Con un video y un hashtag, un grupo de grandes actores impulsó la consigna #DevuelvanAMimi. ¿De qué va la causa? Ellos lo cuentan. “Mimi tiene hoy tres años de edad. Desde que tenía un mes de vida fue acogida por una familia de abrigo”, detalla Natalia Oreiro, uruguaya pero ligada a nuestro país. “En estos tres años, quienes están a cargo del expediente judicial de Mimi jamás fueron a verla a su casa. No se ocuparon de ella. No la fueron a visitar. No le consiguieron una familia definitiva, que es su obligación”, agrega Facundo Arana, quien suele conmoverse con este tipo de historias.
Entonces Andrea Pietra, que bien sabe lo que es el camino de la adopción por experiencia propia, asegura: “El tiempo transcurrió. Y el poder del amor fluyó. Desde sus nueve meses Mimi les dice mamá y papá a Mariana y a Marcelo, que con sus otros hijos formaron un hogar de amor. Son una familia de guarda, como marca la ley, por seis meses, nadie puede discutir que después de tres años se convirtieron en su familia definitiva”. La sigue Eleonora Wexler, con énfasis: “El código civil y comercial de la Nación en su artículo 611 establece que las familias de acogimiento no pueden pedir la adopción del niño que cobijan. Claro que, según la ley, ese tiempo no puede ser mayor a seis meses. Acá pasaron tres años. Tres años”.
Y Jey Mammon agrega: “Por eso ese artículo no solo es inconstitucional, sino que además es inaplicable en el caso de Mimi”. E Inés Estévez, que al igual que Pietra también es madre gracias a la adopción, apunta: “Repito: tres años. No porque la familia de acogida lo resolvió así, sino por la desidia, el abandono y el desinterés de un juzgado de familia y de todo un equipo que se olvidó de cumplir con sus obligaciones”.
Florencia Raggi invita a la reflexión: “Ese no hacer. Ese actuar negligente. Ese abandono del juzgado hizo que durante tres años se creara un vínculo verdadero de familia. El querer regularizarse de golpe causó interés”. Y Nancy Dupláa agrega: “Pensando que se va a subsanar esta inexcusable incompetencia, en el lugar de la justicia que debió hacer el seguimiento para asignar un lugar nuevo a Mimi dentro de los seis meses de vida, deciden arrancársela de la familia, olvidándose de un principio universal que impone velar por el interés superior del niño”.
Los detalles sobre la familia los da Verónica Lozano: “Cuando Mariana y Marcelo pidieron la adopción, expoliaron a Mimi de sus brazos para dársela a extraños. Invocando esa prohibición fría de la ley no se hicieron cargo de las consecuencias que eso provocaba en el seno familiar”. Entonces Ricardo Darín, con su voz inconfundible y el tono que no claudica, agrega: “El daño que le están provocando a Mimi es irreparable. Es un doble abandono. Hay, mejor dicho, tienen que pensar en el interés superior de Mimi, que no entiende con quienes está ahora, en este preciso momento. Y porque no está en su casa, con su familia. A los que tuvo oportunidad real de elegir a lo largo de tres largos años, como padres y como hermanos”.
Finalmente, Pablo Echarri insta: “Hoy la sala E en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil tiene que resolver el caso de Mimi. No hay otra familia que haya cuidado a Mimi hasta el día de hoy”. Y David Masajnik apunta: “El amor no sabe de leyes”. Entonces Federico D’Elia agrega: “Recuerden, camaristas, el cuarto mandamiento de Couture: ‘Tu deber es luchar por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho y la justicia, lucha por la justicia”. Todo para que antes de que todos repitan “devuelvan a Mimi a su familia”, Mariana, la mamá –esa mujer que crió a la nena–, ruegue: “Por favor señores jueces: piedad, humanidad y justicia”.
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