El verano asomaba como un oasis entre tanta desocupación para la industria de los espectáculos musicales en vivo. Los productores, los artistas y sus diferentes equipos de trabajo pensaron burbujas, protocolos, afinaron el lápiz a la hora de ponerle precio a las entradas y copiaron modelos para encontrarle la vuelta a la supervivencia en este presente de pandemia. Pero el otoño ya está por asomar y los meses de calor no fueron mucho mejores: la crisis para el sector de la música en directo sigue latente.
Desde la Asociación Civil de Mánagers Musicales Argentinos (ACMMA) lanzaron la campaña “Salvemos la música en vivo. Y a sus trabajadores”, recalcando que “durante el 2020 la principal fuente de ingresos que componen la industria de la música en vivo en Argentina se ha visto completamente parada”. No se está hablando solo de grandes estrellas con espalda para soportar la que venga, sino de miles y miles de familias que no encuentran la manera de sostenerse económicamente.
De acuerdo a un comunicado emitido el organismo, esta semana “la reciente reactivación tiene muy poca sustentabilidad para sostener a todos los integrantes de su cadena de valor”. Lo que se hizo no alcanzó. Ana Poluyán, vicepresidenta de ACMMA y mánager de Los Pericos y Miranda!, aclara que desde el Estado les prestaron atención: “Al ser una asociación que está constituida hace más de cuatro años ya tenía todos los links y lazos comunicacionales con los entes gubernamentales y hemos sido escuchados mucho, hemos tenido reuniones permanentemente con todos los entes del gobierno”. Pese a esto, los resultados no fueron los mejores.
—¿Se conoce la cifra de los desocupados que hay en la actualidad en la industria de los espectáculos en vivo?
—Con respecto a las cifras quiero ser muy concreta y lo que quiero citar es el informe del SINCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), que indica que la actividad de los shows en vivo está en una baja del 81%, lo que significa que estamos al 19% con respecto a los datos de la actividad.
—¿Qué ayudas recibieron por parte del Gobierno?
—El Ministerio de Cultura lanzó un plan de becas que se dieron en dos oportunidades, únicas, de 15 mil y otra de 30 mil pesos para los trabajadores que se anotaron. No es que fueron continuadas, sino que fueron unas becas puntuales que dieron en ese sentido, y por supuesto que ayudaron con los ATP (Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción para empleadores y trabajadores afectados por la emergencia sanitaria) hasta noviembre, porque quienes tenían trabajadores registrados se vieron beneficiados en ese aspecto. Incluso con las listas positivas que armó el Ministerio de Cultura para la canalización más certera de los ATP.
—Se viene haciendo shows desde noviembre. ¿Qué recepción tuvieron por parte del público?
—Los recitales están teniendo en primera instancia un nivel de seguridad muy alto y es importante que el público lo sepa. Sin embargo, las asistencias de público en general no fueron espectaculares, excepto en algunos casos. Incluso en aforos reducidos no se están pudiendo llenar las salas por la situación económica general y creo que también por el miedo que tiene la gente respecto de la asistencia a recitales que es lo que queremos destruir, porque estos protocolos con los que se está trabajando los hacen absolutamente seguros. Es muy importante marcar que estos shows de aforo reducido, cómo se están moviendo las taquillas, no son en absoluto rentables porque los costos de producción siguen siendo los mismos que antes, sobre todo al aire libre y en espacios grandes.
—¿Qué soluciones posibles se proponen desde ACMMA?
—La música en vivo necesita equipararse con las demás actividades culturales a nivel apoyos gubernamentales y estructuras impositivas para poder subsistir. Hoy en día la estructura de costos e impuestos hace que este negocio no sea más rentable.
—Esta misma situación de crisis económica en el sector de los shows en vivo se está repitiendo en Estados Unidos y Europa: se suspenden festivales, los aforos son mínimos. ¿Hay algún modelo exitoso para copiar?
—Sin lugar a dudas, las particularidades de la pandemia afectan a esta industria en todo el mundo y los ejemplos a seguir son los de los estados más presentes. En algunos países europeos, como en Alemania, hubo ayudas importantes para todos los sectores económicos, incluidos los que tienen que ver con la industria del entretenimiento. Cabe destacar que la industria del entretenimiento en países avanzados tiene otra espalda, otro backup, y que manejan otros números porque los mercados mainstream son los que nos bajan la cultura a todo el resto del mundo y en esas dimensiones más grandes, sus números son por supuesto mucho más rentables.
En busca de alternativas
Clara Siancha, productora y manager de Coti, quien también forma parte de ACMMA, confirma que estuvieron trabajando de forma coordinada con el Ministerio de Cultura de la Nación- “Celebramos desde un primer momento su restitución, pues había bajado a rango de Secretaría durante el Gobierno anterior”, destaca Siancha. El diálogo fue una constante entre los actores del sector y el Estado, pero las ayudas siguen siendo deficientes. “Los subsidios a los músicos individuales, a las salas independientes, a técnicos o prensas, o seguridad en forma también individual, particulares, no genera la retroalimentación a toda la industria que sí generaría apoyar la realización de distintos festivales presenciales, semipresenciales o hasta virtuales, donde se daría trabajo a artistas, la locomotora, que llevan a sus equipos de músicos, técnicos, escenógrafos, cámaras, organización, prensa, etcétera, los vagones del tren de la música”, detalla Siancha.
—¿Por qué se habla de una precariedad anterior a este momento crítico?
—Se arrastra una deuda histórica con el sector. No existe el respaldo ni el marco legal para que las relaciones de trabajo se den de una manera formal. Durante la pandemia eso quedó expuesto: la falta de registro por parte del Estado de la cantidad de gente trabajando en el sector, los puestos de trabajo, lo que se factura, etcétera. Durante el gobierno de Macri hubo una primera intención de continuar progresivamente con el reconocimiento de Industria Cultural, que había establecido la creación del Ministerio de Cultura. Con el correr del tiempo ese trabajo se fue diluyendo, el ministerio pasó a secretaría, empezó a carecer de presupuesto y la promesa de trabajar en equiparar los impuestos de la industria de la música a los del teatro, el cine o el libro, desaparecieron. Todo esto sumado a la desastrosa situación de devaluación que vivió el país durante los últimos años.
—¿Qué salidas se barajan?
—Estamos atravesando una crisis sin precedentes, pero además con la complejidad de que los locales comerciales que lograron no fundirse volvieron a abrir y a trabajar a un buen nivel de su capacidad, la música en vivo no lo pudo hacer en absoluto. Necesitamos políticas concretas del Estado, no becas o fomentos individuales, sino apoyos a nivel industrial para reactivar toda la cadena de valor. En su momento presentamos una propuesta para realizar una importante cantidad de conciertos atendiendo las medidas sanitarias necesarias, para el cual se le pedía apoyo al Estado, pero no tuvimos una respuesta positiva.
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