“Vamos a ir al piano, a vos que te encanta esa idea”, le propuso Jey Mammon al actor Dady Brieva en su programa de la trasnoche de América y como es costumbre para cerrar la visita de todos sus invitados. “¿Por qué tocás el piano?”, le respondió con velocidad el Midachi, que posiblemente en los ensayos había expresado su molestia con pasar a cantar junto con el conductor o incluso tal vez había exigido que fuera rápido. “Porque me gusta”, respondió Jey sin dudar y sin imaginar que se metía en camisa de once varas por seguir el juego del humorista. Entonces Dady, con tono serio y haciéndose el preocupado, indagó: “¿Y por qué no aprendés?”. “¡Ah! Además de humorista sos forro”, contestó entre risas pero cada vez más incómodo Jey Mammon, que efectivamente sí estudió piano y nada más ni nada menos que en el Conservatorio Nacional de Música.
“Perón decía que no había cosa peor que un bruto con inquietudes. Bueno, lo que pasa es que a mí se me da por el charango… y después tengo un saxo”, apuntó Dady, haciendo la mímica con los dedos. “Sé tocar, pero no sé tocar bien, al menos no como yo quisiera”, siguió Dady, que no pensaba aflojar con el tema y haciendo gala de su acidez. Entonces arremetió de nuevo: “¿A vos te molesta no saber tocar bien el piano?”. “No, porque toco bien”, contestó ya más ofuscado el músico que además es actor y conduce Los Mammones, el éxito de la noche de América. “¿Y leés música?”, indagó Brieva con perspicacia y decidido a agotar la paciencia de su entrevistador. “Sí, ¿algo más?”, le contestó Jey. Y a esa altura, nada de lo que que podía parecer broma se percibía como tal: Brieva había puesto en duda las habilidades artísticas de Jey.
Acostumbrado a manejarse en tono de humor con quien lo entrevista, pero pocas veces chicanero con tanta insistencia y profundidad, Dady inquirió: “Pero ¿te molestaste?”. “Sí, claro que me molestó y te lo estoy diciendo”, contestó Jey, entre desencajado y dolido. Sus gestos y posición corporal decían mucho más que sus palabras. Y agregó: “¡Toco bien el piano y me decís que toco mal!”. Entonces Brieva, explicó: “Lo que pasa es que yo a vos te tengo como a otra cosa… Como un comunicador que dice desde las tripas lo que siente”. Rápido de reflejos, Jey acotó: “Con el piano también se pueden decir muchas cosas”. “Hasta ahora no te vi”, siguió Dady, para que desde bambalinas, el locutor que hace las voces en el ciclo, intervenga: “¡Te está jodiendo!”. Y el Midachi agregó: “¡Dale boludo! Acordate que son ellos (en relación a los televidentes) los que se tienen que sorprender, no nosotros!”. “Entonces dejá de sorprenderme”, le contestó Jey, sin medias tintas, pero siempre queriendo remar la situación y que todo termine lo antes posible. A continuación, como estaba planteado, presentó un saludo que Alberto Mateyco había dejado para Dady, para después sí ir al piano.
Y en aquel rincón del estudio en el que suele haber buena onda y fiesta, el clima rozó la tensión y el disgusto en todo momento. Cantaron “Un beso y una flor”, de Nino Bravo, a modo de tregua, pero cuando Jey propuso “Café la humedad”, Dady se negó con contundencia. Para terminar entonaron “Azúcar y sal” y cuando iban a cantar una canción más, Dady preguntó: “¿Ah, no nos vamos todavía?”, ya con el barbijo N95 puesto y como dando por finalizada la faena. “Uy, Dady hoy está hincha huevos como nunca”, reflexionó Jey en voz alta. Y Dady, entre risas, contestó: “No tiene humor. Todo de la boca para afuera”.
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