Hace exactamente cien años se estrenaba El pibe (The Kid), también conocida como El chico, tal vez la película más querida de la filmografía de Charles Chaplin, el cómico más popular de todos los tiempos. Es considerada su ópera prima, ya que previamente había hecho un gran número de cortos, pero nunca había encarado un proyecto de esta duración. También es muy significativo el hecho de que Chaplin pusiera aquí muchas cosas de su vida, incluyendo algunas tragedias personales que lo habían marcado y lo seguirían marcando por el resto de su existencia.
El pibe es la historia de un niño cuya madre (Edna Purviance), soltera y abandonada, decide dejarlo al cuidado de alguien con mayores recursos. Lo coloca, junto a una carta pidiendo lo adopten, dentro de un auto lujoso. Pero el auto es robado y cuando los delincuentes descubren al bebé, lo abandonan en un barrio pobre. Allí pasa el vagabundo conocido por todos nosotros y aunque no tiene intención alguna de hacerse cargo, una serie de equívocos lo terminan uniendo al pequeño. Años más tarde los vemos conviviendo, compartiendo lo poco que tienen con alegría y aprovechando la picardía de ambos para sobrevivir en un mundo hostil.
Charles Chaplin anunciaba a la película diciendo que despertaría risas y, tal vez, alguna lágrima. Risas no faltan, está claro, pero lo de alguna lágrima se traduce en un río de llanto en los momentos más emocionantes y terribles de la película.
El chico abandonado que aparece en la película (interpretado por Jackie Coogan) es el reflejo de la propia tragedia familiar del realizador. Él y su hermano tuvieron un padre ausente y su madre fue internada por tener problemas psiquiátricos. En ese duro contexto ambos se abrieron paso en la Londres de fines del siglo XIX, incluso tuvieron que vivir en orfanatos. Con una carrera artística en ascenso, obtuvieron una segunda oportunidad en los Estados Unidos. Allí, Chaplin se convertiría en la persona más famosa del mundo.
Ya con un éxito descomunal, el director, productor, guionista y actor decidió dar un paso más allá y dirigir un film de una hora de duración. Pero poco antes de empezar con este proyecto, Charles Chaplin sufrió una tragedia extra: su hijo recién nacido, de pocos días, falleció. Cuando uno ve El pibe y la historia de este vagabundo que adopta a este chico, puede captar el equivalente de la propia tristeza de Charles Chaplin. Y a la vez, el propio deseo de no ser abandonado. Chaplin no tuvo una infancia protegida ni tampoco pudo salvar a ese bebé recién nacido. No importa si el espectador conoce esta información, el genio del cómico está en trasmitir esto en cada una de las escenas.
Por esto tal vez sea una de las películas más personales de Charles Chaplin y también una de las más logradas. La historia, como dijimos que puede arrancar una sonrisa, pero también una lágrima. Un relato muy personal, pero a la vez muy divertido, porque sigue siendo una comedia con algunos de los mejores gags de toda su obra. Y tal vez por eso sea una de las películas más populares de su filmografía. Fotos y afiches de este film aparecen en infinitas reproducciones por todo el mundo. La imagen del vagabundo y el niño es uno de los íconos de la historia del cine mundial.
Una vuelta amarga del destino: Jackie Coogan, el chico de la película, fue estafado por sus propios padres y al cumplir 18 descubrió que no tenía más dinero. Llegó incluso a pedirle dinero a Charles Chaplin, quien lo ayudó en su peor momento económico. La situación mejoró más tarde cuando logró tener una gran segunda oportunidad al convertirse en el Tío Lucas en la serie Los locos Addams. Fue popular en dos momentos de su vida y junto a Chaplin hicieron ambos hicieron una de las mejores películas de la historia del cine, es más de lo que muchos artistas pueden decir.
Charles Chaplin dirigiría más adelante varios films con los que obtendría aun más prestigio y admiración. La quimera del oro (1931), Tiempos modernos (1936) y El gran dictador (1941) también están en la historia grande del cine. Sin embargo, al ver nuevamente El pibe se observa la orfandad del autor y su desesperación por no quedar desamparado. Ese ingrediente tan íntimo y profundo es lo que la convierte en una película única. Imposible no reírse con su genial humor y su timing para la comedia física. Tampoco hay manera de no compartir el dolor en sus escenas más desgarrados. Todo eso sumado es El pibe, que en el 2021 cumple 100 años.
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