¿Es amor o es dependencia emocional? ¿Podés identificarlo? Millones de personas en el mundo enfrentan esta problemática, que termina siendo adictiva. Pero la buena noticia es que hay un remedio: el amor propio. En esta oportunidad, Pamela David charló con la prestigiosa psicóloga española Silvia Congost en una nueva edición de su ciclo de entrevistas PamLive. Autora de nueve libros sobre dependencia emocional y relaciones tóxicas, Congost nos comparte sus sabios consejos para soltar a esa pareja que no te hace feliz y que poco se parece al amor real. ¡Animate a dar el primer paso!
—¿Qué significa la dependencia emocional?
—Es esa incapacidad que sentimos cuando estamos en una relación en la que realmente no estamos bien, no somos felices, la otra persona no encaja en lo que nosotros buscamos o querríamos, pero aun así, nos sentimos incapaces de cortar la relación.
—¿Por qué cuesta tanto cortar?
—Porque nos aferramos a los aspectos positivos de esa relación. A la fantasía de lo que algún día habíamos soñado con lo que iba a ser la relación. Nos mantenemos aferrados a esa fantasía a pesar de que la realidad nos esté demostrando que no encaja con aquello que tenemos en mente.
—¿Cuáles son esas alertas que tenemos que tener en cuenta a la hora de identificar que estamos en una relación con dependencia emocional?
—Hay una señal que es muy clara, y es cuando sufres. Cuando tú te das cuenta que el hecho de estar en esa relación, te hace sufrir… Todos sufrimos, el sufrimiento forma parte de nuestras vidas, pero una cosa es que tú sufras por amor, por ejemplo, si tu pareja está sufriendo por algo, eso te hace sufrir a ti también, sufres porque le ves mal. Pero lo que no puede ser es que lo que te hace sufrir sea el propio vínculo que tienes con esa persona. Las diferencias que hay entre vosotros, que necesitas que cambie cosas para tú poder sentirte bien, que no miren hacia la misma dirección, que no tengan los mismos valores, que no consideren importantes las mismas cosas… Cuando eso ocurre, vamos a tener problemas a la hora de planificar nuestra vida, a la hora de criar nuestros hijos, de resolver los problemas del día a día, de enfrentarnos a los cambios. Eso es muy importante para que dos personas encajen y puedan funcionar: que se parezcan lo máximo posible, porque así será mucho más fácil todo. Cuando no es así, empezamos a luchar para conseguir que esa persona cambie, que la relación se convierta en lo que nosotros queremos, para así estar tranquilos. Pero no suele funcionar de esa forma…
—¿Cuál es ese límite, cuando decís: “No, esto no funciona así, esto no está bien”?
—El límite está cuando tu sientes que estás poniendo en tela de juicio tus propios valores. Cuando tu sientes que le estás exigiendo a la otra persona, o te están exigiendo a ti, ciertos cambios que te hacen renunciar a quien eres de verdad, a tu propia esencia, y ahí no serás muy feliz. Muchas veces lo hacemos por amor, para que la otra persona quiera estar con nosotros, para que no nos deje, porque así le vamos a gustar más. Pero si estás renunciando a ti, a tu esencia y quién tú eres, vas a empezar a sentirte peor, vas a angustiarte y vas a ser infeliz.
—¿Por qué a veces nos cuesta tanto soltar esa relación?
—Porque tenemos mucho miedo a la soledad, porque vivimos en sociedades en las que estar sin pareja no está bien visto, lamentablemente. Es como una señal de que eres imperfecto, de que algo debe fallar en ti, porque si no, no estarías solo o sola. Nos sentimos estigmatizados, juzgados, señalados, y empezamos a pasarlo mal. El cerebro tiene una parte que asocia el abandono con peligro de muerte desde que estábamos en las cavernas: ser rechazado o expulsado de la tribu podía suponer peligro de muerte. Hay una parte del cerebro que reacciona de esa forma cuando alguien nos abandona o nos rechaza. Somos capaces y todos conocemos a alguien que hace auténticas locuras para evitar que esa persona que nos quiere dejar no nos deje, por muy irracional que parezca. A veces nos arrastramos, perdemos la dignidad, hacemos cosas que uno jamás se hubiera imaginado. Incluso sabiendo que tienes que cortar, que eso no te conviene; pero te ves ahí, arrastrándote. Es esa reacción automática que muchas veces tenemos.
—En una situación así, ¿cuánto importa hacer terapia?
—Es muy importante porque de lo contrario, lo que ocurre es que acabamos normalizando ciertas situaciones dentro de las relaciones y uno no sabe si eso es correcto, lo que debe ser o no. Y aparte, para cortar, como tenemos tantos miedos, no sabemos cómo enfrentarnos a esa situación. Nuestra autoestima se va destruyendo cada vez más cuando estás en una relación así porque conectas con el miedo a no encontrar a nadie más, con el miedo a encontrarte solo, a no ser capaz de seguir adelante… Entonces, cuando fortaleces tu autoestima en un proceso de reconstrucción terapéutica vuelves a conectar con tu valía, con tus capacidades, con lo que te mereces, con que eres digno de encontrar a alguien que te valore de verdad, y entonces haces un cambio. Como es un aprendizaje, cambias. Y al cambiar es cuando también evitas volver a encontrarte en otra relación igual.
—Qué fácil se ve, pero qué difícil hacerlo…
—En mi experiencia, también quedé atrapada en una relación muy tóxica con dependencia emocional de la que yo creía que me estaba volviendo loca porque me sentía incapaz de salir, aun siendo psicóloga. Me puse a buscar cosas o formaciones para obtener herramientas y conseguirlo, y claro, ahora ya llevo 20 años ayudando a personas que están atrapadas en relaciones toxicas porque en mi centro solo nos dedicamos a esto. Somos más de 20 psicólogos que estamos en el equipo, y con muy pocas sesiones se puede salir. Yo sé que parece difícil, pero con las herramientas adecuadas todos podemos desprendernos de una relación que es tóxica y que nos está destruyendo, porque al final la relación es uno de los pilares más importantes de nuestras vidas. En el ser humano, el amor es básico, es lo que nos mueve de verdad, y si en tu relación, supuestamente de amor, eres infeliz, nada va a funcionar. El resto de las áreas se verán perjudicadas.
—Cuando notamos que se empieza a naturalizar el maltrato, ¿cuándo es que debemos tomar cartas en el asunto?
—Realmente tú eres capaz de pararlo cuando tomas conciencia de lo que está ocurriendo, cuando está normalizado y no eres capaz de verlo, es como que para ti eso es como debe ser, y que a todo el mundo le debe pasar lo mismo. Tenemos muchas creencias de este tipo. A veces incluso nos lo dicen en nuestra propia casa: “Esto es normal, todas las mujeres pasan por lo mismo”, entonces, claro, si tú no lo ves, no vas a hacer nada. Lo primero es verlo. Para poder verlo hace falta educación: escuchar espacios como este, leer libros, Internet, etcétera. A veces en una conferencia notas que están hablando de esto y ahí dices: “¡Están hablando de mí, nunca lo había pensado!”, incluso siendo cosas aparentemente muy evidentes. Si tú no eres consciente de eso, es como que estás en una rueda. Recomiendo que si hay personas que no saben si les está pasando algo así, va muy bien explicarlo a una persona de confianza. Porque cuando tú te escuchas a ti mismo verbalizando y escribiendo aquello que tú vives, empiezas a sentir vergüenza, empiezas a sentirte mal, a hacerte pequeño, y entonces es ahí cuando te das cuenta de que esto es más grave de lo que tu pensabas. Compartirlo y explicarlo en caso de duda, creo que nos puede ayudar a despertar.
—¿Qué pasa con esas relaciones en las que una de las personas le dice a la otra “Sin vos me muero”, o “Sos mío o de nadie?” ¿También es parte de una dependencia emocional?
—Cuando tú dices “amo demasiado”, en realidad lo que estás diciendo es: “Ese amor tan grande me lleva incluso a permitir o tolerar cosas que yo no tendría que tolerar, pero como te amo tanto, las permito o las tolero en el nombre de ese amor”. Y esto significa que ya me estoy pasando, estoy atravesando ciertos límites. El amor debe ser maduro, tiene que ser racional, tiene que tener sentido para nosotros y nos tiene que aportar paz. Todo lo que parta de la lucha, del sufrimiento, del esfuerzo, es que el amor no es eso: el amor tiene que fluir, tiene que ser fácil. Aunque nos parezca una cosa muy de cuento, pero es verdad: el amor sano es fácil. Cuando lo vivimos así, desde ese esfuerzo, para que no se enfade, para que eso no vuelva a pasar, entonces hay algo que no está funcionando, ya sea nuestra comunicación, nuestros valores o nuestros proyectos, pero no estamos yendo hacia la dirección adecuada.
—Para todos aquellos que son conscientes de que están en una relación dependiente, ¿cuáles son esos tips que pueden ayudar a que esa persona salga de esta dependencia emocional?
—Una vez que tenemos esa conciencia y que hemos entendido lo que es la dependencia, tenemos que hacer contacto cero con esa persona. Como con toda adicción, hay que dejar de consumir. Eso significa dejar de hablar de esa persona, hablar o ver a la persona directamente, quitar todas las cosas que nos conectan mentalmente, todo lo que nos lleva a pensar en él o en ella; deberíamos apartarlo de nuestro camino. Cuánto más podamos hacer contacto cero, antes vamos a desengancharnos, antes vamos a recuperarnos. Pero para poder hacer contacto cero, es muy importante hacer un proceso para fortalecer la autoestima: conectar con que yo soy capaz de continuar sin esa persona, que yo sienta la certeza de que no necesito de esa persona para ser feliz, para continuar con mi vida, que mi vida puede seguir sin tenerla o sin tenerlo al lado. Cuanto más valioso y fuerte conmigo mismo me sienta, más fuerza voy a sentir para enfrentarme a esa ruptura y a ese cambio. Porque al final los cambios cuestan, son pérdidas, y las pérdidas nos producen miedo. Y tenemos que estar preparados. Pero todos estamos preparados para enfrentar una ruptura de pareja: eso es algo que tenemos que tener muy claro.
—Cuando hay una familia de por medio no se puede tener contacto cero...
—A veces, con la excusa de los hijos, tenemos más contacto del que deberíamos con esa persona. A veces los hijos ya son mayores y no hace falta estar encima. Ya no hace falta llamarle para saber si ha comido o si ha dormido. Es mejor decir, por ejemplo: “Si los tenemos una semana cada uno, cuando los tenga yo, si no te digo nada es porque va todo bien”. Buscar interactuar lo mínimo entre nosotros, sobre todo al principio, hasta que sintamos que nos hemos desenganchado, hasta que ya no duela esa ruptura, porque llega el momento en que ya no duele.
—¿Qué pasa cuando idealizamos a esa persona tóxica?
—Eso es algo que pasa muchísimo, sobre todo al principio de la relación. La idealizamos porque intentamos hacerla encajar en lo que nosotros querríamos que fuera, por la película que tenemos montada de lo que será cuando yo esté en una relación de pareja. La hacemos encajar, y las cosas que nos gustan las magnificamos, le damos muchísima importancia. Igual que cuando vemos algo que no nos gusta: le quitamos poder, le quitamos peso y lo archivamos. Si nos fijamos en lo que no nos gusta tendremos que irnos, no tendrá sentido que sigamos ahí. Tratamos de darle mucho peso a lo que sí que nos gusta y lo hacemos aún más grande. Es muy importante que nos demos cuenta que siempre tenemos esa tendencia a la idealización. Yo siempre digo que cuando empezamos una relación, lo que tendríamos que hacer durante el primer año o año y medio, es tratar de buscar lo que no nos gusta de esa persona para ver si lo que no nos gusta es suficientemente importante como para decir “aquí lo dejo” o si puedo vivir con ello sin pretender que cambie, que no me altera mi bienestar y mi paz.
—Uno de tus libros se llama Si duele, no hay amor. Deberíamos tenerlo presente… Incluso no pasa solamente entre relaciones de pareja: también en amistades, vínculos de trabajo…
—Es lo que llamamos relaciones tóxicas. Cuando hay dolor, cuando sufres en un vínculo con otra persona, es cuando podemos considerar que esa relación con esa persona, para ti, es tóxica. Porque cuando te acercas y te vinculas tú la pasas mal o te hace daño. Como cuando ingieres un alimento al que tienes intolerancia y te intoxicas, y empiezas a encontrarte mal. Pues lo mismo pasa en las relaciones. Si duele y sufres es que ese vínculo es tóxico y debes alejarte. Hay muchas personas en el mundo como para quedarte ahí amarrado con la idea de que “tiene que ser esa”. Parece absurdo, pero debemos tenerlo en cuenta. Y como dices: puede ser un amigo, un familiar; a veces el toxico puede ser nuestro padre, nuestra madre o cualquier persona de nuestro entorno.
—¿Cuán importante es amar con libertad?
—Es la clave: hay que amar con libertad. Hay que aprender a estar solo, a estar sin pareja, en verdad, porque solos no estamos nunca, durante algún periodo de nuestra vida sin vivirlo desde la desesperación por encontrar a alguien. Eso nos hace crecer mucho y darnos cuenta de lo que somos capaces, de nuestro potencial. Todos debemos pasar por la etapa de no tener pareja y vivirlo con tranquilidad, abriéndonos a conocer gente, a vivir experiencias, porque maduramos muchísimo, nos fortalecemos un montón. Es un muy buen proceso de crecimiento.
—¿Por qué el ser humano busca estar en pareja? ¿Qué busca en la otra persona?
—Estamos programados para enamorarnos, para reproducirnos, y que se perpetúe. Pero a un nivel más emocional, el ser humano tiene dos necesidades básicas: el amor y la conexión, que es lo que nos da sentido. Nuestra vida tiene sentido cuando sentimos que somos importantes y valiosos para otra persona. Y tiene sentido cuando sentimos que conectamos con esa persona, es decir, pensamos igual, nos entendemos… Cuando tú sientes que no hay amor y conexión en tu vida, nada tiene sentido. La relación de pareja es la más fuerte, la más estrecha, con quien más compartimos, y hasta incluso podemos crear una familia. Es por eso que es la que más peso tiene en nuestra vida.
—¿Qué pasa cuando alguien depende económicamente del otro? ¿Es otra traba?
—Hay circunstancias que si nos ocurrieran, incluso habiendo una dependencia económica, seguramente no las toleraríamos. Si tú como madre vieras algo en tu casa y te encontraras en determinada situación muy al límite, que dijeses: “Esto no lo tolero”, seguro que encontrarías los recursos para salir adelante. Lo que pasa es que es mucho más difícil; si no pasa algo muy grave, muy exagerado, poner un límite.
—¿Qué son los celos en una relación?
—Los celos pueden ser provocados, normales, o pueden ser enfermizos, pero es cuando tú tienes miedo a ser traicionado, a ser engañado, o a que tú pareja te mienta con otra persona. Que te sea infiel o te oculte cosas o te mienta. Ahí aparecen los celos, que normalmente vienen dados por un problema de autoestima: si tú no te sientes valiosa, si tú sientes que no eres suficiente, que hay otras mujeres, por ejemplo, que son más guapas, más listas, más exitosas que tú, probablemente tengas miedo de que tu pareja se dé cuenta de que hay otras que son mejores y que te deje. Vives con ese miedo constante a que no mire, a que no hable, a que no se dé cuenta, y eso te hace hace vivir en un sufrimiento que eso no es vivir, es invivir. Esa persona necesita de un proceso para fortalecer la autoestima. Pero cuidado, porque he visto muchos pacientes que vienen porque creen tener un problema de celos y luego indagas un poco y te das cuenta de que tienen una pareja que las está engañando clarísimamente. A veces tenemos que hacer caso a nuestra intuición, sobre todo las mujeres: cuando vemos cosas que no nos cuadran, suele ser porque hay algo detrás.
—Hay un mensaje de una usuaria, que dice: “Mi hijo de cuatro años es el más perjudicado con esto”. ¿Qué pasa cuando hay niños en el medio?
—Lo que le diría es que muchas veces lo que más perjudica a los hijos es que nos mantengamos unidos para tratar de mantener la familia cuando es una relación que es tóxica, que no es sana. Cuando no hay amor sano entre nosotros, cuando no nos llevamos bien, cuando uno de los dos sufre y siente que el otro no lo ama, cuando nos “mantenemos juntos por los hijos”, creo que se comete un grave error. Porque les estamos enseñando que eso es lo normal en una relación. Los niños no se dan cuenta, pero cuando somos pequeños, vamos quedando programados con muchas cosas, sin saberlo. No es casual que cuando esos niños sean adultos, se encuentren atrapados en una relación parecida a la que han tenido los padres. Lo que pasa es que nos sentimos atraídos por aquello que conecta con lo que nos es familiar, con aquello que conocemos. Deberíamos plantearnos qué les estamos enseñando a nuestros hijos con la relación de pareja que tenemos.
—¿Podemos sentirnos atraídos hacia el maltrato?
—Si hemos vivido maltrato en la familia, sin duda. La mayoría de las personas que sufren maltrato han visto el maltrato en sus casas.
—¿Puedo llegar a sentir placer por ese maltrato que me dan?
—No es que sientas placer, pero si has vivido en tu casa situaciones así, para ti, el amor es eso. Eso lo interpretas como amor. Cuando tú lo vives en tu propia relación, aunque te duela, pero para ti eso es amor, se está manifestando el amor. Es algo que es inconsciente. Por eso es tan importante vigilar lo que les enseñamos a nuestros hijos. Quedamos programados de esa forma y, sin darnos cuenta, terminamos buscando eso.
—¿Es importante dar una segunda oportunidad?
—Si esto lo pregunta alguien que tiene dependencia, está deseando que yo le diga que sí, que puede darle una segunda oportunidad porque no quiere cortarle la relación. Pero lo que debería preguntarse es por qué se acabó la relación. Si se acabó es porque alguno de los dos veía claro que no quería estar ahí. Entonces, si después hay arrepentimiento y demás, tenemos que ver si volvemos por segunda vez porque nos prometen cambios: eso no va a suceder nunca más. No debemos esperar que la otra persona cambie: por defecto, todos seguimos siendo igual. A no ser que hayamos hecho un proceso de crecimiento muy profundo, con un profesional, que hayamos tomado conciencia; entonces, ahí cambiamos. Pero si no es así, las personas no cambian. Lo normal es que sigan siendo como eran. Lo que pasa es que tendemos a pensar que ahora es todo lo que he estado deseando, entonces vamos por todas. Pero no suele suceder.
—¿Se puede perdonar una infidelidad?
—Depende de si para esa persona la infidelidad es un valor innegociable o no. Si para ti la infidelidad es algo innegociable, es probable que te cueste mucho perdonarla. Aun así, puedes llegar a entender, por ejemplo, una infidelidad puntual. Se pueden haber distanciado por algo que no ha pasado, no le has prestado suficiente atención, incluso te puede haber pasado a ti mismo. En estos casos hay muchas personas que lo pueden perdonar, pueden reconstruir la relación y pueden seguir adelante, incluso fortalecerse más. Lo que no se puede perdonar es cuando descubres que tu pareja ha tenido una relación paralela con otra persona. Empiezas a pensar y atar cabos, y eso es una pesadilla: no puedes volver a admirar y a confiar. Se rompe la confianza por completo.
—¿Cómo se supera esa ruptura?
—Lo primero es tratando de entender que la vida es cambio, que nada es estático, que nada permanece en la vida sin moverse. La vida nos da cosas y también nos las quita. Las relaciones acaban, y parece algo teórico, pero deberíamos reflexionar sobre ello: no hay nada que sea para siempre. Hay relaciones que acaban al mismo tiempo por los dos, y llegan a la muerte los dos, y hay otras que acaban antes. Hay más probabilidades de que acaben antes que duren para siempre, porque el ser humano está en constante cambio. Cuando nos aferramos al “no” y al “¿por qué?”, caemos en la víctima, y nos flagelamos y no levantamos cabeza, no estamos siendo maduros y conscientes. Tenemos que despertar. A mis pacientes los machaco porque quiero que despierten lo antes posible, enfrentándolos a la realidad. Si alguien que no te quiere te deja, te está haciendo un regalo.
—¿Cómo se fortalece la autoestima?
—No se necesitan procesos muy largos. Hay personas que haciendo terapia ven resultados en cuatro sesiones, o leyendo un libro, o escuchando. Se trata de hacer un proceso hacia adentro para entender por qué eres como eres. Qué es lo que has vivido y por qué te tratas de la manera que te tratas a ti mismo, qué te han enseñado tus padres, cómo te han tratado, lo que te han dado, lo que te ha faltado, qué has necesitado… Y a partir de ahí tú te has hecho adulto, y por qué tú te tratas como te tratas. Al final, la autoestima es el valor que tú te das a ti mismo. En función de cuánto te valores vas a elegir parejas determinadas, vas a permitir cosas determinadas. O a lo mejor te costará decir que no cuando te pidan cosas, te quedaras con trabajos mediocres, no pondrás límites, etcétera. Darnos cuenta de dónde venimos, por qué somos así, y entrar en contacto con esa esencia para desplegar nuestras alas a través de estas herramientas. “No lo merezco” o “No soy digno de recibir eso” son creencias que nos limitan, nos bloquean y condicionan nuestra vida por completo.
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