El Dipy siempre quiso saber porqué le decían El Dipy. “Me lo puso el tío de un amigo del barrio cuando yo era muy chico”, anticipa el músico de 43 años. “En su momento no se me ocurrió preguntarle porqué”, agrega el hijo único de Nilce y Cacho, que en Gualeguaychú, Entre Ríos, creció en La Tablada, partido de La Matanza y se mudó varias veces. “En la adolescencia quise indagar, pero volvía poco a mi primer barrio. Es que mi amigo Sebastián había fallecido y me ponía muy triste. Pero un día me animé y fui a buscar a su tío para sacarme la duda. No tuve suerte: también había muerto. Desde entonces sigo con la duda: ¿porqué me dicen El Dipy?”, le relata Adrián Martínez a Teleshow. Y su apodo, ese que no tiene explicación, remite a un pibe que conquistó el mundo de la cumbia hace más de una década y que ahora lo trascendió. Porque gracias a sus denuncias en Twitter y a sus comentarios en televisión, hoy su apodo molesta e incomoda a políticos y funcionarios de la esfera local.
“Mis viejos llegaron de Entre Ríos con una mano atrás y otra adelante. Vinieron a buscar un futuro, pero se dieron cuenta que acá tampoco había futuro. Vivimos de prestado y en la calle, pero siempre hicieron todo para que yo la pasara bien. Tengo admiración por mis padres”, apunta el músico. “Mi viejo empezó a hacer changas y pegó un laburo en una fábrica de faros para coches, en San Justo, en la calle Kennedy. Después la hizo entrar a mi mamá. Se turnaban para cuidarme. Con el tiempo se compraron un terrenito dónde ahora tienen su casa. La fueron armando muy de a poco… Y cuando más o menos se acomodaron, pusieron una despensa. Laburaron mucho. Porque tener un super de barrio es muy esclavizante. Tenés que estar todo el día en el mostrador, pero además ir a comprar al mayorista, ver a proveedores y cargar mercadería… Yo crecí viendo la cultura del trabajo”, reflexiona El Dipy.
—Siempre decís que valorás el ejemplo que te dieron tus padres.
—Totalmente. Cuando nosotros éramos jóvenes había un pantalón de jean marca Motoroil. El que no lo tenía era un gil. Me acuerdo que fui a decirle mi papá: ‘Necesito comprarme un jean Motoroil. ‘Mirá, che. ¡Qué bien!’, me contestó. ‘¿Ves allá en la esquina? El vecino está levantando la casa. Andá, ayúdalo y después hablamos’, me dijo. Un mes me tuvo laburando ahí. Mojaba los ladrillos.
—¿Cuántos años tenías?
—Habré tenido 12, 13.
—¿Ibas a la escuela?
—Sí, primaria. Yo no hice secundario porque tuve que salir a laburar. Porque cuando cuesta un montón en casa, por más que seas chico… Quise ayudarme a mi y ayudar a mis viejos... Pero ellos nunca aceptaron mi plata.
—¿Te compraste el jean?
—Me lo compró mi papá. ‘No te van a pagar a vos. Me va a pagar a mi. Y yo te lo voy a comprar’. Y así fue. Entonces sentí que no había nada más lindo que ganarte lo tuyo.
—¿Cuándo y cómo entró la música en tu vida?
—Cuando tenía 14 años. Me habían invitado a una matineé, Galaxy, en San Justo. Quedé fascinado con la cabina del DJ. Después fui a Moon, en Ramos Mejía. Pagaba la entrada solo para sentarme a ver cómo pasaban música. ¡Cero minas! No me gustaba bailar. Pasaron tres meses y Billi, el DJ, me preguntó si estaba ahí sólo para ver lo que hacía él. ¡Imaginate lo que fue para mi que me hablara el DJ! Le dije que sí y me contestó: ‘Vení que te enseño’. Así empecé.
—Porqué alguien te dio una oportunidad… ¡Qué importante!
—Siempre existe la oportunidad, pero te tenés que esforzar para encontrarla. No estás en tu casa, rascándote las bolas, y te van a golpear la puerta: ‘Vení. Soy tu oportunidad’. A medida que vas pensando qué querés en tu vida, empiezan a aparecer. No es el Universo. ¡Sos vos! Yo soy devoto del Gauchito Gil. Siempre me acompañó, pero las cosas me las gané yo. Ahora siento que a mi viejo le debo el estudio. Este año seguramente termine el secundario. ¡Me lo debo a mi, en realidad! Estoy averiguando dónde. A veces cuando veo a mis hijos… El más chico tiene 4 años y el más grande tiene 16... pienso que en algún momento les voy a decir: ‘Vos tenés que estudiar’. Y me van a contestar: ‘Pero vos no estudiaste’. Me lo van a recriminar. Y no quiero.
—¿Me equivoco si digo que tu música tiene algo de contenido político?
—No es político. Quizá social. A principios del 2020 hice Dame tu mano y es uno de los primeros temas inclusivos de cumbia. Una chica con una chica y un chico –que es futbolista– con una chico… A veces puede ser difícil vivir en un barrio y decir que sos homosexual. No toda la gente es copada con esto.
—Y si vamos a tus tuits sí tienen contenido político. ¿Siempre quisiste decir algo en este sentido o fue medio de casualidad?
—Creo que lo peor que le pudo pasar a este gobierno, como le podría haber pasado a Macri o a cualquiera, es que nos tuvieron casi nueve meses sentados frente televisión y con el celular en la mano mirando las cagadas que se mandaban. Entonces, un día yo estaba con mis dos hijos en mi casa frente a la tele y dije: ‘¿Esta gente va a hacer esto con mis hijos?’ Me quiero ir de este mundo y que mis hijos tengan un laburo, una carrera y puedan salir adelante. Así no se puede. Me enojé. Al principio, la gente no entendía, pero después hubo una explosión con lo que yo decía. Sentí miedo. Soy simplemente un ciudadano común y corriente.
—¿Dónde vivís ahora?
—Me vine a Capital Federal porque mi ex mujer es de acá, pero viví 35 años en La Matanza. Sigo acá porque quiero estar cerca de mi hijo más chico. Dos o tres veces por semana voy a lo de mi vieja. Y alquilo, por supuesto. Me cuesta pagar el alquiler. Muchos piensan que porque uno está en la tele es millonario. ¡Nada que ver! Por eso no entiendo que haya gente que defienda a políticos ricos que son culpables de su pobreza. El fanático de un partido político es como el cornudo enamorado. Vas, le mostrás la foto o las pruebas y no te creen. Una cosa es ser seguidor de una ideología política, pero otra es no ver la realidad.
—¿Alguna vez te ilusionó alguien?
—Estoy muy descreído. Desde el 83 hasta hoy, cuando ganan todos dicen lo mismo: ‘Nos dejaron un país en ruinas’. ‘¿No sabías? ¿Para qué te postulaste?’, pienso. Cuando están en la oposición tienen toda la solución y cuando están en el gobierno, ninguna. Pero no es algo exclusivo de este gobierno. Es de este, del que pasó, del que va a venir… Todos tienen una excusa.
—Si te llaman para hacer música, ¿aceptás?
—No.
—¿Con nadie?
—No mezclo la música con la política. La música es una cosa. Mi trabajo, mi pensamiento o lo que yo opine, otra. No soy Copani.
—Y si te llaman para hacer política…
—Me han llamado, pero no estoy preparado.
—¿Tenés miedo de que te usen? Sos un músico popular que tiene llegada.
—No… Es que no estoy preparado para aguantar esta presión hoy. Fíjate que solamente opinando es muy difícil.
—¿Y qué soñás si hablamos de laburo?
—Ya cumplí mis sueños. Mi tema sonó en el vestuario del París Saint Germain, en el Bayer Munich… Artistas re grosos escuchan mi música. Además, ahora me viene muy bien trabajar en Radio Rivadavia. Me dieron una oportunidad y la estoy pasando joya. Es una experiencia hermosa. ¡Como hablar con un amigo! Estoy a la 1 de la madrugada y triplicamos la audiencia que teníamos. Uso la misma silla de Baby (Etchecopar), Feinmann (Eduardo), Hanglin (Rolando), Nelson (Castro), Leto (Roberto). Ya habrán nuevas metas. Lo que me pasa y no me gusta, es que cuando las cumplo, no lo disfruto. Será por el miedo a volver a pasar las necesidades que pasé de chico… El miedo a quedarme estancado.
—¿Cuánto te preocupa el dinero?
—Me preocupa lo necesario. Millonarios queremos ser todos. ¡Faltan inversionistas!
—No todo el mundo quiere ser millonario. Hay gente que está más atrás de la guita que otra…
—Yo no ando desesperado atrás de la guita. Me encantaría tener plata para la casa propia. Tengo un auto del 2013... Pero si querés salir adelante el ‘ojalá’ no existe. Es mentira. Es ponerte todo el tiempo una pared para no cumplirlo. Te voy a contar algo de cuando estuve en Showmatch. Marcelo, El Chato y todos los de Canal 13 no tenían ni la más puta idea de quién era yo. Un tiempo antes, estaba sentado en mi casa con mi ex pareja, y pasaron a propaganda que anunciaba la vuelta de Showmatch. Entonces dije: ‘El año que viene estoy ahí’. Y así fue.
—¿Lo disfrutaste?
—No.
—¿Por qué no sabían quien eras vos?
—No, porque me lo tomé como una competencia. Y no lo es. Es una competencia más el circo, más el show, más las peleas. Es un reality. Y yo me ponía mal. Me acuerdo que para que Polino me pusiera un seis tenía que bailar… ¡No sé…! Como Hernán Piquín.
—¿Pero no sabías a lo que ibas?
—Sí, pero cuando estás ahí es otra cosa. Marcelo y la producción me ha tratado muy bien. El problema es detrás de escena donde pasan cosas con el resto de los participantes. Todos llevan y traen.
—¿Quiénes, por ejemplo?
—No te voy a decir. Pero no aguanté la injusticia. Fue mucha exposición. Y eso que sabés que cuando entrás a un programa de esos te empiezan a sacar mugre por acá y por allá. Pero yo no tengo mugre.
—¿No?
—Sí cagadas, como cualquier persona. Pero mugre, mugre, ¡no! Sino con todo lo que estoy hablando ya me la hubieran sacado. El otro día un periodista me dijo que era raro que todavía no me habían hecho un carpetazo. Es que no hay nada para carpetear.
—¿Te preocupa quedar pegado a la política y dejar de ser considerado un artista?
—Me queda grande esa palabra.
—¿Artista? ¿Por qué?
—Artistas son otras personas.
—¿Y qué sos entonces? Definite.
—Soy un pibe que hizo lo que pudo en su vida. Que decidió cantar música tropical y que le fue bien porque se esforzó. Porque se lo ganó y porque buscó los caminos que tenía que buscar, y golpeó las puertas que tenía que golpear. Pero artistas son otras personas. Que se yo… Quizá lo soy, pero no me siento así.
—Pero un artista es alguien con sensibilidad que sabe interpretar los sentimientos de una sociedad…
—Sí, pero me siento uno más. Es mi laburo y me divierte. No es estar cargando bolsas en el puerto. Esos son verdaderos artistas. Artífices de su vida. Yo admiro a esa gente que quiere que a sus hijos no les falte nada.
—¿Estás soltero? (Estuvo ocho años en pareja con la vedette Mariana Diarco, madre de su segundo hijo)
—Sí, soy soltero. (Hace un juego de palabra con la letra de su canción)
—¿Te gustaría enamorarte?
—No. Estuve en una relación mucho tiempo. Me costaría conocer a alguien y volver a empezar. A esta edad hay cosas que no me bancaría, como que me controlen el horario. No quiero nada. Ni compromiso, ni nada. Quiero es estar en mi casa, con mis hijos.
—Pero ¿ni siquiera te interesa salir con mujeres?
—Hoy no. Te lo juro por mis hijos. Quiero estar conmigo mismo. Quizá más adelante, ¡obvio! Es algo biológico, ¡pero hoy no! Pienso más en mi próxima carrera de Top Race Junior.
—Contame eso. ¿Te hace feliz el automovilismo?
—Es el único momento en el que realmente soy yo. Más que con la música. Soy fanático de los autos desde que soy chiquito. El papá de mi amigo que falleció nos llevaba a ver TC cuando yo tenía 9 años. Nos colábamos en el Gálvez. Miro carreras de todas las categorías. Me siento, me pongo el buzo y soy yo: Adrián. La música, en cambio, es mi laburo.
—Antes de pelear en redes sociales y por los medios con Pablo Echarri, ¿te gustaba lo que hacía?
—El desvío y muchas películas me han gustado. Quizá no me gustó como actuó en telenovelas, pero porque quizá no lo entiendo... Como actor no puedo decirle nada. Sí le cuestiono cosas de su ideología.
—Piensan distinto, simplemente.
—Sí, pero en algún momento tenés que ver la realidad. No podés sentarte en un programa de televisión y decir que aunque sean corruptos los vas a votar igual. Eso me hace ruido. Además creo que a él también le sirve pelearse conmigo. Si no, ni siquiera me escribe. Hasta el año pasado ni sabía que yo existía. ¡Y está bien!
—¿Lo mismo con Diego Brancatelli?
—Lo mismo. Me cuesta creer que realmente crean lo que están diciendo… Algunos me dicen que soy funcional al macrismo, pero yo lo critico mucho. Al que se manda una cagada, lo voy a putear.
—¿Por dónde pasa tu motivación personal en el corto plazo?
—Me quiero comprar una casa. No importa si es chiquita o grande. Está tan difícil hoy... Voy perdiendo esa ilusión todos los días. Y me pone mal. No es la casa para que viva yo solamente. Es la casa que le va a quedar a mis hijos. ¿Qué les estoy dejando? Nada. Acá quitan la posibilidad de crecer. Todo el tiempo te quitan la posibilidad… Y si te vas, ganan ellos… Los políticos, los que manejan este país. Y a mi no me gusta perder a nada.
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