“Menem era un hombre que disfrutaba el poder”, esta afirmación corresponde a Eduardo Duhalde, que no solo fue su compañero de fórmula sino uno de sus hombres más cercanos. Es que el ex Presidente no solo disfrutaba del poder también de las oportunidades que le brindaba. Con un carisma innegable y una autoestima fabulosa, ese hombre que creció en un pueblo pequeño y desconocido supo codearse con las grandes personalidades mundiales.
A todos los subyugó con su personalidad e incluso cuando los límites entre lo banal y lo profundo, lo superficial y lo trascendental se desdibujaban, él lograba salir no solo indemne sino generando hasta cierta envidia. Es que en los 90 gran cantidad de argentinos querían ser un poco como ese Presidente que recibía a los Rolling, cenaba con Madonna, le estrechaba la mano a Michael Jackson, pasaba un rato con Lady Di, bailaba con una odalisca y contaba chistes sin despeinarse ni perder su sonrisa.
El encuentro con la “reina de los corazones” fue el 23 de noviembre de 1995 cuando luego de contar en la televisión británica que su matrimonio había sido una farsa, Lady Di viajó a la Argentina. Fue una visita relámpago y entre sus múltiples actividades figuraba ser recibida por Menem en Olivos. El Presidente estaba con su hija Zulemita, quien rememoró ese momento con Infobae.
“Compartimos un almuerzo con ella, yo era chica. Se notaba que tenía muchísima personalidad pero emanaba una profunda tristeza. Me llamó la atención su altura, su elegancia pero a su vez transmitía algo muy angelical”. Zulemita recordó una anécdota tan humana como impactante: “En un momento vio una foto de mi hermano Carlitos. Cuando supo su historia le dijo a mi papá: “debe haber sido una buena persona. Dios siempre se lleva a los buenos antes”. Las fotos de ese momento muestran a un Menem mucho más bajo que la princesa y que sin embargo, intercambia miradas cómplices, alejadas del protocolo.
El encuentro con los Rolling se convirtió en histórico, no solo por la llegada de una de las bandas más importantes del planeta sino porque Menem los recibió vestido con un traje amarillo crema que precisaba de una gran personalidad para lucirlo.
Menem no conocía nada de rock, pero los británicos acababan de vender 300 mil entradas para sus recitales y el riojano estaba en plena campaña. El viernes 10 de febrero de 1995 los recibió en Olivos y aunque su dominio del idioma del inglés era nulo, apenas los vio les largó un “Follow me”. Hubo risas, complicidad y el menú que marcaba la época: pizza con champagne y vinos de la bodega familiar del mandatario. Sobre el final del encuentro, Menem les regaló habanos que según les contó “Son los que me manda mi amigo Fidel Castro”.
Su carisma fue tal, que al término del encuentro Jagger aseguró que “Quienes gobiernan bien merecen la chance de una reelección”, haciendo las delicias de cualquier jefe de campaña.
Como suele ocurrir, la historia con The Rolling Stones no terminó aquí. En mayo de 1996, Ron Wood volvió a Buenos Aires para promocionar sus pinturas y pidió una audiencia presidencial.
Como relató Juan Bautista Yofré, en Infobae la entrevista se realizó esta vez en el despacho de la Casa de Gobierno con la ayuda de la eficiente traductora Ana Braun. Luego de los saludos, Ron Wood abrió la conversación:
-Presidente, el año pasado vine a la Argentina y cuando lo visitamos usted nos regaló una caja de habanos cubanos a cada uno de nosotros. Le vengo a decir que mi caja se terminó.
Menem, sabía manejar los tiempos como pocos y estalló en una carcajada. Miró a su edecán y le dijo: “Traiga unos habanos para los muchachos”. Luego continuaron conversando y Wood le explicó sobre su viaje y sus obras y le regaló una. Al poco rato apareció el edecán con varias cajas. Una sobre otra.
En 1996 otra megaestrella estaba en la Argentina: Madonna que rodaba la película Evita. Querían filmar la escena del balcón en la Rosada pero los peronistas históricos lo rechazaban. Es que el guion no dejaba muy bien parada a la mujer que cambió la vida de millones de argentinos. Fue entonces que la producción gestionó el encuentro entre artista y mandatario.
Madonna dejó constancia de sus impresiones con el entonces presidente. Lo calificó de “seductor”, pero que no le sacaba “los ojos de encima”. Describió en principio como “un cuento de hadas” su primer encuentro con Menem, cuando intentaba convencer al presidente de que le permitiera filmar desde un balcón de la Casa Rosada.
“Me fui flotando. Su magia funcionó sobre mi. Solo puedo esperar que yo haya hecho lo mismo”, escribió la diva luego de que Menem, quien cumplía su segunda presidencia, la besara en las dos mejillas durante el momento de la despedida. El testimonio que plasmó en esa oportunidad fue descripto así: “El (Menem) estaba rodeado de unos hombres de aspecto sospechoso, y de una mujer muy hermosa y formal que hizo de traductora. Nos sentamos enseguida, y sus ojos se paseaban por cada pulgada de mi cuerpo, mirando a través mío. Un hombre muy seductor. Me di cuenta que tiene pies pequeños y que se tiñe el pelo de negro. Me dijo que me parecía a Evita, a la que él conoció cuando era muy joven”.
Sobre la conversación, Madonna apuntó: “No me sacaba los ojos de encima”. “Lo agarré mirando al bretel de mi corpiño, que apenas se podía ver. El siguió haciendo esto toda la noche, con sus ojos perforadores, y cuando lo cazaba mirando, sus ojos se quedaban con los míos”, confesó, según había publicado la revista Vanity Fair en su momento. Después de los encuentros, Madonna logró la autorización para filmar en el balcón.
En 1993 mientras se pasaba del sistema jubilatorio estatal al de AFJP, Michael Jackson llegaba a la Argentina. El artista visitó la Casa Rosada y se encontró con Zulemita y Carlos Menem. “Detrás del brillo de su figura, me pareció adivinar una gran tristeza interior. Que Dios lo tenga en la gloria”, dijo el ex presidente, tiempo después de la muerte del astro pop.
En ese encuentro nuevamente Menem desplegó su carisma o desparpajo, tanto que en un momento Michael Jackson le arregló el nudo de la corbata. Esta vez el regalo no fueron habanos sino un disco, con temas de Charly García, Celeste Carballo, entre otros.
En el año 1993 la súper modelo Claudia Schiffer realizó un viaje relámpago a nuestro país para protagonizar una campaña publicitaria. Pese a lo apretado de su agenda, la alemana fue invitada a la Casa Rosada. El presidente dedicó una hora de su tiempo para charlar con ella. El encuentro no hubiera sido tan polémico si en esa misma semana, el entonces presidente no hubiera rechazado el pedido de audiencia de distintos organismos de Derechos Humanos porque “no tengo tiempo para atenderlos”.
No solo con los artistas extranjeros vivió momentos inolvidables -u olvidables según el lector considere- también con la farándula local.
En 1991, el entonces primer mandatario era el único invitado en el programa de Mirtha Legrand que en ese momento se emitía por Canal 9. Al finalizar el programa entró la odalisca Fairuz, conocida como la “diosa oriental” y pionera de la danza árabe en la Argentina. La conductora lo invitó a bailar y en un primer momento el ex mandatario se negó para finalmente aceptar y terminar bailando ante las cámaras la sensual danza.
Menem aceptaba sin dudar asistir a aquellos programas que potenciaran su carisma y lo acercaran a la gente. En youtube varios videos recuerdan su participación en VideoMatch. En el sketch El insoportable que realizaban José María Listorti y Diego Pérez, incluso hizo un chiste sobre él mismo que sorprendió a todos y alegró a los productores que no podían creer semejante colaboración especial. “Se va un riojano al cielo. Entra al despacho de Dios y había tres relojes. Debajo de cada uno se podía leer Bill Clinton, Boris Yeltsin y Jacques Chirac. ¿Y por qué esos tres relojes tienen los nombres de presidentes?, preguntó el riojano. A lo que Dios, respondió: ‘Bueno, estos tres relojes los tengo porque, en caso de que alguno se mande una macana, le adelanto velozmente una hora”, relató el entonces mandatario.
“Escúcheme, ¿y el de mi coprovinciano, el presidente Menem, no lo tiene? ¡Ese lo tengo en mi habitación porque me sirve de ventilador!”, concluyó.
Un dato ayuda a entender más esa época. Para la elección de 1995 se evidenció claramente esta predilección: mientras el candidato opositor cerraba su campaña en el programa político de Grondona, Menem lo hizo con Marcelo Tinelli.
El mundo del espectáculo lo atraía mucho más que quizás las reuniones de gabinete. Moria Casán relató que a pedido suyo organizaba cenas secretas y exclusivas por fuera del protocolo con otras artistas de teatro de revista, modelos y empresarios del rubro. “Me llamaba para que le organice cenas en la quinta de Olivos y llevaba todo tipo de gente: Ethel Rojo y su marido, Adriana Salgueiro... Eran cenas súper amables, relajadas, hablábamos de todo”. En esos encuentros no se bailaba, pero se comía y era Menem el que dominaba la conversación. Comenzaban a las 21 y terminaban a la medianoche.
Pero no solo se movía como pez en el agua con la farándula también en los programas políticos. Con el periodista más influyente de ese momento, Bernardo Neustadt, logró establecer un vínculo de amistad y era el invitado frecuente en su programa Tiempo Nuevo. El periodista estaba tan fascinado con el riojano que hasta organizó una Marcha del Sí para apoyarlo cuando el sistema económico crujía y los índices de pobreza se disparaban. “Él solo decía síganme, pero nunca dijo a dónde, nunca prometió hacer un Gobierno peronista”, lo defendía Neustadt.
En esa misma línea, Menem no tuvo mayores reparos en reemplazarlo cuando el periodista se enfermó y le pidió que condujera su programa de debate político. Cuando tomó el lugar de Neustadt, hizo un programa normal de información aunque era el presidente de la Nación el que estaba conduciendo un programa de televisión.
Muy pocas veces fue atacado o cuestionado duramente en los programas a los que asistió. “Él amaba la farándula, porque ser parte de ella significaba de alguna manera estar más cerca de la gente”, lo describió hace unos años Olga Wornat, “Almorzaba donde estaban los actores, le gustaba tener mujeres con plumas, grandotas y rubias, que llamaran la atención. Le fascinaba participar de las notas de los personajes del año que hacía revista Gente. Una vez no lo invitaron y se indignó”.
Menem solía decir que “la idea de que el poder enferma es un pensamiento de aficionados, lo que enferma es no tenerlo. Sin el poder no se puede hacer nada importante” y quizá entre las cosas “importantes” figuraba conocer a las grandes figuras del espectáculo. El dos veces presidente siempre fue calificado como un transgresor algo que para él era un elogio. Fue una figura digna de su época que supo aplicar su carisma no solo en el ámbito de lo político también en el deporte, el arte y el entretenimiento. Se fue Menem y con él se fue una época. Solo la historia podrá decir si fue una buena época o una montaña rusa hacia el colapso.
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