“Si alguien dijera que soy un actor no estaría faltando a la verdad, pero me estaría limitando la posibilidad de hacer cosas que me gustan mucho”, lamenta Boy Olmi, que prefiere no encasillarse ni limitarse a una definición de una sola palabra. “Dirijo, produzco, escribo, genero muchas cosas vinculadas con lo artístico, algunas profesionalmente y otras no tanto”, explica en esta entrevista con Teleshow.
Olmi fue parte de uno de los programas más exitosos de la televisión argentina en 2020, el reality de Telefé que volvió a reunir a la familia frente al televisor. “Lo que pasó con Masterchef (Celebrity) tiene que ver con que la cocina es algo que simbólicamente está muy alojado en todos nosotros”, reflexiona. “La comida y hablar de la comida, el compartir recetas, resonaba en un lugar muy profundo de nuestro inconsciente”, agrega Olmi, y cuenta que recibió toda clase de propuestas relacionadas al universo culinario.
No obstante, el actor se sumó a un nuevo proyecto de El Nueve, junto a Teté Coustarot. La hora exacta es un programa de entretenimientos en donde los participantes serán desafiados a trivias de información general. El estreno es este lunes a las 22, y su flamante conductor lo espera con ansias.
—¿Cómo viene esa dupla con Teté? ¿La están pasando bien?
—¡Súper! Nos conocemos hace muchos años, nos tenemos mucho cariño y amigos comunes. Existe una confianza construida con muchos años de vincularnos, pero nunca hemos trabajado juntos más que una vez en la conducción de un evento. Estoy seguro de que va a estar muy bien porque Teté es muy respetuosa y yo también, con respecto a lo que trae el otro. En estas duplas se trata de que cada uno ponga lo mejor de sí, que salga la mejor parte de cada uno. Somos muy distintos pero muy complementarios. Hay una mejor parte de cada uno que está dispuesta y deseando salir a la cancha, en este momento.
—¿Qué podemos saber de La hora exacta?
—Es un programa de entretenimientos que parte de la información general a partir justamente de la aparición de archivos, la mayor parte audiovisuales pero también gráficos, sonoros, audios, imágenes, fotografías, de cosas que nos han pasado como sociedad en todas las décadas y todos los tiempos anteriores. Algunas son muy cercanas y muy referidas a nuestro micro mundo argentino, del deporte, de la televisión, de la cultura, del espectáculo. Otras tienen que ver con la humanidad y con eventos que han marcado la historia del mundo: las guerras, los encuentros, los movimientos, los viajes. Es decir que la temática es tremendamente abierta.
—Enorme: tenés desde cuestiones vinculadas al espectáculo, a la historia, a la política, a los eventos que cambiaron a la humanidad.
—Sí, tiene algo de trivia en ese sentido. Va a haber cuatro participantes por programa, y van a ir eliminándose en cada bloque unos a otros hasta que finalmente el concursante o el participante que llega al final de ese día habiendo eliminando a los otros con sus conocimientos generales accede a un informe, a un recuerdo, a un hecho sobre el cual versan las últimas preguntas y el objetivo es que recuerde, que descubra o que deduzca en qué momento de la historia ocurrió eso. Cuando decimos en qué momento de la historia empezamos por la década, seguimos por el año, arribamos a la fecha, y finalmente intentamos llegar a la hora exacta.
—El año pasado Masterchef trajo ese fenómeno de años atrás de juntar a la familia frente a la tele. En este nuevo proyecto imagino a la familia participando desde la casa.
—La necesidad de estar tan juntos y de unirse con lo esencial, agradecer a lo esencial que son nuestros afectos, nuestra gente más preciada. Por un lado, nos encontraba en nuestras propias casas. Ahora que estamos empezando a salir un poco, queda ese remanente de seguir valorando lo importante. Lo que pasó con Masterchef, que fue un fenómeno de comunicación muy importante, tiene que ver con que la cocina es algo que simbólicamente está muy alojado en todos nosotros. La comida, y hablar de la comida, el compartir las recetas, resonaba en un lugar muy profundo de nuestro inconsciente. Eso es parte del éxito que tuvo el año pasado cuando inauguramos esta serie de algo que, más que de cocina, trataba de las emociones de los participantes.
—Pensé que se venía el restaurante.
—Me han propuesto toda clase de cosas, desde productos gastronómicos orgánicos, conversaciones en torno a la mesa; no descarto nada. Lo que pasa es que La hora exacta va a ocupar muchísimo de mi tiempo central en este momento y no creo que haya demasiado lugar para muchas cosas. Pero sí, tengo propuestas vinculadas a la gastronomía que me divierten. Siempre me gustó mucho la comida y la cocina.
—Hay algo de tu trayectoria marcado por la versatilidad. ¿Te reconocés como una persona multifacética, por llamarlo de alguna manera?
—Los encasillamientos, que tienen que ver con definirnos con una sola palabra, a veces nos limitan. Si alguien dijera que soy un actor, no estaría faltando a la verdad pero me estaría limitando la posibilidad de hacer cosas que me gusta mucho hacer y que no tienen que ver con mi rol de actor. Dirijo, produzco, escribo, genero muchas cosas vinculadas con lo artístico, algunas profesionalmente y otras no tanto. Me encanta sacar fotografías, dibujar, cocinar, hacer vida en la naturaleza. Cosas que me han llevado a adoptar un rol muy comprometido en la comunicación respecto al nuevo paradigma donde la humanidad debería corregir el rumbo que venimos desviando hace tiempo en función del bienestar y de la felicidad de todos. Hay un deterioro tremendo del aparato social, una diferencia entre ricos y pobres alarmante, inmoral, violenta. Genera mucho dolor en el mundo entero. Hay mucho daño en nuestra casa, la tierra que habitamos, los otros seres vivos que merecen vivir tanto como nosotros, los animales y las plantas. Nos defino como seres humanos en convivencia con otras especies y eso nos da la libertad de poder encontrarnos cada día donde nos toque estar.
—Hay una búsqueda constante ahí.
—La búsqueda es en la que estamos todos los seres humanos, tratando de ser mejores, tratando de crecer, de no quedarnos en un punto estático y estanco de nuestra vida, sino de acompañar los tiempos y las cosas que nos van pasando. Todo se va moviendo. Hay un proverbio oriental que dice: “En la vida lo único permanente es el cambio”. Las cosas se van moviendo como se mueven las estrellas, el agua, el cielo. Todo está en movimiento y nosotros somos parte. Por lo cual, estar aferrados a un solo muelle, a una sola manera de interpretar las cosas, nos genera mucho dolor. Estoy muy abierto.
—Es un momento muy difícil el que estamos atravesando y te encuentra con mucho trabajo. Al inicio de la pandemia, junto a Carola Reyna, estaban armando una propuesta teatral juntos, después vino Masterchef y ahora tu programa propio. Dentro de todo, uno es un afortunado.
—Bendigo toda la acción que genera el trabajo, la acción creativa, el moverse, salir a caminar ahora que podemos. En esa acción hay algo que se descubre de uno mismo y de la propia evolución. El haber podido trabajar este año con Masterchef, haciendo teatro desde casa, produciendo un ciclo de entrevistas, dando clases. Hice mucha actividad porque estar solo con mi mujer y mi perro en casa era nuestro refugio, pero al mismo tiempo generaba mucha necesidad.
—Es un montón. ¿Cuántos rompecabezas podemos hacer?
—Lógico. Entonces, había que cuidar esa intimidad saliendo a través del Zoom. Muchos de los encuentros llamados virtuales pasaron a ser reales porque son los encuentros de este momento. Este año tuvimos cumpleaños, despedidas, celebraciones, hasta comidas con gente a la distancia que se transformaron en nuestra posibilidad real de comunicarnos. La tecnología tiene tantas cosas maravillosas como utilidad y tantas cosas peligrosas como la adicción. Debe ser usada como una herramienta muy valiosa para todo aquello que nos pueda dar y no debe confundirnos haciéndonos creer que esto va a reemplazar el mirarnos a los ojos de verdad. Mientras tanto, cuando hoy estamos a la distancia y cuando esta es la herramienta que tenemos, bienvenida toda la tecnología que nos permite hacer cosas increíbles. Hacer teatro este año, desde la cocina de mi casa con mi mujer, y poder comunicarnos con gente que no solo estaba en Buenos Aires o en Argentina sino en otras partes del mundo... Todos a la misma hora participando de ese ritual sagrado que es el teatro aunque, en este caso, era una exploración, un experimento.
—Fueron un mimo al alma las posibilidades que encontraron los artistas.
—La cultura y el arte han acompañado la historia de todos los pueblos, en todos los tiempos, en todos los procesos. No ha habido guerra o crisis económica que haya detenido a los poetas, a los pintores, a los bailarines. Las emociones de los pueblos están procesadas a través del arte, las canciones, los escritos, la fotografía, los bailes. Eso es algo que nos va a acompañar. Después, cómo le encontramos a eso la forma económica es el rompecabezas difícil de resolver. En momentos de crisis es algo que se resiente naturalmente, pero siempre estará ahí. Es un alimento para el alma.
—¿Tenés ganas de vacunarte cuando se pueda?
—Sí, tengo muchas ganas de vacunarme. He escuchado todas las versiones más increíblemente contradictorias sobre tantas cosas a lo largo de todo este año... Pero en este momento, frente a las dudas que también tenemos, creo que tenemos que vacunarnos. Tenemos que cuidarnos, por nosotros y por los otros. Estoy esperando que me llegue la oportunidad de vacunarme, sí.
—Carola dijo en una entrevista que no dejás que nadie toque las cosas que tenés en la mesita de luz. ¿Esto es así?
—Es parcialmente cierto. Soy una persona muy ordenada para poder funcionar en el desorden o en el exceso o en la barroca relación con los objetos y las cosas que tengo. Tengo muchas cosas, uso muchas cosas, manipulo muchas cosas. Necesito talleres ambulantes para funcionar donde hay lápices, pinturas, elementos electrónicos, juguetes.
—¿Sos un poco acumulador de objetos?
—Eh, bueno... Tengo un poco de tendencia. Aunque la cuarentena ayudó a desprenderse de lo viejo para encontrar lo nuevo. Lo recomiendo. A lo que se refería Carola tiene que ver con que yo sé muy bien dónde están las cosas en medio de mi propio lío. Entonces, si alguien me las desordena, me pongo muy reclamador de dónde quedó tal cosa que yo la había dejado en tal lado y no la puedo encontrar. Cada uno tiene sus espacios: por grandes o pequeñas que sean las casas, todos tenemos espacios más públicos y más privados. Así como la mesa de la cocina es un espacio público, la mesa de luz es un espacio privado. Ahí cada uno trata de manejar su propio diseño.
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