A principios de febrero, la denuncia de la pastelera Trinidad Benedetti contra el reconocido chef Pablo Massey generó un efecto cascada en el ambiente. De inmediato, decenas de voces -algunas anónimas y otras conocidas en el mundo artístico y también en el gastronómico- le dieron sustento a sus palabras, destapando así una caja de Pandora que va mucho más allá de este caso puntual. Tiene que ver con una forma de manejarse en la cocina a la que las mujeres hoy dicen, a viva voz: ¡Basta!.
Una de esas voces fue la de Narda Lepes, una de las chefs más reconocidas del país, que empatizó con la joven con un posteo en su Instagram. “Muchas pasamos por situaciones incómodas en algún trabajo, algunas más graves y violentas que otras”, comenzó en su cuenta de Instagram, y siguió: “Es necesario –y urgente– crear un sistema de comunicación claro en las cocinas y restaurantes que establezca límites y vías seguras, para poder contar lo que nos pasa. Si sos gastronómico ayudá a tus compañeras, porque el silencio también es cómplice”. Entre los miles de avales de su posteo estuvo el del reconocido chef Germán Martitegui, popular más allá del ambiente gastronómico por su trabajo como jurado en Masterchef Celebrity.
Pasó poco más de un mes y Narda volvió a hablar sobre el tema. Lo hizo con Catalina Dlugi en Agarrate Catalina (La Once Diez) y profundizó sobre algunas de esas situaciones incómodas que había mencionado en su posteo. “Me tocaron el culo mil veces, te apoyan, te encierran en la cámara”, relató la cocinera, que enfatizó en casos de maltrato psicológico y laboral: “Lo peor es que no te escuchen, que el crédito de tu idea se lo lleve otro, que no te den espacio para crecer. Hay mucho que hacer en ese sentido”, analizó.
Durante su relato, Lepes contó un hecho personal que ratifica la lógica machista que siempre reinó en el ambiente gastronómico. “Como soy un poco bestia para hablar, me decían ‘Narda es un pibe más’, y en su momento me parecía copado, era como que me sentía parte del club”, señaló la cocinera y relató cómo lo ve desde la actualidad. “No estaba bueno, pero cuando era más chica no me daba cuenta de eso. Me gustaba que me acepten. Ahora lo veo y no lo quiero”.
“Estaban despreciando tu género”, intervino la conductora, pero Narda respondió que en aquel entonces su lógica de pensamiento era otra: “Todas las maneras que tenemos ahora, por lo menos hace veinte años no eran accesibles. En ese momento no lo pensaba así, no tenía las herramientas”, continuó la cocinera que rechazó la comparación con el acoso masculino. “Cuando el miedo es parte de la ecuación cambia y para las mujeres en muchos casos es así. Yo te mando a la mierda hoy y hace 25 años, pero porque me criaron así, para responder. Cuando una chica tiene una personalidad mas retraída, ahí la ecuación es desproporcionada”.
Lepes, que fue elegida como la mejor chef de América Latina, adelantó que los cocineros están empezando a organizarse para evitar que estas situaciones se repitan. En su local, por ejemplo, agrandó los espacios en la cocina para evitar el roce. “Hay que plantear una serie de normas para que los equipos de trabajo estén advertidos y una mujer que sufre este tipo de situaciones no tenga que irse de donde trabaja. Lo importante es no llegar a ese punto”, cerró.
Hace unas semanas, otra cocinera mediática, Felicitas Pizarro, se manifestó en términos similares a los de Lepes. También en diálogo con Dlugi, la jurado de El gran premio de la cocina (El Trece) señaló que “en las cocinas el machismo está en ebullición constante, tal vez en el último tiempo ha ido aminorando también depende mucho de la mujer, de cómo te plantes en la cocina.
Felicitas admitió que dentro del ambiente gastronómico se sigue referenciando a la mujer como el sexo débil. “Para llegar a hacer los platos principales o los fuegos, la mujer tenía que demostrar que se la iba a bancar mucho más que los hombres”, comparó, y recordó una experiencia en un restaurant: “No sé si llamarlo acoso, pero sí sentir ese bullying por ser mujer: en un trabajo había un parrillero que no me dejaba estar en la parrilla, yo quería acceder a aprender de él y escuchaba que por detrás mío decía, ‘ésta acá no dura ni una semana’... comentarios así, y yo me iba a mi casa angustiada”, detalló.
Luego de la denuncia de Trinidad, otra de las voces que se sumó fue la de Valu Ramallo, pastelera y conductora de Cucinare, por El Trece. “Sufrí un montón de cosas en las cocinas”, dijo, en diálogo con Teleshow. Tras aclarar que no trabajó ni conoce a Pablo Massey, consideró que el gastronómico es un ámbito donde “siempre existieron chistes machistas y con doble sentido”.
“Trabajé siempre con muchos hombres: tenés buena relación, pero tenés que bancarte un comentario de tu pollera o jean apretado. Era incómodo y normal, a todas las mujeres se los hacían: chistes feos y sexistas que te hacen sentir incómoda”, agregó Ramallo, quien, al igual que Lepes y Pizarro, no apunta puntualmente contra Massey ni contra su lugar de trabajo, sino que reflejan una situación general que pide a gritos un cambio urgente.
SEGUIR LEYENDO: