A los 50 años, y a un mes de cambiar de radio y de equipo, Andy Kusnetzoff se prepara para un nueva temporada de PH, Podemos Hablar. El programa que se convirtió en un clásico del sábado por la noche de Telefé es el espacio en el que el periodista terminó de moldear el perfil de su madurez. Ese programa que desde su título, imperativo y participativo, le permite al conductor y a los entrevistados volantear por estados de ánimo, circunstancias y desafíos.
Hace un año a esta altura, Andy se preparaba para empezar con la cuarta temporada del ciclo. Saludarse con el codo era una costumbre europea, y acá la pandemia todavía era un espectáculo que se miraba por televisión. “Empecé un programa con seis invitados al punto de encuentro y al día siguiente ya fue con cuatro monitores”, sintetiza el conductor a Teleshow. En un principio se entusiasmó por el cambio, porque le permitía tener a figuras del otro lado del mundo, como Lali Espósito o Ángel Di María. Pero el entusiasmo se fue enfriando por su propio peso y el soberano bajó el pulgar. “La gente no compró, porque era todo virtual y no quería ver eso”.
Parte del programa pasó a producirse en función de las circunstancias. Hubo que perder en cercanía para ganar en presencialidad. Los invitados pasaron a ser cuatro, el estudio más grande y las pantallas moldearon una nueva sección del programa: la de los mensajes. “PH para mí no tenía tapes, y un día dije: ‘tengo estas pantallas, simulan una madera, ya que estoy meto cosas’; y el programa empezó a crecer. Estuvo bueno, fue mucho aprendizaje, y este año empiezo con ese entrenamiento”.
Anclado en la experiencia de todos estos años, pero siempre con alguna sorpresa bajo la manga, Andy empieza esta noche a las 22 la nueva temporada de PH. La lista de invitados refleja el espíritu del ciclo: el actor Leonardo Sbaraglia, la modelo y conductora Carolina Pampita Ardohain, el nutricionista Alberto Cormillot, la vedette Vicky Xipolitakis y el periodista Rodolfo Barili. Una oferta variada entre diferentes profesiones y recientes exposiciones mediáticas. Un adelanto que es casi lo único que va a revelar antes de que se abra el telón.
“Me gusta la sorpresa, hay una escenografía diferente, pasé de la maderita a algo tecno que está buenísimo y que va a ser funcional a determinadas cosas que van a pasar”, anticipa a medias el conductor. En cambio, desmiente es que los invitados vayan a cocinar en el piso. “No sé de donde salió eso. Lo que sí vamos a hacer es invitar a dos cocineros que hayan perdido el laburo en la pandemia para que colaboren con la comida”, adelanta con su espíritu solidario. “Con dos teléfonos no resolvés el problema, pero sirve para concientizar, empatizar con lo que sucede, y con lo que va a ser la post pandemia”.
—¿De cero a cien cuánto te involucras en el programa? ¿Noventa y nueve?
—Ya no. Al principio sí, cien. Después traté de involucrarme menos, porque me estresa mucho. Pensar en los invitados, buscar, convencer, tratamos de armar mucha previa con el muy buen equipo de producción que tenemos. Me gusta instalar las cosas que quiero hacer, porque hay contenido mucho emocional y psicológico, para que después que camine solo. Pero dejar de producir es imposible, PH es un programa muy de autor.
—¿Cómo viviste en lo profesional el año de la pandemia? Es un tiempo de emociones a flor de piel.
—Sí, por momentos hubo algunos desbordes, mucha locura, para muchos invitados fue su primer salida desde marzo que estaban encerrados. Para un programa de invitados, la pandemia fue muy mala. Es muy choto estar laburando, pero es difícil bajarse porque hay un montón de gente involucrada con el laburo, tratás de mantener a la gente. Por momentos me escribían en las redes “yo no puedo ver a mi vieja y vos comés en la tele con toda esa gente...”
—¿Cómo tomaste esas críticas?
—Me dolían, yo tampoco quería estar ahí, pero es laburo. Quizás de afuera parecía que estábamos difíciles de estar ahí, pero de hecho terminé contagiado con una neumonía. No fue fácil, la verdad, pero no juzgo a nadie, no conocíamos nada de lo que pasaba, ahora conocemos un poco más, pero hacer un programa así fue bravo. Por eso, siempre agradezco a todos los que vinieron porque permitió que el programa saliera adelante.
—Justamente por causa de la pandemia te tocó competir contra Juana Viale en vez de hacerlo con Mirtha Legrand. ¿Cambió en algo esto a la hora de pensar cada programa?
—Seguro que me siento generacionalmente más relacionado a Juana, pero a ella le tocó remplazar a su abuela en lo que es ese programa emblemático. No era “La noche de Juana Viale’', sino que ella venía a hacer una versión generacionalmente diferente de Mirtha. Pero la verdad, solamente te puedo decir que me mandó un saludo cuando me internaron, yo a Juana la conozco, vino a la radio, tengo una empatía... la señora es como la señora, la he cruzado. Pero con Juana ya la conozco más, era otra cosa. Los medios comparan los programas, pero nunca me comí esa.
PH comenzó en julio de 2017 como un proyecto de cuatro especiales en el que la grieta fuera un espacio a trascender. Según contó el propio Andy, una ferviente discusión política entre dos amigos suyos en un asado fue uno de los disparadores del ciclo que, no hace falta decir, se prolongó mucho más allá en el tiempo. Lo que sí fue perdiéndose fue el tinte político que marcó la agenda en el comienzo del ciclo y se fue diluyendo.
—¿Hay que pensar en un PH más politizado en un año electoral y pandémico?
—El tema de invitar a los políticos lo voy sintiendo en cada momento. Cuando empecé, es cierto que me encantaba, estaba muy polemizado el programa, quería tener uno de cada lado. Después fueron ganando lugar las historias, se hizo imbatible el programa dos años, el año pasado se mechó con la pandemia, volví a poner los políticos porque me pareció que la gente quería escuchar qué pensaban de todo esto. Es algo que voy sintiendo, y supongo que en un año electoral en algún momento va a aparecer.
—En aquella entrevista de hace un año manifestabas que tenías esperanzas en el gobierno de Alberto Fernández. ¿Las mantenés?
—Creo que es un momento muy complicado del mundo y creo que lo que sí se perdió, y me había gustado mucho en su momento, es esa foto de Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández. Es choto que se pierda porque era un buen lugar para empezar a construir algo desde el consenso, pensando distinto y más allá de que lo hagan público o no.
Hacia finales del año pasado, Andy puso fin a una etapa radial que marcó su vida. Después de 19 años en el aire de FM Metro, fue notificado que no iba a continuar en el medio. La tristeza, las dudas, la incertidumbre se transformaron en energía y adrenalina por un nuevo espacio. Urbana FM Play recibió al conductor, con equipo renovado y el desafío de hacer el nuevo viejo programa en un proceso permanente de transformación tecnológica.
—Te formaste en la radio de la vieja escuela y ahora estás en un espacio que apunta a la multiplataforma. ¿Cambia mucho a la hora de pensar el contenido?
—Le tenía mucho miedo, pero lo que tiene es que son cámaras robóticas, del estilo Gran Hermano. Están puestas ahí y vos no te das cuenta, el invitado no se da cuenta y está buenísimo porque no te sentís invadido y la gente lo ve increíble y lo disfruta, porque hay un equipo técnico espectacular, las luces son las de un programa de tele y se va montando todo multiplataforma a nivel televisivo pero que no te invada a lo que es la radio, entonces seguimos hablando como radio sin caer en la tentación de lo visual. Es un programa de radio que se televisa.
—¿Cómo te llevás con los 50? ¿Hablás mucho con tu vos joven, con aquel Andy irreverente de los comienzos en televisión?
—Yo me veo y me divierto. Los chicos de 17, 18 años me descubren por YouTube y me da gracia. Sí, fui yo, no lo niego, en algo que fue innovador para ese momento. Creo que lo que hago ahora es acorde a mi momento y está bueno desde lo que a mí me interesa, que es encontrar humanidad, emoción, entretener y desde ahí buscar cosas en común en las personas, puntos de encuentro. Ahora, si me preguntas si eso me sirvió, sí; cuando tengo que ser irreverente lo soy, porque tuve mucho entrenamiento y está bueno tener la herramientas para echar mano cuando quiera. El problema es cuando te come ese personaje y lo único que tenés es eso. Pero tengo mucha terapia, soy hijo de terapeutas, crecí, reflexioné.
—¿Cuál fue la estrategia para salir del personaje?
—Choqué un par de veces, la verdad. No fue fácil, en ese momento pasé de cero a cien a los 24 años; a entrevistar a Fidel Castro, a colarme en los Premios Oscar. Nadie me dio el formato, yo fui descubriendo a ese personaje y todo esto está en algún lugar, pero está bueno que no te domine eso. Por suerte a mí me pasó hace mucho y no tengo el problema que tienen muchos que es que se hacen conocidos de grandes, y se marean Yo ya pasé esa etapa, ya la choqué, ya crecí y la tengo del otro lado. Marearse de grande es más jodido, puede ser medio patético, estás con tus amigos, y te dicen “pará flaco, ¿quién sos?”. A los 25 no pasa nada: si sos medio boludo un rato, se puede arreglar.
SEGUIR LEYENDO: