Pamela David con la motivadora Karim Temple: “Las redes sociales son un pizarrón donde las personas vomitan toda su frustración”

En una nueva emisión de su ciclo de entrevistas PamLive, la conductora conversó con la motivadora, autora e ilustradora sobre cómo alcanzar el bienestar personal aun en plena pandemia

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Pamela David con Karim Temple, en PamLive

Con una paz que traspasa la pantalla, la ilustradora, autora y motivadora del bienestar personal Karim Temple nos invita a navegar por nuestras emociones y la búsqueda consciente de la calma emocional. El año pasado atravesó unos de los procesos más difíciles de su vida: luchar contra el cáncer. Hoy es una mujer resiliente que cuenta su historia y comparte sus mensajes de luz, conectándose a diario con más de 600 mil personas en Instagram para ayudarlas y acompañarlas con sus mensajes de amor propio, voluntad y reflexión. Porque cambiar hábitos y agradecer es la llave que abre todas las puertas. No es una cuestión de moda, es algo que debes hacer vos mismo para sanar y poder realizar estos cambios trascendentales, según cuenta en esta entrevista de Pamela David para su ciclo PamLive.

—Cuando estamos viviendo todos momentos de incertidumbre, ¿se puede encontrar la calma?

—Se puede. Se requiere de mucha fortaleza y fuerza interior, y además, disciplina. De ser muy consciente de la situación que está pasando. De ser cada vez más selectivos de eso que consumimos. De qué consumimos para mantener la calma. Es muy importante. Y pasa por un proceso que a mí me está tocando muy de cerca que tiene que ver con la aceptación. Por ejemplo, el año pasado a mí me ha tocado duro, particularmente: dos operaciones para el cáncer, la pandemia, todo el año de tratamiento para el cáncer, y terminado el tratamiento, aún seguimos en pandemia y encerrados. Además de que el proceso personal no solo ha tenido que ver con aprender a ser paciente conmigo, con mis tiempos y con lo que está pasando afuera. En la mente van corriendo dos procesos: el interno y la realidad que está aconteciendo. Luego, en este proceso en el cual tú te replanteas la vida y cómo hacemos uso de las cosas que tenemos, qué es lo importante verdaderamente y qué es lo que no, decidí empezar a eliminar. Y en ese proceso, no para ser minimalista sino para entender lo que verdaderamente necesito o me hace falta para estar bien, he tenido que aprender muchas cosas. He tenido que aprender a mirar cosas y decir: “De verdad esto no lo necesito para vivir o para estar bien”. Y he empezado incluso a hacer cambios tan trascendentales que tienen que ver, por ejemplo, con mudarme de casa: de más a menos. Todo eso a raíz de la pandemia y a raíz de pensar que si nosotros no estamos en nuestra vida en circunstancias que te llaman la atención, como es verte afectado por una enfermedad, tú no te replanteas. Como seres humanos, nos cuesta mucho replantearnos, y si lo hacemos, lo hacemos durante el periodo difícil, durante la dificultad. Pero una vez que salimos de la dificultad, volvemos a nuestro viejo hábito.

—¿A qué se debe que cuesta tanto salir de la zona de confort?

—Porque somos criaturas de hábitos y romper con eso es muy fuerte porque te tira de nuevo, te trae de nuevo. Tienes que tener mucha fuerza, mucha disciplina, mucha constancia, para cortar y decir: “No, esto no es lo que quiero para mí, esto no es lo que me hace feliz”. También hacer los pases con eso que te calme y acaricie el alma. Por ejemplo, hay algo que yo no estoy dispuesta a ceder: mi café de la mañana. Es mi momento en el cual digo que hay un nuevo día, que estoy agradecida… Conecta con muchas cosas.

—¿El primer paso es la disciplina o eliminar todo eso que no necesitamos?

El primer paso es la intención. Todo lo que acompaña tu intención. Si tu intención es auténtica, se conecta con tus valores, con lo que te hace bien, con lo que tienes claridad que es lo que quieres para ti, entonces ese sería el primer paso. El segundo paso es cuando tú te planteas la capacidad que tienes para llevar a cabo ese cambio y romper con ese hábito. Es como lo hace Alcohólicos Anónimos: un día a la vez, un paso a la vez. Si te pones una meta muy dura, estricta y rígida al comienzo, hay muchas probabilidades de que vayas a fracasar. El esfuerzo es demasiado grande para el hábito que has mantenido durante tantos años. Si ves que todo el mundo toma jugo verde por las mañanas piensas que tú tienes que hacerlo, porque si todo el mundo lo hace parece que está bien. Pero tú tienes que tener la convicción de que ese hábito es para ti porque no todas las cosas son para todos. Hay que entender lo siguiente: yo no voy a sacrificar mi café de las mañanas por nada, porque es mi gran satisfacción del día. Tomar mi café nunca me caería mal porque la relación que tengo con ese elemento en particular es demasiado bondadoso conmigo misma y para mí. Lo que quiero decir es que es tan importante que uno sea consciente de que ese hábito lo vas a cambiar por ti y para ti, no porque está de moda o para complacer al otro.

—¿Crees que la adversidad nos pueden llegar a servir para dar ese salto a una mejor vida?

—Empecé con esto hace más de 20 años pero precisamente porque me dio un accidente cerebrovascular que hizo replantearme mi vida a mis 24 años. Vivía estresada, me tomaba las cosas muy enserio, era muy perfeccionista, no me permitía sacar una mala nota. Esa vida tan estresada, tan exigente conmigo misma, fue el primer golpe que recibí. O cambias y te replanteas empezar a practicar esta calma, o mi vida podría ser una serie de eventos desastrosos, que no quiere decir victimizarse, ¿pero de qué me sirve esa actitud? No me sirve de nada, no me lleva a ningún lado. Entonces, cuando de repente mis amigas me han visto transitar toda la enfermedad sin parar, constantemente creando, trabajando, y me decían “tienes que parar”, les comentaba que cuando estoy en ese proceso creativo estoy muy cerca de Dios y para sanarme necesito estar muy cerca de Dios. Es la creatividad lo que te saca de un lugar donde puedes regodearte en el victimismo, en la ansiedad, para estar en otro que te alimenta, que te llena, que te pone la mente en otro lugar para que puedas sanar a través de ello.

—¿El agradecer es parte de tener consciencia?

—Es fundamental. Es la llave que abre todas las puertas. Agradecer lo mucho, lo poco, lo que es y lo que no fue, todo incluido. Más allá de que tú compartas esa visión que se ha vuelto cliché que el tiempo de Dios es perfecto, va más allá de eso.

—¿No hay un plan perfecto?

—Creo que sí. Pero también creo que hay alguien arriba que mueve las cuerdas. Además creo que tenemos tanta libertad de hacer que hay que tener cuidado de no modificar el plan, para bien o para mal. Tenemos la libertad de que ese plan corra suave o que ese plan se estanque y nunca llegue a ser cumplido.

—¿A qué se debe que haya tanta toxicidad?

—A la acumulación de frustración y al no poder aceptar tu vida como es cuando te comparas, cuando empiezas a ver en las redes sociales la vida que no se parece en nada a la tuya. Las redes sociales son un pizarrón para volcar las grandes frustraciones. El respeto por tu individualidad, por tu trabajo, por lo que haces, guste o no guste a una persona, porque nosotros no tenemos por qué gustarle a todo el mundo, ha hecho que las redes sociales sean un pizarrón donde las personas vomitan toda su frustración. Es todo lo que no pueden quizás expresar desde su incomodidad, y la ponen en el otro porque es más fácil.

—Las redes sociales tienen una energía oscura, son muy agresivas. A algunas personas les debe hacer daño eso.

—En diciembre subí un post donde decía que el amor no se necesita porque todo el tiempo tu puedes ser abrazado por ti mismo y una persona me dijo: “Eso lo dices tú porque tienes tu vida perfecta, con tus hijos y tu marido al lado…”. Yo estaba recién operada, mi marido estaba en Medio Oriente, mi hijo estaba en otra ciudad, yo estaba completamente sola en casa; me dolió completamente, como dices tú. Yo me preguntaba: “¿Por qué asumes una realidad que no conoces? No tiene nada que ver conmigo lo que estás opinando”. Sin embargo, no entra en esa ida y vuelta.

—“En lo que enfocas tu energía es lo que crece”. ¿Cómo funciona esta frase?

—Donde tú pones tu atención, la energía sigue. Donde pones la energía, por consecuencia allí va. ¿Pero cómo es esa energía? Porque puedes poner tu atención en lo malo y ahí se mueve la energía. Si pones atención en lo bueno allí va la energía. Si tú tienes eso presente, si eres muy consciente de eso, ahí es cuando empiezas a ver las sincronías de la vida. Lo digo porque lo he vivido. Sé que donde pones tu energía, allí va. Donde tú cultivas esa relación nuevamente de integridad contigo misma. Muchas personas hablan de la honestidad, que siempre digo que tiene un valor increíble, pero la integridad es la honestidad contigo mismo y, en consecuencia, proyectas honestidad en tus relaciones y entorno. Primero pregúntate: “¿Cuál es mi intención? ¿Tengo una relación integra conmigo? ¿Cuál es la energía que me estoy transmitiendo?”.

—¿Cómo se hace con esos pensamientos o entornos negativos que aparecen?

—Con los pensamientos, lo primero que tenemos que entender es que la mente hace eso. Produce pensamientos positivos, negativos y al azar. Tenemos que tener presente el reconocimiento de que ese pensamiento a mí no me agrada. El que te atormenta, el que es ansioso, el que es negativo. Cuando te haces consciente de que ese pensamiento a ti no te agrada y le pones nombre, “Este pensamiento no me agrada”, o cuando dices: “Este pensamiento es mío”, te adueñas de lo que estás pensando. Un truco para la mente es decir: “Este pensamiento no me gusta, no me corresponde”, y te conectas con una actividad. Por ejemplo, tienes un pensamiento negativo en este momento, cortas y haces otra cosa. La mente hay que educarla para que ella pierda ese enganche con lo negativo y busque. Mientras más hagas este ejercicio constante, no batallar, porque cuando nosotros batallamos una resistencia que hace persista ese pensamiento, y dices: “Este pensamiento la verdad es que no me agrada”, y cambia y te pones a hacer otra cosa, pones música o lavas la vajilla, o algo que te saque de esa cadena de pensamientos, la práctica se hará constante. Y otra cosa más: cuando te hagas de ese pensamiento y lo traigas a tu mente como un pensamiento que no te agrada, no lo etiquetes. No es un pensamiento que te hace daño, es un pensamiento que no te agrada, no te promueve bienestar, y lo sueltas. Porque cuando te enganches en este proceso donde los pensamientos te atormentan, lo que haces es alimentar esa cadena. No lo juzgo, no lo etiqueto; simplemente no me hace bien. Para sentirte mejor, cambias lo que estás haciendo, te mueves y empiezas a alejarte de ese pensamiento. Es una práctica constante de mindfulness que te permite ir limpiando, vaciando. La función de la mente es crear pensamiento; pero yo tengo el control, ella no.

—¿Qué hacemos cuando llegan momentos o situaciones en las que tenemos miedo, estamos paralizados?

—Ahí entramos en la zona de confort y las ideas que te vas a decir para no salir. Tú te vas a convencer, porque esa es otra función: la mente no va a querer que salgas de tu zona de confort. Te va a decir: “Tú no puedes salir de aquí. ¿Cómo harás para mantenerte? ¿Para qué vas a salir de ahí?”. Te va a contar historias, te va a convencer de que lo mejor es quedarte donde estás. Pero en realidad es un mecanismo de defensa de querer evitarte el dolor porque la mente quiere evitar cualquier dolor. Para eso se hace de mecanismo. Pero cuando sabes que son funciones de tu mente, que quiere evitar que sufras, y para evitar que sufras te cuenta historias, entiendes y dices: “Ah, sí, mi mente me está contando historias, no todo lo que me dices es cierto”. Y empezar a verte tú como una persona que está ansiosa por una situación, una persona que no está cómoda con la situación, que está sufriendo... Cuando empiezas a entender eso como tu realidad y entiendes que tú quieres estar bien, y estar bien aunque duela, tienes que salir de ahí. Ahí es cuando la ayuda terapéutica juega un buen rol porque si tú entiendes esta realidad, y entiendes que la mente te juega la pasada, es cuando otro que vea el panorama desde afuera te pueda dar luz para ayudarte a que puedas salir porque a veces estamos metidos hasta acá y es muy difícil. Cuando te encuentres sufriendo tanto que entiendas que esa no es la vida que elijes vivir, entonces es cuando nosotros tenemos que buscar ayuda.

—Tenemos una consulta de una chica que dice que siempre deja todo para después y no concluye ningún plan. ¿Cuál es la técnica para evitarlo?

—Nosotros somos cíclicos: tenemos periodos donde somos eficientes, periodos donde somos más flojitos, periodos de actividad, más o menos actividad. Pero si ese es tu constante, necesitas ayuda. Una de mis clientas me dijo: “Yo no logro concluir ninguna actividad, soy un desastre, mi vida es caótica”. Y le pregunté: “¿Cuál es la percepción que tienes de ti? ¿Te consideras una persona ordenada?”. Y la vi blanca como un papel, como si le hubiera dicho algo horrible, y me dijo: “La verdad es que no”. En su casa, sus padres nunca le daban ninguna actividad que tuviera que asumir responsabilidad y esa realización de entender que se creyó la historia de niña y que no pudo ser capaz de cambiarla y que la sigue arrastrando hasta el día de hoy, con un minuto de realización cambió su percepción de sí misma por otra que le brinde bienestar, que la apoya en sus objetivos. El hecho de saber que tenía una historia mal contada en su cabeza, le va a permitir ser una persona ordenada y que pueda concluir sus cosas.

—¿Cuál es el mensaje o palabras para personas que están realmente muy mal?

—La palabra es una sola: quiérete. Porque cuando nosotros nos frustramos desde afuera es porque algo nos falta adentro. Nuestra autoestima está baja. Es porque no recibimos amor de ningún lado. Y como no nos sentimos llenos, volcamos hacia afuera eso que nos falta a nosotros y queremos que los otros se sientan así de mal, como internamente se siente esa persona. Cuando tú te quieres y respetas, lo que le vas a dar al otro es respeto. Aunque no compartamos nuestras ideas, aunque nuestras opiniones sean opuestas, yo voy a respetar la tuya, voy a entenderte como persona. Si yo no siento empatía por mí, por la persona que yo soy, no puedo brindársela al otro, no puedo ser compasivo con el otro, pero creo que es lo que nos falta: mirarnos, querernos. Por qué yo voy a escribir en tu muro cosas horribles y voy a manifestar toda mi frustración cuando puedo entender que no tiene sentido. Si te quieres y te respetas, sin duda se lo vas a dar al otro.

—Si el Universo nos está esperando con planes perfectos. ¿Qué esperamos nosotros para que se concrete?

—Primero quiero decir que la pandemia nos ha enseñado muchísimo a ver eso, a ver cómo respetas incluso la salud del otro cuando nos tenemos que quedar guardados en casa, no solo para protegernos a nosotros sino también a los demás. Me cuido, te cuido, me cuidas; eso es lo que ha pasado. En cuanto a abrirte a un mundo de posibilidades infinitas, te voy a dar un ejemplo de las cosas que pueden pasar y de los lugares en los que podemos estar. Yo tengo múltiples proyectos andando al mismo tiempo pero en la pandemia empecé a darme cuenta de que en el supermercado había personas que dejaban sus muebles en las veredas y yo pensaba: “¿Por qué lo hacen?”. Es porque las tiendas de caridad donde puedes donar están cerradas por el confinamiento, y pensaba yo que había un potencial en esas cosas y las empecé a recolectar y a transformarlas y venderlas, a pesar de estar haciendo mil cosas. Lo cuento porque en el mundo hay oportunidades pero tienes que saber dónde agarrarlas, dónde tenerlas. Tienes que estar abierto a hacerlo porque otra persona puede pasar por al lado y decir: “Esto es basura”, y ya. Pero otra persona pasa y dice: “Aquí hay una oportunidad”.

—¿Hay algún ejercicio para estar receptivos a estos sincronismos?

—Empieza todo de adentro hacia afuera, poniendo orden desde adentro. Tienes que creer en eso, tener certeza, confianza. Lo que nos pasa es que tenemos fe en el poder de los desastres y poca fe en los milagros. El creer, la fe, son decisiones muy personales. “Yo quiero creer, yo elijo creer”. En un mundo completamente convulsionado, tomar la decisión de pensar que es un mundo que está sanando.

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