Este sábado Podemos Hablar (Telefé) tuvo su segundo envío en esta temporada 2021, la quinta consecutiva. El programa conducido por Andy Kusnetzoff contó en esta oportunidad con Moria Casán, Leticia Siciliani, Soledad Fandiño, Jonás Gutiérrez y Rocío Quiroz como invitados, quienes se confesaron en el punto de encuentro. Una de las consignas fue que pasen al frente quienes hayan mandado “fotos subidas de tono o tuvieron chats calientes”. Solo se confesaron Siciliani, Casán y Gutiérrez, pero al terminar la ronda, Andy quiso saber cómo comenzó la historia de amor entre Fandiño y el rapero René Pérez Joglar, más conocido como Residente.
“Lo conocí por redes, pero no mandándonos fotos. Yo puse la frase de una canción de él y en ese momento arrancábamos a usar Twitter. Y uno no sabía bien cómo se manejaba, si se mandaba una foto, una frase... Y yo escribí una frase de un tema suyo. Y a la media hora tenía un mensaje de él, en el privado. Y yo dije: ‘¿Qué onda las redes sociales?’”, recordó Fandiño. “¿Pero cómo lo vio? Yo mil veces escribí canciones de Calle 13 y jamás me escribió ni él, ni el hermano...”, quiso saber el conductor.
“Esto nunca lo conté... pero ya fue”, comenzó la actriz con su revelación. “Yo le pregunté: ‘¿Cómo lo viste, tenés un montón de seguidores?’ Y me dijo: ‘Estaba en el avión, aburrido’. Y él estaba en una situación en la que quería escuchar cosas buenas de la gente, que le digan: ‘Uy qué buena tu música’. Y justo entró mi mensaje. Entró, miró la fotito y mandó el mensaje. Y ahí empezamos a hablar de obras de teatro, películas, series...”, agregó.
Sin embargo, Soledad no creyó que realmente fuera Residente quien le hablaba: “Siempre fui desconfiada, no sabía si era él o el manager, un hermano o cualquier persona. Si bien tenía certificada la cuenta, nunca sabés. Entonces hablaba un poquito y lo dejaba ahí. Así pasó como un año y medio, y yo cerré mi Twitter, cuando él no tenía ni mi mail. En ese momento estábamos grabando y por ahí decían: ‘Estuviste bien’, o ‘estuviste mal’, y veía que a otros compañeros míos también los afectaba un poco. Entonces dije: ‘Esto no me gusta, chau’. Lo cerré. Y nos volvimos a reencontrar, después de un año y medio”.
Pero las cosas no fueron como para que comenzara la relación. Hasta que un ramo de flores exótico destrabó la situación. “Él me invitó a unos shows, yo no fui. Un día le dije: ‘No, yo no voy a tu show, tengo un cumpleaños. Si querés, vení vos’. Pero no vino. Yo me hice valer, ¡¿quién te pensás que sos?! Después con el tiempo, estaba haciendo una obra, era la última función y me llegó un ramo de flores muy exótico. Y dije: ‘Esto no me lo mandaron mis amigos’. Y tenía una carta que decía: ‘Soy de una isla, de Puerto Rico’. Al otro día le contesté, y nos vimos”, relató Fandiño.
La relación entre ellos llegó hasta diciembre de 2017 y tuvieron juntos a su hijo, Milo. “Con René teníamos una relación super linda y se terminó por cosas que pasan en las relaciones. Tampoco es que es mi mejor amigo, pero tenemos una buena relación. Por la distancia y todo, consideramos que lo mejor es llevarnos bien. El año pasado, con la pandemia, cuarentena, viajes, tuvimos la mejor comunicación para poder cuidar a Milo. René vive entre Los Ángeles y Puerto Rico”, contó Fandiño.
La siguiente pregunta del “punto de encuentro” fue para los que “tuvieron alguna borrachera memorable”. Todos pasaron al frente, pero abrió el fuego Soledad: “No sé cómo arrancar porque hay partes que se perdieron. Estábamos en Nueva York con René y con “Tío Rubén”, como le decimos nosotros a Rubén Blades...”, introdujo su anécdota. “Nos esnobea, nos esnobea... pero por favor”, le dijo Moria para azuzarla.
“¡Pero es lo más Rubén! Es una persona súper humilde, salíamos a caminar y él agarraba su mochilita de cuero, su sombrero. El decía: ‘Ni taxi hay que subirse acá, todo caminando’. Nosotros estábamos de visita en Nueva York y nos dijo: ‘Les doy estaba habitación’. Y era divina: colores pasteles, la habían terminado hacía poquito. La mujer de él súper era buena onda con nosotros. Todo nuevo, todo lindo. ‘La van a cuidar, ¿no?’, nos dijeron. ‘Sí, obvio’, dijimos. ‘Bueno, siéntanse como en su casa’. Bueno, me lo tomé en serio. ¡Argentina! Me lo tomé”, se rió Soledad al recordar la secuencia.
“Fuimos a comer y ahí me ofrece de tomar vino tinto con frutas, como un clericó, ponele. Y ahí empecé a tomar, pasando la velada. ¡Qué lindo el restaurant, qué lindo todo! Volvimos a la casa y ahí arranca la guitarra. ‘¿Toco un tema?’, dijo Rubén. ‘Seeee, Rubén, tocate un tema’. Yo ya estaba en mi salsa. Y el seguía, y tocaba, y tocaba. Yo le festejaba todo. ‘¿Abrimos un vino?’. ‘Seee, abramos’. René ya no estaba tomando, ya había dejado. Y pensó: ‘Acá hay que poner orden’. Yo emocionada, cantando. Terminó la noche, había que subir la escalera”, prosiguió Fandiño y puso un freno antes de llegar al punto cúlmine.
“Hay detalles que mejor no recordar... pero yo llego a la habitación, colores pastel, todo divino. Y lo único que dije fue: ‘Me muero, me muero, me muero’. Y yo fui el exorcista, directamente”, dijo ante las risas de todos y dar a entender que vomitó demasiado. “Así lo recuerda René. Yo decía: ‘Que no se entere Rubén’, era lo único que me preocupaba. Pero la habitación de él estaba abajo, y se escuchaban mis taquitos, tatata, caminando. Íbamos al baño, volvíamos. Íbamos al baño, volvíamos. Pero dejamos la habitación impecable, impecable. ‘Nunca le vamos a decir a Tío Rubén esto’, dijimos. Y creo que nunca se enteró”, cerró con más risas.
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