Hace una semana el relator y periodista deportivo Marcelo Araujo debió ser internado en el Hospital Italiano tras caerse de su cama. Pero además, al ser revisado en el nosocomio, se detectó que era positivo de coronavirus. En este contexto, aislado e internado, este viernes por la tarde se dio un hecho inédito. Fue en su domicilio de la calle Suipacha y Arroyo, en el bario de Retiro, dónde se activó un llamado del 911 alertando que la hija de Araujo, Florencia Zilberman, pretendía ingresar al departamento de su padre y cambiar la cerradura. Allí el periodista convive con su mujer desde hace 19 años, Graciela Guadalupe Ocampo, con quien está casado desde 2008.
“Recibí un llamado de Graciela en el que me decía que una vecina le había contado que había aparecido la hija de Araujo con su esposa y le había dicho a la gente de seguridad del edificio que prohibieran la entrada a la mujer del padre. Y que, además, ella estaba hablando con un cerrajero para cambiar la cerradura”, le narró Mariana Gallego, abogada de Ocampo, a Teleshow.
Según contó la letrada, hasta la internación del periodista, Araujo y Ocampo estaban en un impasse. “Hacía poco menos de dos meses, en el marco de una discusión y de violencia doméstica, Ocampo llamó al 911. Después de lo que ocurrió, los hijos le aconsejaron que se vaya de ahí hasta que él se calme. Y por eso se fue a vivir con el hijo”, detalló Gallego.
Sin embargo, tras la caída de Araujo, decidieron regenerar el vínculo. “Ellos estaban en contacto, se veían y cuando a él le agarró Covid y ella misma lo internó. Entonces cerró el departamento y regresó solamente para sacar unas poquitas cosas, pensando que cuando a Marcelo le dieran el alta, volverían juntos. Hoy se enteró que la hija de él, que vive en General Rodríguez, había intentado cambiar la cerradura, lo cual implica turbar la posesión que hasta ese momento tenía Marcelo Araujo con su esposa”, explicó la letrada.
“Florencia y Gabriela tenían una pésima relación. Pero no sé si siempre se llevaron mal”, reveló la abogada sobre el vínculo entre madrasta e hijastra. Respecto a los motivos que llevaron a Florencia a tomar la decisión de ir al inmueble, Gallego contó: “Ella decía que el padre le había dicho que fuera a quedarse en su casa. Pero qué instrucción pueden tener de un hombre que está internado y que de hecho, fue mi clienta quien tuvo que llevarlo en la ambulancia por el estado en el que estaba. Salvo que con el respirador puesto haya mandado un mensaje de WhatsApp... ¡Imposible!”.
La situación del departamento en cuestión es, al menos, compleja. Así lo explicó Gallego: “Araujo no es el dueño del departamento. Le hizo una donación de dinero a su hija, por lo tanto ella lo tiene a su nombre. Digamos que Araujo y su mujer lo usufructúan. Pero ser dueño de un departamento no te da derecho a cambiar la cerradura cuando hay otra persona que vive con derecho. Si no cualquier propietario, en vez de hacer un juicio de desalojo porque el inquilino no le paga, va con el título y cuando el inquilino se va a trabajar, el propietario se mete. Todo el mundo sabe que eso no se puede hacer, porque te comés un juicio de usurpación aun siendo propietario”, detalló la abogada.
“Graciela, por lo pronto, estaba preocupada por lo que se pudieran llevar o qué iban a hacer en ese departamento. Por lo tanto hizo la denuncia, llamamos al 911, se le dio intervención a la fiscalía y, por orden judicial, se resolvió que ni ella, ni la hija de Araujo pudieran entrar al departamento. El inmueble se selló, se fajó y ahora vamos a hacer las peticiones judiciales en el fuero civil, muy probablemente. Y yo el lunes me voy a reunir con mi clienta para hablar tranquilamente del caso, porque hoy fue muy estresante todo lo que vivió”, contó Gallego acerca de cómo va a seguir el caso.
“Por lo pronto, a Graciela lo que le importa es que Marcelo salga adelante, que estaba intubado mientras esto ocurría. Esa es la prioridad número uno″, dijo Gallego. “Antes de que él estuviera internado, era Graciela quien se ocupaba de llevarle los remedios y la comida a la casa. Después de 19 años, por más que vos te peleés, cosa que evidentemente pasaba y pasa en tantas parejas, cuando uno de los dos es una persona pública, ella lo quiso cuidar. Y cuando fue la policía, no quería escracharlo en todos los medios. Ella no instó la acción penal, llamó al 911 porque estaba atravesando una situación muy compleja y pidió ayuda a la policía. De hecho, el mismo policía que asistió el día en que ella llamó al 911 por la denuncia de violencia, fue el que hoy se apersonó al domicilio cuando yo llamé por la usurpación”, cerró Gallego para terminar de clarificar en torno a un caso con múltiples aristas.
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