“Siempre fui gordito. Llegué a ser hiper obeso. Empecé a ser diabético tipo 2. Llega un momento en el que todo se descontrola”, aseguró Cabito Massa Alcántara en charla con Gastón Pauls en Seres Libres por Crónica HD, el programa dónde el actor entrevista a personalidades dispuestas a ahondar en torno a sus adicciones.
Decidido a referirse la obesidad que lo llevó a pesar casi 200 kilos y necesitar hacerse una complicada operación de bypass gástrico en marzo del 2017, el comediante que durante años hizo radio con Matías Martin por Radio Metro, no evitó los detalles de una adicción que casi lo mata. Y cuando el conductor del ciclo le preguntó cuándo sintió que su obesidad se había desmadrado, aseguró: “No lo tengo tan claro. Fue paulatino. Como pasa en cualquier exceso de tu vida, hay una trampa en sí misma respecto a mañana tengo la chance de mejorar. ‘Mañana empiezo la dieta’, ‘mañana dejo la merca’, ‘mañana dejo de jugar’ o cualquier adicción que vos tengas”.
Además, habló de un punto que muy pocos tienen en cuenta y que sirve para repensar la gordofobia reinante en la Argentina: “El problema de la adicción a la comida, que hay distintos factores que hacen que una persona sea obesa o hiper obesa que tienen que ver con la información…. Quien es adicto al cigarrillo, un día deja el cigarrillo, rompe esa barrera y no fuma más. A la cocaína, lo mismo. El gordo, toda la vida tiene que seguir probándose a sí mismo porque toda la vida tiene que comer, porque de eso depende su vida. Es muy difícil”
Sobre su tiempo más duro, apunto: “Uno se acostumbra a convivir con el dolor. Lo naturalizás. Yo no me podía poner las medias. Cosas tan básicas como esas. De hacer veinte o treinta metros y que valgan la pena. Me agitaba. Tenía apneas. He llegado a dormir medio sentado. He llegado a pesar 198 kilos. La gente piensa que sos gordo porque no tenés fuerza de voluntad. Hoy por hoy, gordo es la única calificación que podés decir en televisión y no pasa nada”. Entonces recordó: “Me hice el bypass gástrico. Previo a la operación estuve 40 días sin ingerir alimentos. Solo gelatina y caldo”
Apelando a la empatía y con gran capacidad para atravesar los infiernos que sufren sus entrevistados, Gastón Pauls le preguntó por el lugar que ocupó el amor en su enfermedad. “Un adicto cae en la adicción por la falta de amor. Seguramente tenés un montón de gente que te ama profundamente. Pero vos no lo sentís. Y hay una búsqueda en la soledad del adicto. De sentirse juzgado. A diferencia de otras adicciones, vos no la podés ocultar. No sé si es mejor o peor. Pero estás siendo juzgado. Vos podés estar ‘duro’ en una comunión y que no se den cuenta, pero el gordo está comiendo una lechuga y tiene la mirada de reprobación encima de todo el mundo. El gordo sufre reprobación constante. Subís a un avión y ves las caritas de todos mirando ‘ojalá no se me siente al lado’. Es lo que vive en el día a día”.
También agrego observaciones sobre su momento más oscuro y solitario. “Me gusta mucho laburar. Y en ese momento estaba haciendo radio y hacía un unipersonal donde pesaba 198 kilos. Me arrastraba para llegar. Había encontrado yeites para poder sacarla adelante”, contó. “Veo fotos mías de antes y pienso que no soy yo. Es otra persona. Me recuerdo en momentos felices. Haciendo 16 funciones del Ateneo lleno. En la radio. Filmando películas, pero veo la foto y no veo el éxito. Es otro tipo. Veo tristeza”, aseguró.
“Fui y me operé solo y el riesgo lo tomé solo. Pero un montón de gente me acompañó. No me olvido de quienes estuvieron”, apuntó acerca de la cirugía que le salvó la vida, pero que no fue milagrosa y requirió de su tenacidad en la recuperación. “Bajaba de a diez kilos por mes. Ese proceso fue muy rápido. Dejé de comprarme ropa grande. Fue un tema elegir qué me quiero poner. Pero subestimé el aspecto psicológico”, contó Cabito.
¿Su presente? “Los gordos que me escriben por Instagram. A todos les contesto. Me pone contento. Cuando veo un gordo, no lo juzgo y no le digo: ‘Te tenés que operar’. Yo cuento mi experiencia y acompaño”. Además, decidido a dejar un mensaje, agregó: “Te operás la panza y no la cabeza. Yo tengo el estómago de un nene de tres años. Se puede. Si lo logré yo lo logra cualquiera. Puedo salir y que me pise un colectivo, pero no me voy a morir de gordo”.
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