Celeste Muriega fue pareja de Alejo Clérici, quien durante muchos años fue mano derecha de Diego Armando Maradona, coincidiendo con su etapa en Dubái. “Con Diego, Alejo hacía un poco de todo: desde levantarlo y decirle: ‘Tenés que cumplir este evento’, ‘Tenés que hacer tal cosa, la otra’, ‘Te cerré tal contrato’. De la época que salimos, habrá estado en Dubái dos años y pico, tres”, recordó Muriega en una entrevista con Leandro Rud para el programa La Noche (El Nueve).
“Cuando arranqué con Alejo de verdad, yo estaba en el Bailando, entonces no podía viajar. Pero él se escapaba: a veces hacíamos viajes de los que nadie se enteraba y nos encontrábamos en diferentes lugares. Estuve 7 años con Alejo, un montón, ¡récord! Vivimos distintas etapas: los primeros dos años fueron al a distancia. Después pasamos directo al a convivencia. Y después de ahí empezamos a probar el noviazgo, que fue distinto. Yo vivía en mi casa, él en la suya”, reseñó Muriega su relación con Clérici, lo que la llevó a pasar un tiempo en la casa de Maradona.
“En Dubái vivíamos en ‘la palmera’, en la casa de Diego, que tenía una casa gigante. ‘La palmera’ es un complejo de casas que hay en una isla artificial que hicieron, y que lo ves desde arriba y tiene forma de palmera. Ellos regulan el caudal de agua que quieren tener, para que quede la formita. Armaron su propio mar, su propia playa, una locura. Vos salías de la casa de Diego y tenía ahí el mar, tenía su propia playa”, recordó. También ilustró la fascinación que generaba Maradona: “Lo acompañábamos a eventos y los jeques se morían con él. De repente íbamos a comer al lugar más top del universo y aparecía Diego con su porra así gigante, en bermudas para jugar a la pelota y obviamente nadie le iba a decir nada, al contrario. Estaban todos alucinados”, dijo.
“En un momento le halagó el reloj a uno de los jeques que estaba ahí, y el jeque agarra y lo primero que hace es sacarse el reloj y decirle: ‘Es tuyo’. ‘No no no, yo uso dos’, decía Diego. No aceptaba los regalos de nadie. Le querían pagar la comida y decía: ‘No, a mí nadie me paga la comida’. Y además, si veías lo que salía la comida... de Haedo, de Morón, me fui a Dubái sin escalas, fue para mí algo muy raro. Una locura: ‘Con esto me pago un departamento’, decía yo. Y se lo gastaban en una comida”, recordó Muriega.
En cuanto a la rutina en la órbita de Diego y a cómo estaba el astro en ese momento, Celeste describió que “de repente Diego decía ‘a tal hora vamos a entrenar’ y nos íbamos todos a su gimnasio, con las palmeras de fondo. Realmente, lo agarré en la mejor parte, agarré una etapa hermosa. Entonces, cuando veo noticias o las cosas que se dicen, digo: ‘No es el Diego que yo conozco’. Y hasta me duele, quizás. Porque fue una persona tan mágica conmigo, tan buena. Abrió las puertas de su casa sin conocerme, prácticamente. En ese momento, no tomaba ni una gota de alcohol, nada. Estaba entrenando con Claudio Borges, que era su entrenador personal... tenía un equipo de trabajo muy copado. El asistía a todos los eventos que tenía que asistir. Se lo veía muy tranquilo. Qué sé yo... se la pasaba viendo series y películas con Rocío Oliva. Ella fue una gran compañera”, aseguró.
Y amplió su idea sobre Oliva: “Yo percibo que Rocío fue una mujer muy importante de su vida. También viví una partecita cuando él se había reconciliado con Verónica, pero eso fue acá en Buenos Aires. Tuve la oportunidad de conocerla y me parece una divina. Y siempre tuve buena relación con ellas, más que nada porque era la novia de Alejo y quería paz y armonía en el ambiente y no tenía ganas de tener ninguna discusión con nadie. Más allá de que con Rocío, cuando la conocí, tuve una especie de riña. Yo no la conocía y la primera impresión fue como rara, porque prendí la tele y vi que estaba hablando mal de Alejo. Entonces ahí salté con los tapones de punta”, dijo.
“Lo mejor de haber estado en Dubái fue haber conocido a Diego, como persona. No a Maradona. Tener charlas largas... re buena gente. Conmigo fue increíble. No tengo más que palabras de agradecimiento”, dijo. Y para poner en contexto sus días en los Emiratos Árabes Unidos, Celeste admitió que sintió cierto choque cultural. “Mi ex novio no se caracterizaba por ser muy cariñoso... entonces yo le decía ‘es tu lugar este’. Porque íbamos por el shopping y no le podía agarrar la mano, lo quería abrazar y el policía me decía ‘No, no’. Me acuerdo que estaba con Rocío y me decía: ‘Vamos al shopping’. ‘Bueno, dale’. Y yo estaba con una musculosa y ella me decía: ‘Pero te tenés que cambiar’. ‘¿Cómo cambiate? ¿No puedo ir así? Hace un calor...’. ‘Sí, te tenés que tapar los hombros, sino no podés entrar’. Ah, bueno, ok... Entones me tenía que prestar ropa, me daba una camperita de jean. O de repente ir a la playa, yo divina, entangada, regia... y las ves a todas tapadas, que apenas pueden respirar, metiéndose al mar, todas de negro, con el calor que hacía. Y después esta cosa de no poder mirarlos a los ojos... pero bueno, es de estas culturas muy muy fuertes. Pero bueno, experiencias únicas”, dijo.
Por último, Celeste recordó una escena ocurrida en Buenos Aires y que tiene que ver con el vínculo que Diego tendió con los hijos que no tuvo con Claudia Villafañe: “Armé una cena en un lugar de Palermo, en la que estaban él, Rocío, Alejo, yo y otras personas más. Y Rocío dijo: ‘¿Llamo a Jana? ¿Querés que venga?’. Porque venían hablando pero no se habían juntado todavía. Entonces, la llamó, apareció Jana y estuvieron juntos. Y cuando salimos había una catarata de prensa queriendo cubrir ese encuentro”, contó,
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