“Mi marido siempre vuelve con la felicidad a casa”, decía Claudia Villafañe a mediados de los ’90. Y perdonaba, una tras otra, las infidelidades de Diego Maradona. Sin embargo, hubo un día en el que el ex futbolista ya no volvió al hogar conyugal. Y fue entonces cuando ella dijo: “Basta”.
El almanaque señalaba que era el 7 de marzo de 2003. En esa fecha, después de 14 años de matrimonio, Claudia presentó una demanda de divorcio en el Juzgado Civil N° 77, a cargo de la jueza Marta del Rosario Matera, en contra de Maradona. Las leyes de entonces, obligaban a emitir algún motivo que justificara la ruptura del vínculo. Y Villafañe alegó “abandono de hogar desde julio de 1998”.
En la misma denuncia, Claudia pedía la tenencia de las dos hijas de la pareja, Dalma y Gianinna, quienes para entonces tenían 15 y 12 años respectivamente, señalando que quería resguardarlas de “posibles situaciones de conflictos”. Y pedía el dominio de dos departamentos, una cuota alimentaria de 10 mil pesos mensuales (equivalente a unos 3500 dólares) y la mitad de las ganancias del Museo Maradona, que por entonces se encontraba en formación.
La noticia, que salió a la luz el 28 de ese mes, sorprendió a Diego en Cuba, dónde se encontraba haciendo un tratamiento de rehabilitación por sus adicciones en el centro La Pradera. Según su mánager de entonces, Guillermo Cóppola, si Maradona se había tenido que ir a vivir a la isla había sido porque necesitaba una tranquilidad que en la Argentina no podía encontrar, a pesar de que eso implicara "estar lejos de sus amigos, de sus hijas y de su mujer". Pero que sus sentimientos hacia su familia, y en especial hacia su esposa, seguían "intactos".
Pero la realidad es que en la patria de su amigo Fidel Castro, Diego había encontrado el amor en brazos de varias mujeres, entre las que figuraban los nombres como los de Maby y Adonay, entre tantos otros. De hecho, producto de estas relaciones, el abogado de Maradona, Matías Morla, había asegurado hace dos años que existían tres hijos, Joana, Lu y Javielito, quienes ya habían iniciado sus trámites de filiación, y un cuarto, Harold, que todavía no había presentado la demanda correspondiente pero que ya se habría puesto en contacto con él. Algo que, tras la muerte del astro, se puso en duda.
Los nuevos herederos cubanos de Maradona, de existir como lo dijo el letrado, se sumarían a los otros hijos extra matrimoniales del futbolista: Diego Junior y Jana, reconocidos judicial y públicamente, además Santiago Lara, Magalí Gil y Eugenia Laprovittola, quienes ya presentaron su trámite de filiación y se encuentran a la espera de un ADN. Todos ellos, de más está decirlo, son nacidos durante el matrimonio del astro con Claudia, tiempos en los que él aseguraba que sólo tenía dos hijas: “La Dalma y la Gianinna”.
Lo cierto es que el divorcio no marcó el fin de la relación entre Claudia y Diego. "Mientras lo pueda ayudar, seguiré visitándolo, pero eso no quiere decir que siga enamorada o que quiera volver con él", había asegurado Villafañe en aquel momento. A pesar de la ruptura del matrimonio, ella y Maradona siguieron unidos comercialmente. De hecho, en 2005 hicieron juntos La noche del Diez, por El Trece, programa en el que él intentó reconquistarla al aire en más de una oportunidad.
Pero, para entonces, Claudia ya había rehecho su vida sentimental en el más absoluto silencio junto a Jorge Taiana. Villafañe había empezado a salir con Maradona cuando tenía apenas 17 años y se había casado con él el 7 de noviembre de 1989, después de 13 años de noviazgo. Pero, ya cansada de tantos sinsabores, finalmente había decidido empezar a disfrutar de una relación sana junto a este apuesto joven que había conocido cuando produjo la obra Pijamas, allá por el 2003. Casualmente, el mismo año en el que decidió decir: “Basta”.
Claro que Diego no se enteró de eso hasta una década más tarde. El jugador conoció a Verónica Ojeda, con quien tuvo a su hijo Dieguito Fernando, y luego a Rocío Oliva, de quien se separó a fines de 2018. Pero, en su mundo, pretendía que Claudia se mantuviera alejada de cualquier hombre. Y por eso, cuando se enteró por la portada de una revista de la existencia de Taiana, estalló.
Pero la realidad es que, en su momento, Villafañe había tenido sobrados motivos como para dar por terminado su matrimonio con Diego. Y que, aún así, sabiendo con qué bueyes araba decidió ocultar su noviazgo durante 10 años, con tal de no desatar la ira del padre de sus hijas. Algo que, inevitablemente, un día ocurrió.
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