Sebastián Coco Carreño es un destacado pastelero y cocinero que se luce de lunes a viernes en Como Todo (Net TV), programa conducido por Mariano Peluffo y Jimena Monteverde. Además, lleva adelante su proyecto más personal y en donde está toda su impronta, el restaurante Coco Café.
Esta vez, se prestó a un diálogo con Tomás Dente en el ciclo Vino Para Vos (KZO), en donde Carreño se vio sorprendió por la aparición de su novio, Andrés Fabbi, con quien llevan cuatro años de pareja y que se animó por primera vez a presentarse en televisión.
A pedido de la producción del programa, Andrés le grabó un mensaje a Coco. “Medio difícil para mí porque no me gusta hablar para nada”, introdujo Fabbi con una risa visiblemente nerviosa ante el hecho de hablar a cámara. “Decirte que te quiero mucho, sos una gran persona, un excelente compañero. En estos cuatros años que hace que nos conocemos te he aprendido a querer. Te merecés un homenaje porque sos un gran compañero y gran persona. Así que... ¡Todo lo mejor, para hoy y para siempre”, expresó con cariño Andrés, médico de profesión.
Totalmente sorprendido porque su pareja se haya animado a hablar en cámara, el cocinero destacó: “Sí, le da vergüenza, pobre... ¡no sé cómo lograron eso! Pero de verdad, ni siquiera quiere hacer videos en Instagram, una foto se banca”.
“Él sabe lo que yo lo quiero, profundamente. Y que lo respeto, la verdad me río mucho con él, me divierto. Somos, como dice la palabra, pareja. Que está bueno, es importante. Tenemos mucha sincronía”, puntualizó Carreño, entreabriendo la puerta a la intimidad de la pareja, de perfil bajo.
Este momento romántico y televisivo se dio casi seis meses después de la muerte del padre de Carreño, quien contrajo coronavirus. César -”el doctor Agost Carreño para muchos”, como contó su hijo en una entrevista con Los Ángeles de la Mañana (El Trece)- tenía siete hijos y nueve nietos. Y si bien a los 82 años presentaba “algunas complicaciones de salud”, estaba “impecable”. Era médico: atendió en el Sanatorio Mitre “toda la vida”. “Y en un punto, él buscó esto: dijo que quería ir a trabajar”, dijo Coco, y su definición suena a admiración antes que a reproche o lamento.
César se hallaba en el grupo de riesgo, pero pese al riesgo de contraer la enfermedad no quiso perder el seguimiento de sus pacientes, trasplantados renales (en eso se especializaba). Y entonces, cuando sus familiares le rogaban que no fuera al hospital, respondía: “Si yo no voy a trabajar me muero. O me mata el COVID, o me mata quedarme en mi casa”. “Y no lo podés atar a la cama... -argumenta el cocinero-. Era una persona grande”.
“Lo más doloroso es que me dijo: ‘Llevate todas mis cosas’. Agarré una bolsa limpia, me lleve toda la ropa de mi papá, los documentos. Y sentí que era la despedida, que no iba a poder salir de ahí. Y no salió, no resistió. Peleó un mes entero, todo lo que pudo. Y yo desde ese sábado a la noche soñé que se iba a morir. Esa es la verdad. Lo soñaba, y me sentía horrible por soñarlo”, contó Coco sobre la última vez que vio con vida a su padre.
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