Nacida a partir de los marginados, los segregados, los olvidados, la música country tuvo que luchar, como ninguna otra, por ganarse el respeto de todos. Aun hoy los prejuicios la asocian a esos primeros estereotipos de los que la música country ha sabido salir y volver a entrar a lo largo del siglo de historia que cuenta el documental Country Music (2019) dirigido por el gran documentalista Ken Burns. Pero quien mejor ha definido al género ha sido el compositor Harlan Howard. El resumió la música country con la siguiente frase: “Tres acordes y la verdad”. Allí está toda la simpleza y la honestidad del más norteamericano de los géneros musicales.
“La música country está llena de canciones sobre pequeñas y viejas cabañas de madera donde la gente nunca ha vivido y viejas iglesias de campo donde nadie ha concurrido. Habla de muchas personas que han sido olvidadas o sienten que han sido olvidadas. La esencia de la música country es la nostalgia”. Así lo explica Bill C. Malone, historiador especializado en música country. Él es el único académico que habla en la serie, los demás son músicos, productores y gente vinculada de alguna manera con la creación musical. Quien vea los primeros cinco minutos ya no podrá abandonar Country Music, porque la presentación es arrebatadora. Con la maestría habitual de Ken Burns, la presentación es impecable. Es la clase de documental entretenido que brinda mucha información todo el tiempo. A pesar de ser una serie extensa, queda claro que podría durar mucho más. Como en los otros documentales de Ken Burns, la narración es sencilla y clara. La voz en off del actor Peter Coyote va aportando información, los testimonios de los entrevistados no deben así cargar con el peso de hablar de historia.
Country Music ha sido calificado como el documental sobre música más ambicioso de todos los tiempos. Imposible saberlo porque para eso habría que haber visto la mayoría de lo que se ha realizado en la materia, pero sí queda muy claro que es una epopeya difícil de igualar. La realización llevó ocho años. Debido a la historia a las épocas que retrata, en esos ocho años algunos de lo entrevistados fallecieron pero su muy valioso testimonio es parte de la historia. El documental completo dura 16 horas y 30 minutos. La versión que está disponible en Film & Arts es de poco más de la mitad. Ambas versiones valen la pena, pero siempre se recomienda ver la completa para quienes puedan conseguirla. Si Country Music no es el documental más ambicioso en material musical, al menos se ve como si lo fuera. El material de archivo es algo que abruma y deslumbra a la vez.
Ken Burns ha dirigido muchos documentales que transcurren en el siglo XX y eso le ahorra una nueva búsqueda de imágenes de cada década. La música country ha sabido ser el reflejo de la historia de los Estados Unidos también. Pero quien esté atento, entenderá que muestra los cambios del siglo en general. Tan completa es la narración que uno siente que no hay nada que haya quedado afuera. Por supuesto que no es así pero conseguir ese efecto es parte del talento del director.
Cada capítulo narra momentos claves de la historia musical, política y social. Entender la música country es para mucho la forma de disfrutarla. Pero aun sin saber todo lo que la rodea, la belleza de las canciones deberían hablar por sí mismas. Quien nunca se acercó a este género comprenderá lo importante que fue para muchas personas y la profundidad de sus narraciones simples. La música country es, tal vez más que cualquier otra, un gigantesco caudal de historias. Pero tanto ha tenido que luchar para ser tomada en serio que basta recordar que recién se la llamó oficialmente country music en el año 1962. Antes de eso tuvo muchas denominaciones y variaciones, muchas de ellas al borde del insulto o el menosprecio.
Pero a su vez, cada uno de los artistas que aparece es una historia en sí misma. Desde la legendaria Familia Carter, creadores del máximo himno de la música country, “Can the Circle Be Unbroken (By and By)”, que merecen una miniserie completa sobre sus vidas y las generaciones que siguieron sosteniendo el legado de su arte. Las duras vidas de Jimmie Rodgers y de Hank Williams, The Hillbilly Shakespeare. Ellos recorrieron caminos semejantes a los que escuchaban sus canciones, por eso la conexión es tan auténtica entre los artistas y los músicos. Un artista del jazz indiscutible como Charlie Parker les decía a sus músicos de jazz que despreciaban el country: “Escuchen las historias”. De eso se trata, de los mejores contadores de historias.
También Nashville, la ciudad del country, aparece de manera central y centro de todo el movimiento. Y The Grand Ole Opry House, el templo de la música country, el lugar desde donde los conciertos llegaban a todo el país y volvió lugar de peregrinación. La lista de músicos e historias parece inagotable y el documental intenta abarcar todo lo que puede. Los expertos y los fans notarán omisiones o algunas simplificaciones, en particular en el episodio final, el más cercano al fin de siglo.
Roy Acuff, Bill Monroe y Maybelle Carter son tres artistas que unen las viejas generaciones con las modernas. Sus largas trayectorias son lo que mantiene a la música country en los momentos más difíciles de la transición generacional. Dentro de la larga lista aparece también la máxima comediante de Nashville, Minnie Pearl, una leyenda imprescindible dentro de la historia. Algunos pasan y se van, como es el caso de Elvis Presley, cuya carrera tomó otros rumbos. Pero en la misma generación está Johnny Cash, un músico que le abrió las puertas a todos los géneros, pero siempre se mantuvo como un gigante del country. El documental le dedica mucho espacio a él, así como también su vínculo con June Carter, su hija Rosanne y su trabajo con otros músicos.
El ritmo enloquecedor de Bob Wills, los cowboys cantantes como Gene Autry y Roy Rogers, Little Jimmy Dickens, Kitty Wells, George Jones, Brenda Lee y la lista no termina. Más historias con Patsy Cline, otra leyenda del country, Ray Price, Loretta Lynn, Tammy Wynette. También hay un gran espacio para Merle Haggard, Kris Kristofferson y Willie Nelson, artistas que uno creía conocer, pero redescubre en el documental. Y por supuesto la inimitable Dolly Parton y la gran Emylou Harris, ambas piezas claves, cada una a su manera, para el recorrido del género.
El montaje con el que cierra todo muestra que la música country ha mutado, ha ido y ha vuelto y sigue tan viva como hace cien años. No todos los géneros pueden decir lo mismo. El círculo no se ha roto y aunque el documental sea tan extenso, al final resulta corto. Tres acordes y la verdad, la simpleza y la perfección de un género tan popular como inagotable. Las verdades esenciales de la vida, la experiencia del dolor y la pérdida, el amor y el desamor. Nadie puede quedarse afuera de estas historias. Ken Burns nos abre las puertas para enamorarnos del género. Su trabajo es exhaustivo, riguroso, divertido y sorprendente, pero además es un sólido y convincente a todos aquellos que construyeron ese mural gigantesco que hoy llamamos música country.
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