Granados. En el último tiempo, en cambio, ya no hay un Pachu y Pablo.
—Pablo es un hermano y seguimos haciendo cosas por Instagram o por streaming, a veces para algunas empresas. Estamos en comunicación. Esta vez no quiso ser de la partida, pero ya hay que caminar solo. No es la primera vez. Cuando estuve en Sin codificar, Pablo no se había sumado y habíamos tomado un camino cada uno, pero siempre nos juntamos, estamos muy conectados.
—Te tocó trabajar mucho durante la pandemia. También estás en Polémica en el bar.
—Un lindo equipo, muy agradecido a Mariano (Iúdica), a Gustavo (Sofovich) y a la gente de América. Ese bar que siempre te abre las puertas para hacer lo que te gusta, que es divertir a la gente. Estoy muy agradecido a ellos y feliz de tener varias cosas de trabajo.
—Imagino que la muerte de Mauro Viale fue un shock.
—Fue muy dura. Tuve la oportunidad de trabajar con él en Polémica. Una persona maravillosa. Tenía esa imagen de él, más allá de lo que era como periodista, por el fútbol, de relator. Escuchaba mucho sus relatos, lo veía cuando transmitía los partidos y los mundiales. Un día me lo cruzo en un ascensor donde vivía Marcelo Tinelli, en las Torres Le Parc; era vecino. Ahí charlé con él por primera vez y me llevé una muy linda impresión. Después lo tuve en la mesa de Polémica. Siempre me preguntaba por la familia, por el trabajo. Un tipo muy trabajador, muy profesional. Una pérdida enorme. Eso despertó también a decir: “Che, cuidémonos más, tomemos precauciones. Esto no es joda”. Siempre se supo que no era joda, pero hay que ajustar, cuidarnos más.
—¿Estás angustiado por esta segunda ola que estamos atravesando?
—Me angustia porque, si bien tengo trabajo, pienso en toda la gente que la está pasando mal. Esos pequeños restaurantes o bares que recién lograron abrir y que ya se les complicó nuevamente. Veníamos cacheteados del año pasado: fueron latigazos y mazazos terribles. Todo eso me preocupa, el bienestar de la gente y del país. Es duro. Lo ves en la calle, la pobreza.
—Fuiste voluntario para el estudio de Pfizer. ¿Te vacunaste finalmente?
—El año pasado iba en el auto y escuché que Pfizer estaba buscando voluntarios. Bah, mejor dicho, Joni Viale le estaba haciendo una nota a un bombero que era voluntario y le preguntaba: “¿Por qué?”, y me anoté. Al principio me habían inyectado dos dosis pero no se sabía si era placebo. Se supo recién el 4 de marzo, me habían dado placebo y me tenían que dar la vacuna. Cuando me llaman estaba viendo el canal de noticias y veía la cola de jubilados, había saltado todo lo del vacunatorio VIP y quise ver si se la podía entregar a alguien mayor, a mi suegra, a Mirtha Legrand, y me dijeron que no. Tengo como un contrato de confidencialidad, sigo en estudio. Ya recibí las dos dosis. Todas las semanas mando un parte de cómo me siento.
—Este momento tan difícil te encuentra en una etapa de mucho trabajo. Sin embargo, la carrera de un artista tiene una gran cuota de inestabilidad. ¿Te tocó pasarla mal?
—Sí. Tuve un año que no tenía cerrado ningún contrato. Estás esperando que salga… Después de diez años de Videomatch, de No hay dos sin tres, Pablo y Pachu en América. Tenés hijos... y si estás solo decís: “Bueno”. Había cositas muy chiquitas, puntuales, eventos, un show; pero fijo, nada. Saber que podés pagar el colegio, todo eso. En mi caso, me siento un inútil. Si no te llama nadie sentís que no le servís a nadie.
—Es complicado, porque es una profesión que depende en cierta medida de la mirada del afuera.
—Tampoco es que me muero por tener pantalla. Me decís que hay un trabajo administrativo, contable, por decir algo. Con tener un trabajo... No es que digo: “Huy, no tengo pantalla, me muero, me deprimo”.
—¿Ahorrás para estar preparado para esos momentos?
—Cuesta separar el puchito cada vez más (risas). Todo trabajo que me viene, si me dan los horarios y puedo coordinar, digo que sí. Tampoco me gusta salir en todos lados, estar en todas las pantallas; eso no me gusta.
—¿Cuál es el trabajo más bizarro que hiciste en tu vida?
—No sé si bizarro, pero que dije que sí y después estaba arrepentido. Me pidieron por favor que entrara en Gran Hermano famosos. ¿Viste cuando decís: “¡Qué hago acá!”? Entré en la casa y dije: “No, no puedo entrar acá”. (Risas). Traté, como en Corte y confección, de llevar un poco de humor. Me divertí un par de semanas.
—¿Es verdad que te ofrecieron ser concejal?
—Sí, en Rosario. “Estoy en Buenos Aires, todo el mundo sabe que estoy en Buenos Aires”. “No, pero venís”. Dije que no y me ofrecieron diputado provincial, estaría acá en Buenos Aires, pero también viajaría. Pero no. Es una responsabilidad, no puedo ser diputado de un lado al otro.
—¿Pero te interesa?
—¿Sabés por qué lo agarraría? Esa plata... Vivir con lo mínimo y la otra parte, que es la plata de todos, porque el sueldo de un diputado, legisladores, senadores, es la plata de todos nosotros… Eso, destinarlo... ¿Viste que hay muchos chicos que necesitan operarse o gente que necesita una silla de ruedas? Promover que en Diputados o Senadores haya un bono para la gente.
—¿No creés que sos muy bueno y que sufrirías mucho en la política?
—Sí, obvio, porque sabría que no podés hacer nada, a veces, que las ideas no pueden fluir o avanzar. Es difícil. Hubiese agarrado para devolverle a la gente.
—¿Qué partido te convocaba? ¿Se puede saber?
—No (risas). Pero no porque no tengo bien en claro el nombre del partido. Según ellos, me midieron y andaba muy bien. No sé dónde me midieron.
—¿Qué dijeron en tu casa?
—No les dije porque son cosas que las manejo yo. Una vez, uno de mis hijos estaba presente y le digo: “Che, me llamaron para esto”. “No, olvidate papá, no te metas en política, te van a reputear de todos lados”. Es verdad y no quiero.
—Sos un tipo muy querido.
—Sí, estoy muy agradecido a la gente. Me hicieron una cuenta en Twitter de Pachu riéndose con todos videos míos y tiene muchos seguidores. Me causa gracia. En YouTube también hubo algo mío de Corte y confección con un millón de visitas. Trato de ser transparente.
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