“Vivió cierto hombre en Rusia hace mucho tiempo, era grande y fuerte, tenía en sus ojos un resplandor llameante. La mayoría de la gente lo miraba con terror y miedo”. Las líneas con las que comienza la vibrante canción de Boney M., “Rasputin”, bien podrían estar hablando de Bobby Farrell, pero hacen referencia al polémico personaje ruso, ese milagrero influyente que guió de forma caprichosa al zar Nicolás II llevándolo a la ruina junto con su imperio. Rasputín gozó de su poder a comienzos del siglo XX y Farrell, líder del grupo de música disco, fue amo y señor de la pista en la década del setenta. El siglo XXI llegó con sus técnicas de reciclaje para revivir la canción y la leyenda, en forma de microvideos.
Entre este presente de TikTok viralizado y aquel pasado de primeros puestos en los rankings, Bobby Farrell fue noticia por su muerte. El 30 de diciembre de 2010, los medios del mundo anunciaban que el cantante del grupo Boney M. había sido hallado muerto en la habitación de un hotel en San Petersburgo, Rusia. El artista tenía 61 años, había nacido en Aruba, pero las vueltas de la vida lo llevaron a despedirse del mundo en el país al que le había cantado tantas veces. ¿Una paradoja del destino? ¿Una coincidencia fatal?.
La noche anterior a su muerte, Farrell había dado un show en la antigua capital imperial rusa y estaba a punto de viajar a Italia. Seguía lucrando con el nombre del grupo que lo había hecho famoso, aunque de los miembros originales solo estaba él. Es que se habían separado en 1986, parecía que volvían al año siguiente, pero en 1989 cada uno de los miembros empezó a reclamar el nombre Boney M. como propio. El juicio tuvo un resultado tan legítimo como extraño: les dieron un porcentaje a cada uno. Por eso en la década del 90 llegó a haber varios grupos con el mismo nombre girando por el mundo.
El líder de Boney M. bailaba muy bien, era atlético, le gustaba andar semidesnudo. En los 70 se convirtió en un galán exótico, aunque cantar se le daba más o menos. Había nacido bajo el nombre de Roberto Alfonso Farrell, el 6 de octubre de 1949, y cuando cumplió 15 años se metió en la Marina. Su espíritu aventurero lo llevó a vivir un tiempo en Noruega, otro tanto en Holanda y al final terminó haciendo base en Alemania, donde descubrió que podía dejar de ser un simple marinero para convertirse en un llamativo DJ. La música empezaba a formar parte de su vida y las discotecas se convertían en su hábitat natural.
Antes de consagrarse como el creador del engendro del marketing musical que fue Milli Vanilli en los 80, el productor Frank Farian inició una búsqueda de actores que hicieran playback para llevarlos a la televisión. Farian era, además de un inteligentísimo productor, un músico de raza que componía música y escribía. Él era Boney M., pero no quería poner el cuerpo. “Rasputin” fue uno de los hits que acompañaron su factoría de éxitos, a los que siguieron “Ma Baker”, “Belfast”, “Brown Girl In The Ring” y “Gotta Go Home”, entre muchos otros.
Farian reclutó entonces a Farrell, a las cantantes jamaiquinas Liz Mitchell y Marcia Barrett y a la ex modelo Maizie Williams. Farrell se dedicaba, sobre todo, a bailar y contonearse, igual que Williams. Las voces grabadas pertenecían en su mayoría a Farian, a Mitchell y a Barrett. Lo que empezó como una idea y a ver qué pasa, funcionó. Las canciones eran muy bailables y el aspecto de los cuatro era magnético, con sus peinados estilo afro y unas prendas de vestir dignas de una comedia musical.
Boney M. tuvo un éxito arrollador: sacaron cuatro discos entre 1976 y 1979, vendieron más de 40 millones de copias y 22 de sus temas entraron en el top diez británico, con cinco en el número uno. Tanta fama cosecharon en Gran Bretaña que el 26 de Noviembre de 1979, el grupo fue invitado a participar de un evento solidario en Londres, donde fue recibido por la Reina Isabel II que los saludó uno por uno. En la Unión Soviética también fueron homenajeados por el secretario general del Comité Central del Partido Comunista, Leonid Brézhnev, con la condición de que no cantaran “Rasputin”, y así lo hicieron.
Con el cambio de década, los ánimos se caldearon y Farrell empezó a pensar en la posibilidad de una carrera solista (que jamás se iba a concretar). Aparte de su mal humor, estaba el tema económico, ya que juntos llegaron a ser el grupo que más facturaba en Alemania, pero ellos cuatro ganaban muy poco. Farian se llevaba todo. Así, descontentos, estuvieron algunos años hasta que en 1987 empezaron a tironear todos del nombre. Farian siguió apoyando la franquicia Boney M. de Liz Mitchell y logró que fuera esta la que tuviera un poco más de éxito que el resto.
Pero Farrell no le encontró la vuelta y se fue a Holanda a vivir en los suburbios de un barrio obrero de Rotterdam. El hombre que había sido un símbolo sexual durante la década anterior, logró casarse, tuvo dos hijos e intentó establecerse como un padre de familia normal, pero su carácter irascible fue más fuerte. En 1994 fue acusado de intentar prender fuego a su esposa Jasmina después de bañarla en combustible. El tribunal holandés falló en su contra y lo condenó a unos cuantos años de prisión, durante los cuales, obviamente, desapareció de la vida pública.
Para el año 2000 ya nadie recordaba su pasado violento, ni su época en la sombra, y él aprovechó ese olvido para volver al ruedo en Italia, un país que todavía disfrutaba de las viejas canciones de Boney M. Así fue como Farrell apareció en la televisión italiana, en uno de esos shows con mucho brillo y humo de fantasía, con más maña que vergüenza y acompañado de tres jóvenes que cantaban mientras él hacía esfuerzos por sostener una mímica apenas decente.
En 2018, Liz Mitchell (la cantante jamaiquina que formó parte del cuarteto original) viajó por Europa a bordo de una gira de música retro. “Yo no proclamo ser Boney M., sino una de las integrantes originales con tres nuevos compañeros. No me gusta nada la gente que solo toma el nombre de Boney M. para hacer pasta”, dijo en aquel momento entrevistada por el diario El País de España. Williams, por su parte, también se dedicó a girar interpretando los clásicos de su antigua banda por festivales de todo el mundo y Barrett fue la única que intentó acercarse a los demás, aunque no consiguió el interés de ninguno de sus compañeros. Solo una desgracia pudo reunirlos y fue el velorio de Bobby Farrell, que se llevó a cabo en Amsterdam, durante los primeros días de 2011.
Tanto Bobby Farrell como Rasputín se caracterizaron por ser personajes oscuros, que consiguieron fama y poder gracias a la mentira y el engaño. El ruso no curaba, el caribeño no cantaba. Así y todo, sobrevivieron a la Historia y al tiempo gracias a los jóvenes usuarios de TikTok y sus coreografías que duran segundos.
SEGUÍ LEYENDO