“Y un día, aquel chico que conocí en un barco, en una isla pequeñita en el medio del océano de Indonesia, llegó a la Argentina. Aquel chico del que me enamoré cuando el mundo se descontrolaba”.
Luli Torn habla desde Buenos Aires, Argentina. Después de haber estado más de un año afuera del país. El 31 de diciembre del 2019 emprendió un viaje con amigos que duraría tres meses. En marzo 2020, la pandemia del COVID-19 puso en vilo al mundo entero y obligó a varios países a cerrar sus fronteras para evitar la transmisión del virus. Ella quedó varada en Gili Trawangan – una pequeña isla en la costa noroeste de Lombok -, en donde conoció y se enamoró de Tom, un instructor de buceo que también es dueño de un hotel. De a poco, él –de origen belga- vio que su trabajo se vio afectado al no haber turismo, y juntos, decidieron apostar a su amor y emigrar a Europa. Primero, fueron a Bélgica, él a rencontrarse con sus padres y la actriz, a conocerlos. Y con el tiempo recorrieron el continente en una casa rodante.
En enero de este año comenzaron los trámites para que Tom pudiera ingresar a la Argentina. No fue nada sencillo ya que las fronteras estaban cerradas al turismo. La pareja debió completar formularios y realizar un certificado de convivencia que fue aprobado y, de esa manera, lograron un permiso para que pueda quedarse durante tres meses. “Estamos viendo cómo podemos extenderlo. Tenemos miedo de que se vaya y no pueda volver”, dice la actriz a Teleshow.
Luli llegó a Buenos Aires el 6 de febrero, realizó la cuarentena correspondiente y se reencontró con sus familiares y amigos. Unas semanas más tarde, el 28 del mismo mes, arribó Tom y ella volvió a cumplir con el aislamiento. Días más tarde empezaron a recorrer los distintos puntos turísticos de la ciudad, incluyendo la presentación al círculo íntimo de la actriz. “Fue realmente espectacular”, celebra.
El tour fue una auténtica visita guiada: lo llevó a conocer la estación de Retiro, la Plaza San Martín, caminaron por la calle Florida, Plaza de Mayo, Casa Rosada, la Catedral, el Cabildo. El colegio Nacional Buenos Aires –en donde estudió y se recibió la actriz-, hasta que llegaron al Obelisco.
Entre las actividades de recreación también fueron a ver una obra de teatro en las salas que se adaptaron a los protocolos sanitarios. “Aunque está re canchero con el español, porque está estudiando desde que nos conocimos, no entendió nada de nada. Pero le encantó la experiencia”, asegura la actriz.
Recorrieron bares y cervecerías de Palermo. Así como también el Rosedal. Otro día fueron a Caminito, La Boca (estuvieron en La Bombonera), y la feria de San Telmo. “Por ahora, todo el tour es por Buenos Aires”, aclara quien tiene un proyecto para filmar una película en el interior. Viajará acompañada por su novio que aprovechará para conocer el resto del país: “Se muere por ir a la Patagonia, pero por ahora nos adaptamos a lo que la pandemia nos permite”.
Cuando termine la filmación de la película, Luli y Tom regresarán a Buenos Aires y la actriz formará parte del elenco de una nueva tira. “Este año será entre el trabajo y turismo”, afirma y destaca el hecho de recorrer la ciudad “como si fuera extranjera” en la que vivió durante tantos años: “¡Es tan linda!”.
¿Qué planes tienen a futuro? Dependerán de la pandemia y los proyectos laborales de ambos. El instructor debe viajar a Indonesia porque allí tiene un hotel. Sin embargo, aún no está permitido hacerlo. “Dicen que va a seguir así un año más”, escucharon sobre las versiones que llegan desde el otro continente.
Por lo pronto, su principal objetivo es conseguir el permiso necesario para que el belga pueda quedarse en la Argentina. “Lo vamos a lograr. Lo traje hasta acá en medio de una pandemia. Nada es imposible”, se muestra esperanzada Luli sobre su novio con quien convive en el PH que vivía antes de irse a Asia.
Para ellos la convivencia no es nada nuevo, ya que viven juntos desde hace un año, cuando se conocieron. Sin embargo, la actriz aprovechó las semanas previas a la llegada de su novio para acomodar su hogar y que Tom tuviera su espacio en el que se pudiera sentir cómodo. “Pero es tan sencillo y está tan acostumbrado a viajar que vino con tres remeritas”, resalta Luli sobre el poco equipaje que cargó su pareja.
Apenas el belga conoció a la familia de su novia, comenzó a interiorizarse en las costumbres argentinas: aprendió a hacer asado, a cocinar empanadas, tartas, entre otros platos. Para los Torn ya es uno más de ellos. “Mis hermanos más chicos están fascinados con tener un hermano mayor. Pegó buena onda al toque con todos. Hacía chistes en castellano. No nos alcanzaban las horas del día para hablar”, recuerda sobre el primer encuentro.
“Antes hablábamos por videollamada con mi familia y ahora es al revés, las hacemos con la de él. Yo los extraño un montón. Me había acostumbrado a vivir con ellos. Fue difícil la despedida”, continúa la actriz sobre el vínculo que forjó con sus suegros.
Mientras la pandemia lo permita, Luli y Tom recorrerán la Argentina. Y esperan, en algún momento, poder viajar con sus respectivas familias a Indonesia, en donde nació el amor entre ellos. “Y sino, ellos vendrán a la Argentina. ¡Se mueren por conocer!”, concluye Luli Torn.
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