El dolor es inmenso. El pasado domingo 11 de abril, falleció Mauro Viale. Y sus seres queridos no pueden encontrar consuelo. El legendario periodista murió a los 73 años en el Sanatorio Los Arcos, donde se encontraba internado desde el día anterior tras haber sufrido una complicación en su cuadro de coronavirus. Se había inoculado con la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 el jueves anterior y, aunque había sido llevado a la sala de cuidados intensivos, nadie imaginaba semejante desenlace. Menos su familia.
“Te extrañamos tanto”, escribió este sábado Jonatan Viale en su cuenta de Instagram, junto a un emojie de un corazón partido. Y compartió un collage de fotos en las que se lo veía al conductor de A24, América y Radio Rivadavia junto a su nieto, Romeo. El posteo, inmediatamente, se llenó de likes y de palabras de cariño de amigos y colegas del medio del periodista y politógolo.
Joni suele utilizar sus redes sociales tanto para promocionar su trabajo, como para compartir postales familiares. Y en más de una oportunidad ha subido imágenes que reflejaban el amor que Mauro sentía por su nieto. Por eso, en los minutos más críticos de la internación del periodista, decidió republicar una foto que ya había posteado para el último Día del padre. En ella se lo veía a Viale tirado en el piso, jugando con el niño, fruto de su matrimonio del joven con Micaela Krolovetzky. “Gracias por cuidarnos, querernos y enseñarnos que la verdadera felicidad está en la familia”, había escrito en aquella oportunidad. Esta última vez, en tanto, le había deseado pronta recuperación. “Te vas a poner bien porque sos un toro”, había escrito, mientras agradecía los mensajes cariñosos de la gente.
A pesar de tener estilos contrapuestos, Joni había heredado de su padre la pasión por el periodismo. El primer indicio se remonta a 20 años atrás. Como tantos otros hijos, él acompañaba a su padre al trabajo con una fascinación por el oficio que iba a tardar en despertarse. En aquel entonces, Mauro ya había dejado su sello en Fútbol de Primera y había hecho de su Mediodía con Mauro un estilo propio que hizo escuela y que dividió aguas. “Me daba bronca lo que decían de él. Pero sabía que eran las leyes de la televisión. Es un medio muy cruel. Si entrás, tenés que saber que es así”, admitió tiempo más tarde, entendiendo que marcar una era tenía sus costos.
Y aseguró: “Lo veo como un tipo que transgredió todo. En ese momento, muchos se enojaban. Y ahora, lo que él hacía, es normal”. Quizás por esa bronca de niño, acaso por las ganas de celar el oficio, de querer pasar más tiempo con su padre, el de Joni y el periodismo no fue amor a primera vista. “Creo que combatí contra el hecho de ser periodista. No quería serlo, porque siempre decía que mi viejo no tenía vida y yo no quería eso para mí”, contó cuando ya era una de las promesas de su generación y se destacaba en Intratables y en Radio La Red. “Nunca me dijo que quería ser periodista. Él empezó a trabajar en una radio chiquita haciendo un programa periodístico”, había revelado por su parte Mauro, destacando que su hijo hizo su propio camino en los medios.
Tras la muerte de Diego Maradona, ocurrida el 25 de noviembre del año pasado, Joni había entrevistado a su padre y le había preguntado si este episodio le había hecho re pensar la vida de otra manera, sobre cuánto trabajaba y cuánto le dedicaba a la televisión. “El trabajo de periodista es maravilloso, es realizador. Al contrario”, respondió entonces Mauro. Y, frente a la insistencia de su hijo sobre lo cansador de su profesión, agregó: “Más cansa trabajar de mecánico y ganar cinco lucas”.
¿Si no le hacía replantearse nada el fallecimiento del ídolo? “No, no, no. Yo la vida la tengo bien organizada, bien hecha. No estoy arrepentido. ¿Qué hice? ¿De qué me tengo que arrepentir?”, cuestionó entonces Mauro. Y Joni le explicó: “No es arrepentir, es ver cuánto le dedicás de tu vida al trabajo y cuánto a pasarla bien y a ser un poco más feliz”. “¡Es que yo soy feliz! Estamos confundiendo términos acá. El trabajo me da felicidad, la familia me da más felicidad junto con el trabajo. ¿Y qué es lo otro? ¿Feliz cumpleaños y soplo la velita? El sucundum, sucundum, eso no existe”, había respondido con su particular estilo.
En ese momento, Joni le había dicho que ante la muerte de una persona joven y tan importante, él se planteaba que el ser humano en un segundo pasaba a otro plano y se terminaba todo. “Así es la vida. Te pasa lo mismo que estoy pensando yo. Vos pensaste que los poderosos son una súper historieta que no se mueren. Y se mueren. Todos se murieron. Y todos se van a morir. Lo que creías era que Diego no se iba a morir, que es lo que me pasa a mí: yo creía que iba a superar esto también. Porque yo lo vi morirse veinte veces. Y nunca se moría. Por eso creo que me voy a despertar y voy a decir: ‘No se murió'”.
Entonces Joni reflexionó: “Cuando se muere gente tan importante decís: ‘La muerte existe’. Porque a veces te olvidás”. Y habló de la vorágine de desayunar y salir corriendo a trabajar. “¿Qué tiene de malo eso?”, insistió entonces Mauro. ”¡Que no disfrutás la vida!”, le dijo su hijo. “Mentira: ¿no estás disfrutando en este momento de hablar con tu padre al aire?”, le dijo Viale en el vivo de A24. Pero el joven le dijo que, más allá de esa entrevista, había momentos en los que se hacía mala sangre. “Y si no trabajás te hacés más mala sangre porque no tenés guita”, le refutó el recordado periodista, dejando en claro su pasión. Y luego, a modo de conclusión, señaló: ”Hay un momento en la vida en que hay que elegir. Yo si trabajo me canso y si no trabajo me ca...de hambre. Elijo trabajar. ¿Cuál es el problema? ¡Si no es una frivolidad!”.
Por último, Joni le preguntó a su padre por la pandemia del coronavirus. “Estoy aterrado con lo del COVID. ¡Aterrado! Cada vez tengo más pánico. Me toco a ver si tengo fiebre. Y yo nunca me contagié de nada, yo creo que ni una gripe tuve gracias a Dios. Estoy aterrado pero más por ustedes. Vos sabés que yo me levanto y llamo y digo: ‘¿Qué pasa?’ ‘¿Qué tenés?’ ‘¿Por qué tan tarde?’ Soy loco de controlar la salud de mi familia”, confesó. Y su hijo le dio la razón.
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