“Después de tantos años en el mismo lugar, necesitábamos esa inyección de adrenalina”, dice Andy Kusnetzoff, a días de estrenar la temporada número 20 de Perros de la calle pero en radio nueva, tras su salida de la Metro después de casi dos décadas.
Además del cambio de dial, el clásico programa de las mañanas radiales llega con nuevas figuras. “Es muy difícil desarmar un grupo, ¿cómo reemplazás a alguien con quien tenés una amistad de 18 años?”, era la pregunta que se hacía el conductor antes de que tres amigos le sugirieran al unísono el mismo nombre: Lizy Tagliani. “Primero dije: ‘¿Lizy?´”, admite Andy. Pero la idea fue rebotando en su cabeza y finalmente recordó la participación de la humorista en PH: “Sentí esa conexión”, le dice ahora a Teleshow.
No va a ser la primera vez -y tal vez tampoco la última- que Perros de la calle cambie. Y claro que en todo este tiempo de trabajo el formato y el equipo se fueron modificando. Así comienza su creador a recordar cambios profundos que vivieron en este recorrido: la salida de Sebastián De Caro, la llegada de Cayetano a la mesa, la incorporación de Gabriel Schultz: “Para que un programa esté tanto tiempo necesita transformarse y reinventarse. Aunque a veces duela”, advierte, y remata la reflexión citando a Gustavo Cerati: “Decir adiós es crecer”.
La programación de Urbana Play comienza el 17 de febrero por FM Continental (104.3). Matías Martin junto a Clemente Cancela, María O’Donnell en la primera mañana con De acá en Más, y Sebastián Wainraich y Julieta Pink serán parte de la programación de esta nueva apuesta. “Es mágico, es espectacular, siento que es una radio mirando el futuro”, destaca Andy, que compartirá aire con Harry Salvarrey, un histórico de la mesa, y Evelyn Botto. “Tenemos hambre. Eso es muy importante. Estábamos mucho con la panza llena quejándonos de cualquier cosa y esto nos volvió a poner en caja”, reflexiona sobre las emociones con las que arranca junto a su equipo esta nueva etapa.
—¿Cómo fue internamente para vos decidir este cambio?
—Se dieron distintas cosas. Estábamos muy cómodos y agradecidos con este trabajo. Soy un total privilegiado de hacer lo que me gusta, de eso no tengo ninguna duda. Si no, cuando uno dice “esto no estaba bien” parece que no sabés dónde estás ubicado, en esta cultura tan difícil de hoy. Hubo algunas diferencias con los que manejan la radio, no quiero hablar de nadie, pero no es lo mismo sentir que ese medio lo construiste, pusiste el alma, mucho de vos... Pero tampoco sos el dueño, no tomás todas las decisiones. A veces, esas diferencias hacen ruido. Se decidió de a uno, yo lo decidí, el otro también, hablamos. Al final, terminamos yéndonos todos, lo cual es espectacular. Se fue dando porque todos tenían diferencias.
—En lo personal, ¿lo viviste más con la incertidumbre del cambio o con la adrenalina del nuevo desafío?
—Sin dudas, un poco de miedo y adrenalina es lo que necesitaba. Ya no tenía ninguna. Estábamos tan cómodos que en un momento te hace mal. Es el famoso confort. Era demasiado. ¡Ojo! Le sumaría el año de pandemia. Hicimos radio por Zoom y tampoco ayudó a que ninguno se motive tanto. Mucho de la radio pasa por la interacción de la gente, la energía cuando ves a los otros, cuando hablás, cuando te reís, cuando: “Che, acompañame a fumar un cigarrillo”, y terminaste una charla en la terraza. Es un mantenimiento que se da, supongo que como cualquier trabajo. Por Zoom cada uno está en la suya, y parece que estamos todos en lo mismo pero hay algo que se pierde, no es igual. Eso, más el desgaste, más todo, hizo que se acelere esta decisión.
—¿Con quién charlás una decisión tan profunda cuando la empezás a pensar?
—Con Flor (Suárez, su mujer). En este caso charlé con (Andrés) Pandiella, el director de la radio; con (Martín) Kweller, en su momento. Después, con los compañeros de Perros, les fui contando el plan, mi disconformidad con la radio por determinados asuntos. Estaban todos al tanto. Al final, había que tomar una decisión y es difícil. Son muchos años de antigüedad frente a un proyecto nuevo. No quise forzar a nadie a venir, les di absoluta libertad. Lo que se dio es lo que se tenía dar, lo que cada uno pensaba que lo iba a hacer más feliz.
—Todos estuvieron invitados y fueron decisiones particulares.
—Todos recontra invitados. Hasta último momento parecía que iban a venir todos y después no fue así. Me obligó también a pensar, cambiar. Estuvo bien.
—¿Quedó buena onda con todos?
—Quedó buena onda. ¡Qué sé yo! Es difícil. Lo que más me costó fue separarme de Cayetano porque lo quiero mucho. No porque no piense que él puede brillar y yo pueda hacer… Estaba muy acostumbrado, me sostenía mucho emocionalmente. Me pone recontento que nadie pierda el trabajo. Hay una decisión donde decís: “Che, vos tenés una antigüedad, es una aventura, una patriada lo que estamos haciendo”. Di libertad absoluta, no quise insistirle a nadie. “Este es el proyecto, si te copás, esta es la aventura, los riesgos, los costos, va a estar buenísimo”.
—Se viene un equipo nuevo con Lizy Tagliani, toda una revelación.
—Cuando me tocó ver qué iba a hacer, charlé con mucha gente; entre ellas Pandiella, Manu Lozano y un amigo más, Nico Chausovsky. Era muy difícil desarmar este grupo; algunos están hace 18 años. Recorrimos el mundo, ganamos todos los premios: ¿cómo reemplazás a alguien con quien tenés una amistad desde hace 18 años? No podés. Más allá del talento de cada uno, la unión lleva tiempo. Entonces, estos amigos, los tres, me dieron un nombre: “Tenés que ir por otro lado, hacer algo distinto. Lizy”. En el primer momento dije: “¿Lizy?”. La llamé para ver qué onda y me contestó: “Ya te dije que sí hace dos años”. Había venido a PH y yo le había dicho que teníamos que hacer radio juntos. Después me olvidé, y a ella le quedó. Y me recontra acordé porque esa conexión la sentí.
—Aceptó de entrada.
—Me dijo que tenía que hablar con Gustavo Yankelevich. Lo llamé y me contestó: “Lizy tiene propuestas de radio de todo tipo y color, de las mejores radios, pero me gusta que esté”. “Mirá que arranco en una radio de cero, no nos escucha nadie”. Y me dijo: “Me gusta, cuando estás abajo solo queda subir. Chau”.
—Por algo Gustavo es Gustavo.
—Nos pusimos de acuerdo. Ella es híper popular y siempre me jode con que tenemos mundos distintos y hablando me di cuenta de que, cuando pase el tiempo y empecemos a trabajar juntos, vamos a ver que no somos tan distintos. Los valores, la humanidad, la integridad, eso te une. Es más importante que las películas que viste. Lo que más me importa es esa conexión que sentí, emocional. Lizy es divertida y es brillante, entiende todo al segundo. Apuesto mucho a esa relación y a su relación con los otros compañeros. Estuvo acertadísima esa decisión. Nunca vi una mina tan querida, la gente la ama. Es impresionante.
—¿Van a ir presencial o van a arrancar por Zoom?
—Presencial. Hay una terraza espectacular con una mesa de tres metros que está impresionante. Y cuando llueve, está la parte de adentro con todo abierto, las ventanas... Además, nos estamos testeando una vez por semana. Estoy re tranquilo con las medidas que hay, está buenísimo. Necesito lo presencial: no puedo más. Es como los chicos que tienen que volver al colegio: nosotros tenemos que volver al presencial. No podría arrancar este proyecto por Zoom.
—Cuando uno arranca una radio de cero, con figuras como las que está lanzando Urbana, ¿tienen injerencia sobre la programación y el proyecto en general?
—Cada uno hizo sus cambios interprogramas. La programación es espectacular. Sacando Perros de la calle, porque no me voy a vender a mí mismo, obviamente, pero María O’Donnell... Si María estuviera en otra radio, igual la escucharía. Es la mejor periodista del país, alguien en quien podés creer y me interesa saber qué dice. Nosotros haremos lo que podamos, y después Matías (Martin) y Clemente (Cancela) son una dupla buenísima, una gran propuesta. Matías necesitaba algo distinto, está buenísimo que haga ese cambio. Más tarde Sebas (Wainraich), Julieta (Pink), (Pablo) Fábregas. Es una gran programación. Después, iremos agregando.
—¿Son artistas cada uno con su programa o son dueños de la radio?
—Artistas. Tenemos un vínculo comercial parecido al que teníamos en la otra radio.
—No compraron una radio, pero te sentís más parte del armado.
—Exacto. Nos llevábamos bien con Kweller y ese esquema me funciona. Tuve productora y es una responsabilidad enorme. Hace que no puedas frenar nunca. Quería frenar en el verano y no se puede porque hay que pagarle a todos y generar. Algo que, en mi caso, sentía que me iba a dar libertad creativa terminó haciendo que tenga que hacer solo para mantenerla. Prefiero asociarme con alguien como Martín, que tiene ya media productora, todos los equipos, las cosas. Hay algo de independencia. Él nos deja hacer todo como nosotros queremos. Con Pandiella dijimos: “Nosotros sabemos hacer este tipo de radio y la vamos a hacer así”. Algo hay desde la gerencia, en ese sentido, pero no es que compramos una radio.
—¿Volviste a pasar por la puerta de Metro?
—Paso un montón porque no vivo lejos de ahí, pero jamás volví a entrar.
— ¿Qué se siente pasar por la puerta?
—Nada. Mi salida no estuvo buena. No por mis compañeros, pero no me pude despedir como me hubiera gustado. Entonces, fue medio traumática. Sentí que no pude contar todo lo que me pasaba a los oyentes, que no entendieron bien mi despedida: iba a ser en tres semanas y me despedí en una hora. Es lo que pude o lo que me dejaron. Prefiero no hablar de eso, ya lo solté.
—¿A Cayetano y a Schultz los volviste a escuchar en el programa nuevo?
—Los conozco de memoria porque todos los veranos que me fui quedaban Caye, Schultz y Harry, que estuvo antes, así que los primeros días, sí. Ahora no volví a escuchar Metro. Por un tiempo calculo que no escucharía. Una vez, cuando me fui de CQC, (Daniel) Tognetti me dijo: “Es como ver a tu ex novia con otro”, porque había otros noteros con tu traje. Ahora estoy enfocado en Urbana. Pero sí lo llame a Cayetano cuando arrancó, y le desee suerte y charlamos.
—¿Cómo viene el año de tele?
—En PH estamos hablando a ver cómo le damos un refresh. El punto débil es que en pandemia es difícil llevar a los invitados que me gustaría llevar. Entonces, estamos viendo cómo lo podemos reinventar. Sería la quinta temporada, una locura.
—En nuestra primera charla por PH hablábamos de que iban a ser cuatro especiales.
—Impresionante. Estoy muy orgulloso y muy contento. Fue imparable. El año pasado fue el más duro por la pandemia. Siempre quise ser muy responsable. En un momento bajé los invitados, tuve que cambiar la escenografía. Hubo gente que me decía: “Vos estás comiendo con Carmen Barbieri y yo no puedo ir a ver a mi vieja”. Yo tampoco veo a mi vieja. Esto es un trabajo, aunque parezca una cena de amigos televisada. Hay un montón de gente que trabaja acá y que no puede perder el laburo. Fue duro el año pasado para hacer televisión. Después, me contagié, estuve dos meses afuera. Era una máquina perfecta y chocamos por todos lados. Llovió, cayeron piedras, granizo, nos chocaron de frente, pero seguimos y terminamos espectacular. Eso te habla de un producto noble y que está bueno. Lo que pasa es que, antes de empezar, quiero ver qué podemos ofrecer dentro de lo que es hoy este mundo pandémico, todavía.
—Vendrá entonces con algunos ajustes en el formato, pero tendremos PH 2021.
—Seguramente, yo creo que sí. Pero me interesa, más que nada, ver qué hago para hacer algo que esté a la altura.
—¿Andy cómo es arrancar una radio de cero?
—Es mágico, es espectacular porque además siento que es una radio mirando el futuro, porque la radio sobrevive pero mirando el pasado. Y acá está todo… Hicimos las presentaciones y se veía espectacular las cámaras, las luces de un canal de televisión profesional, con un director impresionante. Y eso vos lo ponés en YouTube, lo ponés en Facebook Live, lo podés ver en el teléfono; de a poco vamos a ir sumando eso. Es una forma de llegarle también a chicos, a los menores de 25, que no tienen la costumbre como tenemos nosotros de la radio. Hoy el contenido manda. Vos lo podés ver en Netflix, en un canal de aire, en YouTube, no importa; lo importante es el contenido. El otro día me mandaron un mensaje que me gustó mucho. De Caro era fundamental para mí, pero bueno, son 20 años, se fue al año ocho, ponele, y yo digo: “No puedo seguir sin él”. Y bueno, se fue. Y seguimos, y te juro que era el 50% del programa. Después vino Berta, después Caye pasó a la mesa, después vino Schultz y la gente decía esto no es Perros con Schultz, como dijeron ya no va a ser Perros sin De Caro. Me di cuenta de que un programa para que esté tanto tiempo necesita de transformarse y reinventarse, aunque a veces duela. Y te voy a cerrar con nunca mejor dicha la frase de Gustavo Cerati: “Decir adiós es crecer”. Me parece que es importante eso.
Mirá la entrevista completa