En plena promoción de Parte de mí, un disco que le permite atravesar el territorio latinoamericano, Soledad Pastorutti, que para todos es simplemente la Sole, dio una entrevista exclusiva a la icónica revista Vogue, de México. La chica que nació en Arequito, Santa Fe, que con 16 años ganó el premio Revelación y Consagración del Festival de Cosquín, cambió para siempre el folklore argentino y –revoleo de poncho de por medio– trascendió fronteras hace ya 25 años, ahora posó con looks del exquisito diseñador Pablo Ramírez.
“El folklore no era música de nuestras edades, y estoy superorgullosa de lo que logró esa nena cuando se subió a ese escenario. No me lo puedo creer, me emociono porque siento que llegué a una meta muy interesante en mi carrera, que no es final, porque todavía no logré sacar mi mejor disco ni ofrecer mejor concierto o lo que quiero lograr con la música de raíz sudamericana hacia Latinoamérica. Todavía estoy en esa búsqueda, aunque cada vez más parada en un lugar un poco más firme”, aseguró a la revista Vogue la cantante, que está casada desde 2007 con Jeremías Audoglio y tiene dos hijas, Antonia (10) y Regina (7).
En relación con aquella búsqueda de una identidad musical, en la nota que compartió su representante, Vicky Roa, Sole reflexionó: “Nunca dejé el folklore, lo sigo haciendo en este álbum, con ‘Volverás’, ‘Sigo siendo yo’, en ‘Cómo duele’. Lo que pasa es que, para mucha gente del folklore, muchos de los que nacimos en los 90 le quitamos su estructura musical. La chacarera que se llama doble son tres estrofas y un estribillo que tiene la misma métrica, con la misma separación musical; tiene una coreografía”. Entonces detalló: “Por supuesto que para ese público quizá yo ya no haga folklore, porque lo que ellos esperan es esa estructura. Pero para mí el folklore es un sentimiento que va más allá del género. Es una elección de vida. Soy una persona de familia, de los pies descalzos en la tierra, y eso es para mí es el folklore. Es vida. Necesita ser actual, parte de lo que somos. Ese es el gran reto del folklore como género si quiere seguir subsistiendo”.
Además, recordó las críticas que sufrió en este sentido. “Me pasó con mi cuarto disco (Yo sí quiero a mi país). Fui a grabar a Miami bajo la producción de Emilio Estefan. Se dijo “cómo Soledad tan argentina se va a Miami”. Pero la música tiene su centro más importante en Miami, el que no trabaja desde ahí la tiene mucho más difícil. La sociedad ha cambiado, y yo también he tenido que correrme un poco de la estructura más rígida por una cuestión de supervivencia artística”, contó a Vogue Latinoamérica, en una nota que se publica acompañada de una producción de fotos impactante.
Y agregó: “Estoy convencida de que no estaría donde estoy si siguiera haciendo lo mismo que cuando aparecí. Soy inquieta. A mí no me van a atar nunca. Me parece –incluso– una falta de respeto a las oportunidades que se me dan como artista. Mi sueño es hacerme grande en la escena musical, poder decirle a artistas como Alejandro Sanz, Marc Anthony: “Vénganse a mi país. Vamos a cantar juntos una zamba, una chacarera, una canción de Horacio Guarany”. Pero, a veces, para llegar a ese lugar, hay que surfear la ola’. Si yo hiciera estrictamente folklore, no tendría lugar en la radio”.
En el plano más personal, la artista le contó a Vogue una experiencia vivida hace poco, durante la víspera de cumplir 40 años. “Cuando intenté mirar demasiado al resto me frustré y no hice las cosas bien. Yo vivo a mi ritmo, no al de los demás. A los 39 no me respondía la voz, todo lo pujante que fui se me apagó en pocos meses. Hice terapia. Descubrí que no me había valorado lo suficiente, era miedo. Estaba convencida de que quería dar un paso más allá, pero no sabía si podía lograrlo. Fue difícil ubicarme en un mapa tan femenino, porque siempre fui una mujer aguerrida. Nadie me frenó. Sentí que para las guerreras de hoy yo era como una persona que había quedado en otra época, también por el género musical. Estoy recuperando mi seguridad”, contó la cantante de 40 años.
“Desde chiquita siempre quise caerle bien a todo el mundo, cuando el cantar pasó por lo estético me sentí, en un momento, la pueblerina. La niña del interior que llegó a tener éxito se dio cuenta de que había gente que la miraba como un bicho raro. Hasta que un amigo me empezó a ayudar y ahora disfruto de las entregas de premios, del juego; de darme cuenta de que no porque un día me ponga un tacón alto y vestido voy a dejar de la Sole”, agregó Soledad, una artista que nunca se alejó de sus raíces.
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