Antes de regresar dos septenios, es necesario dar otro salto temporal -esta vez de 29 años- para describir lo que ocurrió aquella noche. Porque el 18 de julio de 1992, frente a los cientos de miles que se acercaron hasta una 9 de Julio que hizo las veces de un campo colosal, Luis Alberto Spinetta se aprestaba a cantar “Seguir viviendo sin tu amor” cuando presentó a “tres amigos”, como él mismo los definió. Y entonces, a ese escenario del festival “Rock de Corazones Solidarios” subió un Fito Páez que estaba en la cúspide de su carrera con El amor después del amor, el que terminaría siendo el disco más vendido de la historia. Pero también apareció Zeta Bosio con su bajo, y un muchacho con su guitarra: un tal Gustavo Cerati. Cumbre de grandes.
Quiso el destino -y la admiración profunda- que 15 años más tarde, el 10 de marzo de 2007, Cerati brindara un recital como solista (en el cierre de la campaña del Gobierno porteño Verano 07) en la intersección de Figueroa Alcorta y Pampa, a la vera de los lagos de Palermo. El despliegue técnico incluyó cuatro pantallas enormes: un par ubicadas al costado del escenario, otra en una plaza y la siguiente sobre el cruce de las avenidas.
Secundado por una banda que se respaldaba en el virtuosismo de Richard Coleman, Cerati abrió el espectáculo con “Artefacto”, para continuar con “Pulsar” y seguir en “La excepción”, tres temas de su reconocido trabajo “Ahí vamos”. Luego, el creador de Soda Stereo repasó algunas canciones del célebre grupo que había conformado con Charly Alberti y el propio Zeta, en días en que el regreso del trío a los estadios parecía un anhelo inalcanzable: “Juegos de Seducción”, “Nuestra fe” y “Prófugos” encendió la melancolía de los presentes, en cuya memoria colectiva resonaba aquel “Gracias... ¡totales!” pronunciado una década atrás.
Pero los 200 mil espectadores -y varios más...- desataron una ovación que estremeció a toda Buenos Aires cuando el cantante presentó al Flaco Spinetta, quien esta vez se convertía en el invitado. Juntos, Gustavo y Luis Alberto, interpretaron “Té para tres” y “Bajan”.
Al concluir el espectáculo, y previendo los próximos pasos de una gira que lo llevaría a Córdoba, Salta y Tucumán, para más tarde viajar a Paraguay, Cerati se mostraba tan eufórico como feliz: “Creo que fue el mejor show de mi vida”, decía, destacando la performance de sus músicos y la pasión de la multitud que lo acompañó, pero también, y sobre todo, la presencia de Spinetta. Esa noche el cantante no podría conciliar el sueño, apresado en “un estado de flotación” por una “energía” que le llevó muchas horas “bajar”. Había sido un recital histórico. Cerati ya lo sabía.
Dos años y medio más tarde, el 4 de diciembre de 2009, el Flaco daría un espectáculo de cinco horas con las agrupaciones que lo acompañaron a lo largo de una carrera prolífica, y con muchos invitados, como Charly García. También Cerati. Esa noche, ante 40 mil personas que disfrutaron en el estadio de Vélez del show Spinetta y Las Bandas Eternas, Gustavo y Luis Alberto volvieron a interpretar aquellas dos canciones: “Té para tres” y “Bajan”.
Al concluir, Cerati se sacó de encima la guitarra para ir a darle un abrazo a Spinetta. “Si hay un sueño cumplido es este. ¡Disfrutalo, Luis! ¡Gracias!”, le dijo. “Con Gus fue un sueño: tenerlo en el show es una instancia emocional límite”, diría después quien fuera el líder de Almendra. Porque esa vez era él quien caía en la cuenta del recital histórico. Al fin de cuentas, tan solo uno más, de los que ya no tendremos...
Porque con ellos, el rock nacional brilló como nunca antes. Porque sin ellos, el rock nacional comenzaría a ser otro.
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